La crisis del transporte público: ¿cómo está afectando la economía del guayaquileño?
Deficiencias en el servicio no solo afectan el bienestar del usuario. Los gastos adicionales frenan la inversión y turismo
Aun cuando la Metrovía cuenta con 14 unidades nuevas que tienen aire acondicionado y asientos en buen estado y no destartalados, los guayaquileños lamentan contar en Guayaquil con un sistema de transporte público tan deplorable que incluso afecta su economía.
El pesimismo guayaquileño tiñe el futuro de la ciudad
Leer másEn diálogo con EXPRESO, usuarios de la Metrovía, del sistema de transporte público urbano y de la Aerovía, que cada vez tiene menos pasajeros (y aún menos turistas), denuncian cómo su bolsillo se desgasta cada vez más al no tener un medio de transporte digno que los lleve y traiga a sus destinos de forma segura, sin que corran riesgo en la ciudad.
Afectaciones que sufre el bolsillo
“Vivo en Chongón, trabajo en una fábrica cerca del barrio Cuba, en el sur, y ante la falta de unidades de la Metrovía me veo obligado a tomar hasta tres buses para llegar a mi trabajo y luego otros tres para retornar a casa. Más que dinero, porque gasto en promedio algo más de dos dólares en ida y regreso, gasto mucho tiempo. Y eso afecta mi economía, porque llego tarde, malhumorado, enfermo de tanto esmog... y al final termino no rindiendo como debo laboralmente porque mi salud mental está colapsada. Y eso me afecta a mí, a mi jefe, a la producción, a la ciudad, al país”, se queja Roberto Lino, quien en días de lluvia (como los ya registrados y los que se avecinan) y ante la tardanza de los colectivos, termina tomando un taxi, que le cobra al menos 7 dólares por cada viaje.
A Samira Castañeda, quien habita en la Alborada y trabaja en una fábrica ubicada en el sector de Monte Sinaí, le pasa algo similar. Ella tiene auto, uno que fue robado en agosto pasado cerca de su lugar de trabajo y luego recuperado, aunque ya desmantelado, pero no se moviliza en él por temor a que le pase lo mismo “o algo peor”. Por eso ha contratado un servicio de transporte por el que paga $ 90 al mes.
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Leer más“Es carísimo, lo sé, pero me sale menos de la mitad de lo que me costaría desplazarme en taxi el mes entero. Y opciones para que me lleve la Metrovía no tengo, me dejan lejos. Y con los buses de transporte urbano es igual: tomo uno en el norte que me lleva a la terminal terrestre, luego otro que me lleva hasta determinado punto de la entrada de la 8 y ahí me toca caminar para ir en tricimoto. Es una pérdida de tiempo”, lamenta.
Llamados a la acción
Para Jimmy Martillo, líder del club Ciclistas de la Calle y una de las voces claves por las que se logró que el Concejo Cantonal apruebe la ordenanza que regula el uso de la bici y vehículos de micromovilidad en la ciudad (aunque de la Mesa de Movilidad, parte también del proyecto, el Cabildo no dice hoy nada), todo sería distinto si Guayaquil tuviera un servicio de transporte integral o las suficientes unidades, puesto que “hay zonas del norte y del sur, como Los Esteros, donde ya ni pasan”.
“El servicio de transporte público que recibimos es pésimo, un maltrato para el guayaquileño. Y esto ya es inadmisible, uno de los graves e históricos problemas de Guayaquil que no logran ser resueltos, aun cuando la movilidad es un pilar fundamental para el desarrollo”, piensa.
Y los especialistas en materia de movilidad y planificación urbana están de acuerdo. De hecho, según detalló un informe del Foro Económico Mundial, la movilidad es tan importante que influye de forma directa en la calidad de vida de las personas y la ciudad. Las comunidades que invierten en aspectos como la electrificación, las infraestructuras y el transporte público de calidad, explicó, están mejor posicionadas para reducir las emisiones y adaptarse a los retos del futuro.
