“El crimen forzó a Sauces a tener más rejas que árboles”
No hay etapa que no se salve de las murallas. El 2022 cerró con 62 crímenes reportados por la policía, aunque los residentes denuncian que son más
Sauces intercambió libertad por seguridad. El sentimiento de libertad, de independencia, se pierde a diario en Guayaquil con cada crimen reportado y Sauces no se salva de este escenario que ha invadido a otras ciudadelas como Samanes y la Alborada, donde han optado por escudarse a través de rejas.
El cierre de una calle en Sauces 1 trastoca la convivencia entre vecinos
Leer másSauces aún no se ha encerrado por completo, pero hay espacios donde -desde hace un año- la colocación de cercos ha sido evidente. En la etapa 9, por ejemplo, hay rejas ahora en los callejones, las herraduras... Y aunque hay dificultades para moverse con facilidad (ahora los caminos se han vuelto más extensos), la comunidad dice sentir calma.
Hay moradores que están de acuerdo con esta medida, como Luz Zapata, de Sauces 5, donde la prevención asimismo se ha aplicado en los últimos 6 meses. “Muchas motos se metían a la manzana 234, donde resido, para cortar camino o se quedaban a merodear. Por ello, hace tres años, empezaron a erigir una que otra ‘muralla’. Ahora, sin embargo, están en toda la etapa. Hay un cambio drástico”, explica.
La inseguridad trepa con fuerza el olvidado cerro del Carmen https://t.co/Tc6NQ8TfWZ
— Martha Torres Moreno (@MarthitaTorresM) February 25, 2023
Y no solo ahí, pues EXPRESO pudo corroborar que aquella escena de las etapas 5 y 9 es la misma en la primera, tercera y quinta etapa. “Es la única opción viable”, dice Ingrid Carrera, de Sauces 1.
No ha pasado mucho tiempo desde que nos tocó enrejarnos, y digo que nos tocó porque es lo único que nos ha devuelto algo de calma. Aunque sea un poco.
Para los residentes Pedro Villanueva y Nicole Lascano, si bien ha sido un alivio la medida, es cierto que se ha perdido la libertad. “Es el elevado costo que debemos pagar para no sentir más miedo, para al menos poder caminar cerca de casa o para que los chicos puedan jugar o reencontrarse entre amigos. Y es que mires a donde mires en Sauces ves rejas, somos un vecindario amurallado. Aquí tenemos más rejas que árboles; más cemento y metal que oxígeno. Nos hemos visto forzados a ello y me apena”, indica Lascano; de la novena etapa, donde hace no más de cuatro meses se han levantado los muros.
Amurallarnos es un alivio a la seguridad, pero hemos perdido la libertad de a poco... A veces pienso que las cercas deberían estar cerradas solo en las noches.
En las manzanas 555, 135 y 234, a las personas se las ve entrar y salir cruzando puertas y hablando con los vecinos entre ellas.
La delincuencia se toma la ciudadela Los Tulipanes
Leer más“El contacto se ha perdido un poco. Solo espero que, al volver la paz, empecemos a salir nuevamente por el barrio, por los parques o callejones y la convivencia entonces gane fuerza por otro lado, con nuevos vecinos. O uniéndonos unos con otros, así nos toque atravesar las puertas que sean necesarias. Hoy por hoy solo queremos no volver a sentir esa taquicardia que por casi dos años nos ha tenido con el corazón en la mano. En Sauces ha pasado de todo. Sauces es una mancha roja dentro del mapa de la ciudad. Y querer borrar esos mal episodios y recuerdos”, indicó Laura Solórzano, también de la novena etapa.
Según datos de la Policía, entre 2019 y 2022 se ha reflejado un repunte en los crímenes (homicidio, robos a personas y de vehículos), aunque para la ciudadanía aquella estadística “no es nada” en comparación a la “real”.
Dos minutos fueron suficientes para que tres delincuentes, en la oscuridad de la madrugada, abran las puertas y se roben un expreso escolar parqueado en una de las veredas de la manzana 4 de la ciudadela Simón Bolívar, norte de Guayaquil.
— Diario Expreso (@Expresoec) February 21, 2023
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En 2019 hubo 47 crímenes y en 2022, 62. Aun así, Nelson Garaycoa, de la tercera etapa, advierte que los delitos son el doble o hasta el triple. “Creo que solo hablando de delitos comunes llegamos a tener 62 y en tres meses. Lo que pasa es que nadie denuncia porque en el sistema nadie confía. Por eso hemos llegado al extremo de vivir en una especie de cárcel comunitaria. Y ojo, que no lo digo como reclamo. Me siento tranquilo. Pero no es lo que quería para mi vida”, señala el ciudadano Samuel Lino; quien como Villanueva sugiere que las puertas estén cerradas solo por las noches.
Mientras no haya garantías de seguridad, las rejas tendrán que seguir protegiéndonos. El día que podamos dormir tranquilos, ahí será cuando se puedan quitar las rejas.
“Quizás y si solo cuando cae el sol se ponen los cerrojos, podríamos funcionar mejor. Y es que hay vecinos y hablo de todo Sauces que rechazan la medida, dicen que tanto encierro les genera tristeza. Y los entiendo, ¿pero qué más podemos hacer?”, argumenta Lídice Ocejo, de la primera etapa.
“Creímos ganar la batalla con las rejas, pero no fue así”
Leer másAntonieta Palacios, arquitecta, confirma que la medida a largo plazo puede causar depresión. “Estar enrejado es estar preso... Pero bajo el contexto que vivimos, es la única opción que los ciudadanos han hallado. No podemos irnos contra eso. ¿Qué hacer entonces? La solución debe ser integral, con cambios urbanísticos, vida en los espacios públicos; por supuesto, más control; cambios en las leyes, oportunidades laborales y educación. Como verán, no es algo que se dará de la noche a la mañana, pero hay que empezar ya si no queremos ser testigos o víctimas de una comunidad desolada emocionalmente”, asevera.