El confinamiento y la ansiedad ahora se dan por la inseguridad
Los trastornos psicológicos que se dieron por pandemia siguen en aumento por la ola delictiva. Los jóvenes son los más afectados por este encierro
Hasta en la mente han calado los efectos de la inseguridad. El miedo a salir o el temor de ser asaltados en cualquier momento se han convertido en el pan de cada día para los guayaquileños. A través de las redes sociales a diario se difunden videos de cómo en cualquier sector ocurren robos, hurtos e incluso intentos de secuestros.
Los habitantes de Daule, indefensos ante la ola delictiva que experimentan
Leer másCon el aumento de los delitos en la ciudad, las citas al psicólogo, así como los trastornos vinculados al estrés, ansiedad, ataques de pánico y paranoia, han crecido al mismo ritmo que la delincuencia.
Datos proporcionados por el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil indican que el número de citas ha llegado a más de 5.000 mensuales. Una tendencia que se mantiene en crecimiento, pues hace un año las atenciones por mes llegaban a cerca de 4.000.
Carlos Orellana, director del Instituto de Neurociencias, señala que las citas a este centro de salud han aumentado, debido a la ola delictiva que azota al país en general. Y entre las causas de las visitas de los pacientes, el tema de la inseguridad es el primero que aflora con frecuencia.
Salgo poco, pero en cada salida me entra miedo de ser asaltado. Antes tomaba precauciones, pero no tenía miedo. Ahora ni en la esquina me siento seguro.
Entre las tendencias psicológicas más destacables que se generan por la ola de inseguridad, Orellana menciona los trastornos de ansiedad, estrés postraumático, paranoia y aislamiento. Detalla que este último puede llevar a desarrollar tendencias depresivas en los afectados.
“No es que solo les da ansiedad y ahí muere el tema. Esta es una cadena de efectos que se hacen cada vez peor, en caso de no ser tratados”, comenta.
Situación con la que concuerda Daniel Domínguez, profesional del Centro Psicológico Portalis, quien ha podido evidenciar el aumento de trastornos de ansiedad y paranoia. “Al menos un cuarto de mis pacientes, en los últimos meses, han llegado a aislarse por temor a ser robados, secuestrados o asesinados”, sostiene.
Destaca que el fenómeno social de la inseguridad y la reciente experiencia de la pandemia se han unido de forma terrible. Ambos fenómenos han llevado a la población a encerrarse por temor a morir.
La seguridad también incide en el alto costo de alquiler de locales
Leer másDominique Campaña, guayaquileña de 23 años, considera que la ciudad siempre ha sido insegura, pero ahora no puede salir a realizar ninguna actividad sin pensar que la van a asaltar a ella o algún ser querido. Genera temor el simple hecho de salir a comprar víveres o realizar las actividades cotidianas como movilizarse al trabajo.
“Mi psicólogo sabe que siempre he sido alguien con muchas preocupaciones y angustia, y esto se ha intensificado. Antes siempre pensaba: ‘Si me roban, entrego todo’, pero ahora todo es más violento y más recurrente. Me he vuelto muy paranoica y ya no pienso en entregar todo, solo me invade el miedo”, relata Campaña.
Asimismo Allan Napa, de 24, dice que está cansado de la situación de inseguridad que vive Guayaquil, ya que eso lo ha vuelto, en cierta medida, paranoico y lo ha obligado a tomar precauciones que antes no consideraba y que se han vuelto parte de su rutina.
“Como mucho, salgo dos veces al mes con amigos. Hasta 2018 iba tranquilo a donde sea, no sentía tanto temor de que me iban a robar donde sea. Ahora tengo miedo incluso del que limpia los vidrios en el semáforo en luz roja, porque pienso que si le digo que no, me va a romper el parabrisas. Tengo bien escondido el celular y si escucho música pongo la radio o solo uso un audífono para que no se note”.
Ya no se puede salir con tranquilidad como hace cuatro años ni a los portones de tu casa, porque hasta en el mismo domicilio puede caer una bala perdida.
Una ‘orfandad de justicia’ que empuja al ‘sálvese como pueda’
Leer másDe acuerdo con lo señalado por el doctor Orellana, las nuevas generaciones de jóvenes constituyen la población más afectada por estos trastornos de ansiedad, paranoia, estrés y aislamiento, que se han triplicado en los últimos tres años.
“Las personas mayores de 30 años no perciben tanto el choque del encierro por pandemia o inseguridad, debido a que ya son seres socializados. Los jóvenes y niños, en cambio, necesitan aún de estas salidas, de socializar, y el no hacerlo los puede arrinconar a desarrollar tendencias depresivas”, advierte el galeno.