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Leer másLas ciudades deben invertir continuamente en sus sistemas de movilidad o corren el riesgo de quedarse atrás, indicó el Índice de Preparación para la Movilidad Urbana 2023. De allí que, según consta en el informe, no se pueden ignorar las nuevas tecnologías. “Las olas de calor sin precedentes han acelerado la necesidad de modos de transporte más ecológicos y de mejorar el acceso a la movilidad activa. Las ciudades líderes se centran en ampliar las infraestructuras; hacer que el transporte público sea asequible, accesible y eficiente; y fomentar la adopción de vehículos eléctricos, incentivando las compras y aumentando el acceso a las estaciones de carga”, detalla.
Las afectaciones ponen en riesgo incluso a la salud
Y esto precisamente es lo que le hace falta al Puerto Principal, asegura el arquitecto y urbanista guayaquileño David Solano. Él cita como ejemplo los días calurosos registrados en 2024, en los que la sensación térmica alcanzó incluso los 40 grados centígrados. “Bajo esas condiciones, resultaba imposible meterte en una Metrovía o un bus. Un adulto mayor podía fácilmente sufrir un golpe de calor. Ahora que la Metrovía ha traído nuevas unidades, las cosas pueden mejorar, pero no es la solución final. La solución está en cambiar toda la flota, en que los buses mejoren su ventilación y en que se dé cabida a medios de transporte alternativos, algo que no tiene lugar en la ciudad y tampoco en el Concejo Cantonal, donde el tema debería ser una prioridad”, señala.
A este punto, Alberto Hidalgo, magíster en Urbanismo con mención en Gobernanza y Planificación Urbana con enfoque al Cambio Climático, y asesor en movilidad sostenible, agrega la necesidad de que los sistemas de transporte estén de una vez por todas interconectados y cuenten con carriles exclusivos que las autoridades hagan respetar.
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En Quito, que tiene aún cosas por corregir, ejemplifica, hay cuatro sistemas masivos de transporte que permiten al ciudadano cruzar la capital de norte a sur con carriles exclusivos, y eso está ayudando a generar fluidez.
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Leer más“Eso debería pasar en Guayaquil. No hay carriles exclusivos, y si los hay no se los respeta, lo que complica la situación. La conectividad en Guayaquil entre la Metrovía y los buses de transporte público urbano ya debe darse. En la Francisco de Orellana, por citar un caso, se ve casi en su totalidad rodando a los vehículos privados, que no debe ser la prioridad jamás. Allí debería rodar el transporte público masivo exclusivo, pero de forma urgente; pero no hay rutas suficientes”, sentencia el también especialista que hizo posible que en Guayaquil se apruebe la ordenanza que regula el uso de la bici; al hacer énfasis en que Guayaquil tiene la tarea de mejorar el servicio para que el sueño del guayaquileño no sea más el de tener un carro incluso por cada miembro de la familia, que es lo que en muchos casos pasa.
“Ante la desesperación de no usar el transporte público, la gente se endeuda con un carro. En la ciudad, el vehículo particular ocupa el 70 % de las vías, pero mueve a menos del 20 % de la población local total. Eso está mal, no puede seguir pasando”, sostiene.
Los afectados colaterales: Inversión y turismo
Para Erasmo García, ingeniero mecánico de automotores y docente de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), los problemas del servicio de transporte público hacen que Guayaquil resulte menos atractiva para los empresarios que buscan invertir en distintos campos (sobre todo empresariales e inmobiliarios) y afectan directamente a los turistas, que se topan con una serie de barreras que incluso pueden ser físicas. “En los países desarrollados la apuesta en materia de transporte es prioritaria”, afirma.
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Leer másDe allí que Helsinki (Finlandia), para citar un ejemplo, tiene un planteamiento múltiple, que incluye zonas sin vehículos, una avanzada infraestructura ciclística y una moderna red nacional de ferrocarriles que le permite a la gente evitar el uso de vehículos personales de gasolina. Mientras que Berlín y Múnich, en Alemania, se benefician del billete Deutschland Ticket, que les permite a los viajeros utilizar todo el transporte público local por unos 50 dólares al mes.
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