Cortes de luz en Guayaquil: Gimnasios registran menos inscritos
Los ciudadanos temen salir por el peligro que representa salir a oscuras. Instalaciones se adaptan para no perder clientes
“Profe, lo queremos mucho, pero nos da miedo salir a oscuras en la noche”, ha sido la respuesta que más ha recibido en las últimas semanas el entrenador de boxeo Darío Cevallos por parte de sus estudiantes del último horario (19:00 a 20:00) de su gimnasio.
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Leer másSu negocio también se ha visto perjudicado por los cortes de energía. En la zona de su establecimiento, Venezuela y Lizardo García, suroeste de Guayaquil, hasta el viernes 8 de noviembre el racionamiento empezaba a las 17:00 y culminaba a las 20:00, por lo que algunos de sus pupilos, entre ellos adolescentes, sentían temor de caminar en tinieblas, por la inseguridad.
“Les he escrito: ‘Muchachos, vengan, que el gimnasio está abierto’, pero me contestan que lo sienten, pero el peligro en la calle los obliga a quedarse en casa”, dice el entrenador de 33 años. Él comenta que el horario más afectado es justamente el último, al que ha dejado de asistir el 90 % de los inscritos. “Contaba con 20 alumnos en esa hora. Ahora solo llegan dos”.
El entrenador se ha puesto alerta y en su espacio ha implementado nuevas medidas. No obstante, aunque se ha adaptado para brindar condiciones seguras a sus alumnos, la oscuridad sí afecta.
Darío explica que para el boxeo, al ser un deporte de contacto, necesitan tener iluminación porque un golpe puede desviarse y terminar en una lesión. “No es lo único: la luz de los focos recargables es tenue y eso provoca dolor de cabeza por forzar la visión. El calor, aunque parezca mentira, también afecta. Los chicos se cansan bastante rápido”, detalla.
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Leer másSin embargo, para al menos ocho de sus entrenados, la falta de energía no era impedimento. El espacio distribuido entre al menos cinco sacos, un ring de boxeo y otras herramientas necesarias les alcanza.
De fondo suena música que proviene de un parlante y el clásico sonido entre round y round. “Ahora usamos un pequeño parlante recargable y una aplicación en el teléfono que nos permite medir el tiempo reglamentario de cada round”, cuenta Darío, quien pasa el entrenamiento “con un ojo afuera y un ojo adentro”.
Al momento de la visita de EXPRESO, Darío se encontraba en los exteriores de su gimnasio con un palo en su mano. Lo sostenía con una postura de autoridad, la cual dice que le sirve para que nadie se acerque a llevarse lo que no le pertenece. “Toca estar atento. Aunque hemos perdido mínimo el 50 % de los alumnos, aún tenemos que cuidar de los que nos quedan”.
Pero para Darío, la satisfacción más grande es que los muchachos que se quedan hasta después de las 20:00 se van con luz a su casa. “Es una tranquilidad porque vienen de lunes a viernes a ejercitarse y ocupar sus mentes en algo sano”.
Inseguridad en las calles
A pocas cuadras del espacio de Darío, en el parque Puerto Lisa, en Venezuela y Alfredo Valenzuela, algunos ciudadanos también salen a tomar aire y hacer uso de las maquinas y canchas del lugar de esparcimiento.
Pero según la versión de uno de los beneficiarios del mismo, es un lugar peligroso en el día, en la noche y “peor en la oscuridad”. “Yo estoy aquí porque soy de la zona y cargo algo para defenderme. Si no fuera así, no estaría aquí”, comentó.
Este argumento fue reforzado por uno de los guardias, quien al solicitar al equipo de EXPRESO que abandone el sitio, mencionó que además, en caso de regresar, se lo haga de forma “menos llamativa”, por los equipos fotográficos y audiovisuales. “Mejor no se expongan”, recomendó.
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