La Coronel Kentucky con sello guayaquileño
Es el más alto título de honor que da el gobernador de ese estado de EE. UU. por servicio a la comunidad. Paola Manrique lo obtuvo por ser concertista
El nombre de Ecuador brilla en Estados Unidos, por la guayaquileña Paola Manrique Suárez, maestra concertista. El arte que desarrolló desde la infancia la llevó a cruzar fronteras y a sembrar en los niños ese amor por la música, acciones que la hicieron merecedora del galardón Coronel Kentucky, que es el más alto título de honor que otorga el gobernador de ese estado norteamericano. Este reconocimiento lo reciben solo personas notables y respetadas de la ciudad, por su contribución a la comunidad y al estado.
¿Cómo ganó este alto galardón? El gobernador de Kentucky asistió a un concierto en el que se presentó Paola con su grupo musical y quedó maravillado por las melodías que escuchó, por lo que quiso conversar personalmente con la maestra concertista. Le preguntó si ella les había enseñado música a esos niños y adolescentes, a lo que ella contestó que sí. En el programa para aprender a tocar un instrumento musical, Paola tiene más de 160 estudiantes.
El regalo inmaterial de enseñar inclusión y respeto a los niños
Leer másElla recuerda esa conversación como una de las razones que podrían haber motivado que recibiera el título de Coronel Kentucky (2009), un nombramiento que es para toda la vida.
El reconocimiento resume una trayectoria que comenzó a los cinco años de edad, cuando su papá, Rubén, en esa época miembro de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, empezó a enseñarle a tocar el violín. Y a los siete años ingresó al conservatorio Antonio Neumane.
Paola creció entre ensayos y presentaciones. Su mamá canta, su papá toca el violín y sus hermanos también son maestros concertistas. Una anécdota que recuerda de su infancia es que Lucía Sánchez, una de las primeras mujeres de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, le regalaba caramelos cuando iba junto a sus hermanos a escuchar el ensayo de su papá. De alguna forma esto también aportó a su amor por la música.
A los 16 años de edad, en el 1991, Paola se convirtió en la violinista más joven que se había graduado en el conservatorio hasta ese entonces.
Un año antes de esto, vivió la prueba más difícil para cualquier ser humano: tener que presentarse pese a tener una situación familiar que demandaba su presencia en una sala de velación. En 1990 ganó el Concurso Nacional de Jóvenes Solistas, cuyo premio fue tocar con la Orquesta Nacional en Quito. Para ese época Paola tenía 15 años y tuvo que quedarse sola en la capital para los ensayos, porque había fallecido su abuela materna. Sin duda aquella presentación suya fue magistral, dedicada a esa abuela a quien tuvo que despedir a la distancia y con lo mejor que sabe hacer, tocar el violín.
Estudió en el Colegio Nacional Guayaquil (ahora Instituto Superior Tecnológico Guayaquil), donde tocó junto al grupo de flauta, que dirigía su papá. Al graduarse del colegio empezó a estudiar Química en la universidad, pero pronto le llegó una beca para estudiar una licenciatura en música en la Universidad de Louisville, donde fue la mejor graduada en 2001 y llevó el estandarte. En ese mismo centro de educación realizó el masterado.
Clara Celi, una maestra sobre ruedas
Leer másLuego de esto se presentó la oportunidad de trabajar en Bardstown City Schools, que es donde tiene un semillero de músicos y enseña a tocar violín a los niños. Su apego hacia Guayaquil siempre está presente en su corazón y eso la llevó a organizar el concierto I Encuentro Internacional Cultural. El evento lo mentalizó con Cindy Camchong, quien fue su compañera y amiga desde cuando las dos tocaban en la Orquesta Juvenil de Filanbanco.
Trajo a Guayaquil a 12 estudiantes de música desde Estados Unidos, quienes se pagaron sus pasajes y después de dar un concierto se fueron de turismo a Galápagos.
La presentación se realizó en el colegio Interamerican Academy (IAA), ubicado en la vía a la costa, a donde asistió el cónsul general de Estados Unidos en Guayaquil, Erik Martini. En la velada artística también participaron alumnos de música de IAA, junto a su maestra Camchong.
Entre los asistentes al concierto no solo hubo destacadas autoridades, pues el 90 % del público eran niños. “Tenemos que sembrar arte, música y deporte para parar con la cosecha de jóvenes involucrados con la mafia”, opina Paola, a quien le duele la violencia que está sufriendo la ciudad.
Por ello plantea que las autoridades realicen un intercambio musical. “Se debe crear un campo musical que dure una semana, donde los jóvenes tengan la oportunidad de aprender de maestros destacados del exterior. El Gobierno puede traer a esos maestros por unos días. La paz se siembra enseñando música, arte y deporte”.
Lamentó que en las entidades educativas fiscales ya no exista la materia de música y también que el edificio del conservatorio de Guayaquil esté aún abandonado. A su amada Guayaquil no solo trajo música, también tres violonchelos para la Fundación Música Sin Fronteras, una donación en la que participó hasta la entidad educativa donde ella da clases en Estados Unidos.
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