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Efectos. Los especialistas hablan de la importancia de corregir a través del diálogo y no de los gritos.Miguel Canales Leon

La crianza agresiva, un hábito en decadencia

La educación con violencia es descartada por sus efectos en el crecimiento. Da cabida a los comportamientos antisociales

“La letra con sangre entra” o “a mí me pegaron y estoy muy bien” son frases que se escuchan al momento de justificar la agresión física y verbal como método de crianza. Pero este tema, hoy, ha tomado mayor relevancia frente a las nuevas ideologías y métodos de educar, que han desencadenado en un mar de opiniones y posturas en contra y a favor de estas costumbres.

Ese es el caso de Ligia Guizado, de 23 años, quien defiende el hecho de que se críe o eduque a un niño con paciencia y amor. “Mi madre me ama, eso lo sé, pero recurría mucho a la agresión física y verbal, más que nada la verbal, y eso me hizo sentir menos en muchas ocasiones”, comenta. Debido a sus experiencias, que aún, pese al tiempo, las tiene grabadas en su memoria, considera que este tipo de prácticas debe ser penalizada y sustituida por un acercamiento pacífico al menor. No hay razón para ser violento, advierte.

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Víctor Quimís, de 49 años, es padre de familia y dice que enseñar a golpes e insultos no es la manera de instruir, jamás. Considera que el diálogo es la solución para evitar dañar al otro y marcar un futuro de paz, que se repita y replique en las nuevas generaciones. “En mi época eran normales los correazos y los gritos, pero los tiempos cambian. Por suerte cambian...”, dice Quimís.

A diferencia de esas posturas, en donde se ve al diálogo como el único método viable de corrección, hay otras donde el castigo físico es el protagonista de la película y no necesariamente de una de terror. Raúl Torres tiene 21 años y está a favor de usar el castigo físico dentro de la crianza, pero no de forma constante y tampoco por cualquier error. “Yo creo que primero hay que hablar con el niño y decirle que hizo mal, y si sigue con el mismo comportamiento, ahí es donde entra el látigo… así es como me enseñaron en casa, y puedo jurar que no estoy mal y tampoco soy violento ni nada por el estilo. Es más, soy todo, absolutamente, todo lo contrario”, precisa.

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Producción. El maltrato infantil se evidencia en el EcuadorMiguel Canales Leon

Fernanda Ríos, de 38 años, comenta que de joven sus padres tomaban medidas más drásticas y fuertes como reprimenda por sus acciones, pero no está en desacuerdo con este tipo de castigo, si es más moderado. “Se les debe hablar con calma, pero si no obedece a veces no queda más opción que darle una buena nalgada para que entienda”.

De acuerdo a la psicóloga clínica Susan Gonzales, los distintos métodos actuales de educación van a depender del pasado que experimentaron los padres. Muchos de ellos crean un círculo vicioso de violencia en casa, mientras se excusan de sus acciones con el “a mí me criaron así y estoy bien”, generando que su hijo pueda llegar a replicar estas costumbres, de no dar cabida a la palabra y al diálogo comprensivo.

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La experta explica que la conducta de los niños a temprana edad es activa, por lo que van a ser curiosos y en el transcurso van a errar, pero con tiempo y enseñanza adecuada, estos se van a regular a las normas de la sociedad, sin embargo no con la rapidez que sus mayores desean. Esto último puede resultar en la corrección a través de golpes y gritos, que perturba y denigra al menor, debido a la poca paciencia de sus progenitores.

“Muchos de los padres acudirán a causar daño para corregir, porque esta es la única forma con la que crecieron”, advierte.

En lo personal, lo que más me ha marcado es el maltrato psicológico, incluso más que cualquier castigo o reprendida de mi madre. Eso es lo que se me quedó grabado.

Ligia Guizado
​ciudadana

La agresión puede generar múltiples manifestaciones en la enseñanza de los adultos, desde aquellos que evitan a toda costa el golpe y son muy permisivos, sin marcar límites durante la infancia, que puede resultar en transgresiones normativas y físicas por parte del hijo a futuro; y están aquellos que siguen con este ciclo, generando sujetos cuyas herramientas de resolución de problemas solo se base en la violencia. Todo extremo es riesgoso, alerta.

Andrea Rodríguez, psicóloga y psicorrehabilitadora infantil, añade que hay cuatro estilos de crianza generales, siendo estos: el permisivo, caracterizado por falta de reglas; el negligente, donde los padres no tienen un rol muy presente durante el desarrollo del menor; el democrático, donde se busca firmeza en las reglas, sin usar las agresiones y respetando las creencias del joven, viéndolo como una persona con derechos y responsabilidades; y el autoritario, donde no se toma en cuenta lo que siente el hijo y sus acciones son controladas.

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Rodríguez explica que son pocas las familias que aplican de forma correcta el método democrático, que debería ser uno de los más aplicados. “Los padres intentan tener un acercamiento democrático y muchos fallan, terminan creando un ambiente permisivo”. Algo similar para con el autoritario, alerta. “En este casi siempre la violencia, en cambio, está presente...”, lo que termina dando cabida, según estudios, a comportamientos antisociales.

Rodríguez además destaca que pueden existir afectaciones psicológicas desde problemas en el autoestima y desvalorización personal, hasta comportamientos hostiles en el entorno del sujeto, que pueden mantenerse en el entorno laboral.

“La clave está en regular las emociones. Como padre, como hijo, como transmisor de conocimiento”, argumenta.

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Producción sobre el maltrato infantilMiguel Canales Leon