¿Qué le ha pasado al estero Salado?
La constante contaminación en este brazo de mar ha hecho que se muera. Aún puede ser revivido, dicen los académicos.
Fecha de muerte: abril de 2022. Guayaquil vive hace años con un cadáver descomponiéndose, sin hacer nada. En sus manos tiene el poder de hacer un milagro: revivirlo. ¿Imposible? Los expertos aseguran que no.
El agua en Ecuador, contaminada desde su origen y consumida sin el debido tratamiento
Leer másDesde los años 80, el estero Salado ya estaba padeciendo y nadie hizo nada. Estudios biogeoquímicos de 1985 manifestaron que este brazo de mar ya estaba entre leve a severamente eutrófico en áreas cercanas a los puentes Miraflores y 5 de Junio; pero durante las mareas bajas, no tenía casi oxígeno disuelto en el agua. En esta investigación participaron 10 investigadores, encabezados por Walter Ayarza.
Treinta y nueve años después, Franklin Ormaza, oceanógrafo, docente e investigador de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), evidencia, mediante un estudio científico, publicado en la revista científica internacional Elsevier, que “técnicamente, el estero Salado, (correspondiente a) la parte interna de Guayaquil, está muerto”. Es decir, no tiene oxígeno, está totalmente en un estado eutrófico. Esto es desde 2022, según los análisis.
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Además, la carga bacteriana con heces fecales está en los niveles más altos. Ormaza asegura que el agua del retrete tiene seis millones “de estos bichos”, el del Salado llega a los dos millones. A eso se suma la deforestación. Esto lo convierte en un peligro para todos los que vivimos en Guayaquil, más aún quienes habitan alrededor de él deben tener algún problema de salud por inhalar los gases y olores que el estero emana, sostiene el científico. Esto “es realmente desastroso”.
Natalia Molina, bióloga, investigadora y docente de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Espíritu Santo (UEES), indica que los mayores contaminantes del estero son los efluentes de las aguas servidas, porque la ciudad tiene muchos lugares que no tienen alcantarillado. “Se puede ver uno en el parque lineal Kennedy”.
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¿Qué efectos están generando las aguas contaminadas en El Morro?
Leer másOtro problema es la basura, siempre hay plásticos y residuos humanos, observa Pamela Campi, oceanógrafa, docente e investigadora de la Espol. “No ven al estero Salado como un cuerpo de agua que puede albergar vida, sino como un lugar en el que se botan los desechos”.
La UEES hizo un estudio de remediación con polvo de roca para reducir los malos olores en el estero, pero “mientras no se haga un saneamiento del agua no se puede cambiar esta realidad”. Por lo que primero, sugiere Campi, es hacer conciencia, como ciudadanos, de la situación ambiental y sanitaria porque esto ya tiene muchísimos años.
“Los que hemos crecido en esta ciudad, hemos podido ver el proceso de cómo el estero se ha ido contaminando cada vez más”. Más de 40 años aproximadamente ha sido el tiempo para este deceso, especifica indignado el docente Ormaza.
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Leer másDiego Romero, abogado, experto en Derecho Ambiental, y docente de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, llama a que la Contraloría actúe de oficio y analice qué ha pasado con los dineros para la remediación ambiental y sanitaria, que establezca si hay responsabilidades administrativas, civiles y hasta culposas penales. Sostiene que el artículo 233 de la Constitución del Ecuador determina que “ninguna servidora ni servidor público estará exento de responsabilidades por los actos realizados en el ejercicio de sus funciones o por omisiones, y serán responsable administrativa, civil y penalmente por el manejo y administración de fondos, bienes o recursos públicos”.
Añade que lo que ahora se ha evidenciado en El Morro, reportaje publicado ayer por EXPRESO, fue lo mismo que, en 1985, Ayarza y otros científicos reportaron que ocurría con el estero Salado. Hoy, ya no tiene vida. Ormaza fue parte de ese equipo de investigadores.
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Leer másNo obstante, ¿es posible resucitar al estero? Molina señala que es posible remediar el daño y no es caro; “más dinero se ha gastado en poner oxigenadores que realmente no remedian nada”. Por lo que sostiene que hay que quitar los efluentes y, para ello, Guayaquil debe programar el tener una red de alcantarillado y un saneamiento del agua que permita limpiar los ramales.
Con ella concuerda Ormaza y dice que “si dejamos al estero en paz y no lo contaminamos, él solito se va a recuperar”, como lo hizo el río Támesis, de Londres, Reino Unido. Comenta que, en 1960, estaba como el Salado, podrido. Hoy ya no.
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