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Maleza en escuelas
El monte ha crecido tanto en las afueras de la unidad educativa Dolores Cacuango, ubicada en el norte de la ciudad, que dificulta observar el interior de esta.Jimmy Negrete / EXPRESO

La cuarentena deja en el olvido a los planteles fiscales

La maleza y basura son huéspedes de los centros escolares que permanecen cerrados por la emergencia sanitaria. Las autoridades reconocen el problema

Los árboles crecen y la maleza también. La basura cubre los alrededores de los planteles fiscales de varios sectores de Guayaquil, cuyas puertas de ingreso permanecen cerradas con grandes candados desde que los estudiantes y maestros dejaron las aulas.

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La emergencia sanitaria decretada el 11 de marzo pasado, debido a la pandemia mundial de COVID-19, mantiene en abandono la limpieza y mantenimiento de las unidades educativas públicas, que tendrán un gran reto para poder abrir sus puertas cuando las autoridades decidan el retorno paulatino a clases presenciales.

Hojas secas, césped alto y desechos: ese es el panorama en algunos establecimientos de la ciudad, sin contar con el polvo acumulado en las aulas, baños y oficinas administrativas.

banca
Las aulas y bancas de la escuela Clara León de Posligua, en el noroeste, continúan con cenizas caídas por la erupción del volcán Sangay, hace tres semanas.Jimmy Negrete / EXPRESO

Unos pocos se mantienen a flote con el apoyo de la misma comunidad, que se reúne por lo menos una vez al mes para realizar mingas de limpieza en los alrededores, ya que es casi imposible ingresar a los planteles sin el permiso de las autoridades y porque en los locales no hay un guardia o conserje que permita el acceso.

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Los vecinos siguen preocupados porque los exteriores de algunos planteles, ahora vacíos, son usados para consumir drogas y alcohol.

Este es el caso de la unidad educativa fiscal Dolores Cacuango, ubicada en la ciudadela Las Orquídeas, en el norte de la urbe, que está invadida de maleza, desechos, plásticos, llantas viejas y material de construcción, que impiden visualizar su fachada.

Y si bien los estudiantes todavía no llegan al plantel, el estado de abandono en que se encuentra inquieta a los padres de familia, ya que el desmedido crecimiento del monte en los patios podría favorecer la reproducción de zancudos, transmisores de enfermedades como dengue, zika, chikunguña, paludismo, entre otras.

Los habitante de la zona hemos realizado mingas de limpieza en vista de que las autoridades educativas no han venido a ver cómo se encuentra el colegio.

Silvia Quito, madre de familia del sector de Monte Sinaí

“Nosotros tratamos de mantener un poco limpia la parte de afuera, pero el interior sigue descuidado”, manifiesta Ángela Salas, una madre de familia de la zona que señala que todavía hay rezagos de las cenizas que cayeron hace dos semanas por la erupción del volcán Sangay, ubicado en la provincia de Morona Santiago.

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“Nadie del distrito educativo se ha hecho presente para constatar el estado en que se encuentra el plantel. Tampoco han llegado para darle mantenimiento”, se queja Aníbal Terán, habitante de la zona.

Otro problema que ronda a este plantel es la inseguridad. Los padres de familia denuncian que en las afueras y alrededores roban y fuman. Los malandrines llegan al lugar cuando inicia la noche y tratan de ingresar al establecimiento para convertirlo en guarida.

“Los malandrines no logran su objetivo porque nosotros salimos con palos y los sacamos corriendo”, afirma Marlene Peralta, quien reside a pocas cuadras del establecimiento.

La moradora comenta que miembros de la policía también rondan la zona, pero que cuando se alejan, nuevamente los malandros regresan a causar temor.

Desde marzo el colegio permanece abandonado y descuidado, lo cual ha servido para que los delincuentes intenten hacer sus guaridas dentro y fuera del plantel.

Juan Lascano, padre de familia del sector de Las Orquídeas

Pero no es el único plantel descuidado en época de pandemia. En Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil, la mayoría afronta estos problema.

Uno de ellos es la escuela José Martí, ubicada en el sector Las Camilas, cuyos exteriores lucen despintados y su estructura no ha recibido mantenimiento. “La escuela está así desde hace algunos meses, pero la emergencia sanitaria acentuó sus necesidades. Nosotros apoyamos con la limpieza de forma voluntaria, pero las autoridades educativas son las llamadas a velar por el cuidado de la infraestructura”, señala Juan Silva, quien tiene dos hijos que se educan en dicho plantel, pero ahora reciben clases desde casa.

No se ha podido realizar el mantenimiento de los planteles, por precautelar la salud de todo el personal que siempre ha estado involucrado en esta tarea.

Alexandra Higgins, subsecretaria de Educación Zona 8
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La unidad educativa Clara León de Posligua, ubicada en el sector Las Marías, a pocos metros del Hospital Monte Sinaí; la Leonidas Ortega, en la isla Trinitaria, sur de la ciudad; así como otras en el suburbio oeste, tienen los mismos problemas que las anteriores.

Alexandra Higgins, subsecretaria de Educación de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), reconoció que por la emergencia sanitaria no se han podido realizar ciertas acciones en los planteles educativos, por la modalidad de trabajo que se mantiene en el país y por la priorización del cuidado de la salud del trabajador.

maleza
Los exteriores de la unidad educativa José Martí se han convertido en un basurero que es rondado por chamberos.Jimmy Negrete / EXPRESO

 “En este instante no hay necesidad de cortar la maleza, ni pintar la fachada de un colegio, ya que los niños aún no irán a la escuela. Sin embargo, en los últimos días hemos activado algunos centros escolares para efectuar la entrega de libros gratuitos”, dijo. 

La funcionaria añadió que una vez que el semáforo esté en verde se irán ejecutando ciertos trabajos en la parte interna y externa de los planteles. Y 15 días antes del inicio de las clases semipresenciales se llevarán a cabo tareas de limpieza y mantenimiento con la participación voluntaria de la comunidad.

Finalmente informó que los directivos de planteles y líderes comunitarios están conectados con la policía para estar al tanto de lo que sucede en los alrededores de los planteles. “Esto, incluso, ha hecho que bajen los robos que en un principio se dieron al interior de los locales escolares”, puntualizó.

ACCIONES

La comunidad ha buscado la ayuda de la policía para evitar que los establecimientos educativos sean blanco de la delincuencia.