
Cruzar la carretera E25, tarea mortal para fauna de la reserva Manglares Churute
Estudio revela impacto del atropellamiento de especies en esa vía. Academia pide hacer conciencia.
Tan rápido como un vehículo en carretera, Ecuador puede perder especies de fauna silvestre. Una problemática paralela a la deforestación y la contaminación es el atropellamiento de animales en las principales autopistas del país. Un ejemplo de ello es la investigación del ingeniero Jaime Salas, catedrático de la Universidad de Guayaquil, quien durante doce meses analizó la cantidad de animales que habitan cerca de la Reserva Manglares Churute -que se localiza en Naranjal (Guayas), a 40 kilómetros de Guayaquil, en el estuario del río Guayas- y mueren al intentar cruzar la vía E25.
“Desde hace al menos 30 años se han reportado casos de atropellamiento de mamíferos como nutrias y ocelotes en esta carretera. Sin embargo, no se había realizado un estudio sistemático para cuantificar el impacto real de estos incidentes sobre la fauna”, explica Salas a EXPRESO.
La vía E25 tiene una extensión de 51 kilómetros y, dependiendo del tramo, cuenta con entre dos y cuatro carriles. A lo largo de su recorrido, atraviesa un paisaje diverso que incluye caseríos, áreas agrícolas y zonas de recreación, además de la mencionada Reserva Natural Manglares Churute, lo que incrementa la interacción entre la infraestructura vial y la fauna silvestre.
Más cerca de la reserva se incrementan los atropellamientos
Durante un año de estudio, la investigación de Salas, junto a su compañera Mayra González, registró 224 animales muertos por atropello, pertenecientes a 11 especies diferentes. Entre los más afectados destacan la zarigüeya, el gavilán caracolero y la iguana verde. Los investigadores dividieron la carretera en tres tramos y descubrieron que los más cercanos a la reserva, especialmente los tramos 1 y 2, registraron las tasas más altas de atropellamientos, con 5.51 y 6.04 animales muertos por kilómetro, respectivamente.
“Considerando que dentro de las áreas protegidas habitan especies con algún tipo de categoría de amenaza, la fragmentación de sus hábitats o la cercanía a vías vehiculares incrementa la mortalidad y puede ocasionar la reducción de poblaciones clave para el equilibrio del ecosistema”, sostiene la coautora Mayra González.
Se necesitan más estudios y reducir la velocidad
La misión de preservar la vida, sobre todo en las carreteras, debe ser difundida a través de múltiples medios. Así lo considera el biólogo Pablo Medrano, quien también ha investigado el tema. “En las rectas, la gente acelera, mientras que en las curvas reduce la velocidad, lo que disminuye el riesgo de atropellamientos”, explica. Medrano aboga por fomentar una cultura de conducción más lenta y consciente para proteger a la fauna.
Él lideró un ambicioso proyecto de ciencia ciudadana que recopiló cerca de 5,000 registros de atropellamientos en todo Ecuador. “La gente nos enviaba fotos y ubicaciones de animales atropellados, y con eso armamos una base de datos enorme”, cuenta.
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Este estudio, publicado en 2023, identificó zonas críticas, como Galápagos, donde la tasa de atropellamientos es alta debido a la presencia de especies endémicas. Por la magnitud del problema, la comunidad científica coincide en que se necesitan estudios adicionales para identificar puntos de alta incidencia de atropellamientos y su relación con atributos del paisaje, como el uso del suelo, la presencia de cuerpos de agua y la intensidad del flujo vehicular.
Se podría señalar también la falta de señalización preventiva en vías como la E25, pero de poco sirve su presencia si los conductores no la respetan. Ese es el criterio del académico Michael Larreategui, quien colabora con Jaime Salas en una investigación próxima a publicarse sobre el atropellamiento de aves en la vía a la costa.
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“La gente debe tomar conciencia no solo sobre la velocidad, sino también sobre el impacto de arrojar comida y plásticos en la carretera. Estos residuos atraen animales, que mueren al instante al ser impactados por vehículos en movimiento. Luego, sus cadáveres atraen aves carroñeras, que también terminan atropelladas”, enfatiza Larreategui, dimensionando la problemática.
Los expertos advierten que es urgente tomar medidas. La construcción de pasos de fauna, la reducción de la velocidad en áreas sensibles y la planificación de carreteras más sostenibles son acciones clave para proteger a las especies amenazadas. Como señala Medrano: “La biodiversidad de Ecuador es única, y si no actuamos ahora, podríamos perderla para siempre”.
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