Guayaquil: la delincuencia se apodera del transporte público y paraderos

“Al piso y todo el que se mueve se muere”. Fue la aterradora frase que soltó un hombre, con cuchillo en mano, mientras desvalijaba a los pasajeros que se movilizaban en la línea 89 de la cooperativa Saucinc. Junto a él otro sujeto atemorizaba a los hombres y mujeres que intentaban resguardar sus pertenencias, pero que al final fue en vano, ya que les arrebataron todo en menos de dos minutos.

El violento hecho se viralizó en redes sociales y es uno de los más recientes asaltos que se registran en los buses urbanos. Esto evidencia que la ola delincuencial que azota a Guayaquil gana más terreno y no solo da terror parar la marcha cuando el semáforo se pinta de rojo o cuando se está haciendo fila fuera de una entidad bancaria. La delincuencia también se filtra en el transporte público, al igual que en los paraderos.

Jonathan Cisneros ha sido víctima del hampa por más de una ocasión al ir en autobús. Recuerda que cuando se dirigía al hospital Guasmo Sur, a bordo de la línea 35, un sujeto le arranchó su reloj y, hace una semana, le sustrajeron el celular del bolsillo de su camisa sin que él se diera cuenta.

“Me iba a bajar y se formó una aglomeración de personas en la puerta de salida. Allí fue que se me lo llevaron, pues distraen a los que se bajan del bus. Cada vez son más audaces estos infelices y no hay acción que los frene”, narra con coraje este joven que en aquel día se movilizaba a su lugar de trabajo, en el centro de la ciudad.

Historias como la de él se multiplican en distintos sectores y es bajo esa modalidad que se comenten, en su mayoría, los hurtos a los usuarios. Celulares y las billeteras son los objetos más sustraídos.

Es por esto que EXPRESO realizó un recorrido por los puntos que, de acuerdo a la ciudadanía, son las “zonas calientes” de los asaltos. En el listado figuran la entrada de la 8, los paraderos de la autopista Narcisa de Jesús, los de la Rodríguez Bonín, a lo largo de la Perimetral y el casco porteño.

En la bulliciosa entrada de la 8 y a lo largo de la Perimetral, por ejemplo, los usuarios reconocen que en el intervalo de 07:00 a 09:00 y de 17:00 a 19:00, es cuando los delincuentes se camuflan entre los usuarios, que van o vienen de sus trabajos. Y es entre el tumulto de personas que aprovechan para arranchar lo que más puedan, o conversan con la víctima y otros sustraen las pertenencias.

Esto ha obligado a Emilio Garzón, morador de este populoso sector, a movilizarse sin su celular, pues no solo teme que le roben sino que se le escape un tiro al delincuente. “Aquí cada semana roban dos o tres veces y también lo hacen cuando el bus está en movimiento, pero es en las horas pico donde abundan los pillos”, cuenta Garzón mientras espera una unidad que lo lleve al centro.

En los paraderos de la Rodríguez Bonín, en el sector de San Eduardo, Miguel Alcívar, morador de la zona, denuncia que un grupo de hasta cinco personas, incluidas mujeres, arrebatan las pertenencias, asimismo, sin que el usuario se percate.

De acuerdo con estadísticas de delitos de la Fiscalía, entre enero y agosto de este 2021 se han registrado 16.017 casos de robo a personas, que en su mayoría corresponden bajo la modalidad del asalto y el arranche. De eso, el 40,3 % atañe a la provincia del Guayas.

Mientras que la Policía Nacional confirmó a EXPRESO que entre el 1 de enero al 9 de octubre de este año, se contabilizan 519 casos de robo de buses en la Zona 8. En el mismo período del año 2020, en cambio, se registran 420 casos. Los distritos donde más se suscitan estos asaltos son Pascuales, 9 de Octubre, Modelo y Portete. Los registros son los que se denuncian, pero ciudadanos concuerdan que no llegan a esa instancia por diferentes causas, entre ellas, temor a represalias.

Pero los pasajeros no son las únicas víctimas, pues los conductores también dicen estar cansados de rodar con miedo. Así lo reconoce Lenar Aldás, transportista de la línea 103, y quien atribuye estos últimos meses como los más “alarmantes” después de que Guayaquil recobró su ritmo.

“Cada vez los asaltos son más violentos y todos marchamos. Vivimos en inseguridad y urge un trabajo en conjunto con la autoridad, que vigile las frecuencias y paraderos, ¿dónde está el trabajo de inteligencia?”, se cuestiona Aldás, al lamentarse de que le han robado por tres ocasiones en un año.