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La Fábrica. Con una oferta que incluye: danza árabe, contemporánea y yoga; este centro cultural regresa con una programación tras cinco años de ausencia.Cortesía

Una demanda por llevar arte a la periferia de Guayaquil

El centro es foco de la cultura guayaquileña. Los gestores piden que las actividades lleguen a todos los barrios. Alegan que urgen políticas estatales

Guayaquil es una ciudad de arte. No tan solo porque es centro universitario del Ecuador en esta materia, sino porque en varios sectores de la urbe y fuera de ella, existen manifestaciones artísticas que, a pesar de no tener un público considerable, sigue luchando porque se los reconozca y puedan sobrevivir. Sin embargo, para varios gestores culturales que mantienen espacios privados, la pandemia y la gratuidad que inició hace ya varios años y fue creciendo a medida que la Universidad de las Artes fue desarrollando más actividades, lo que para ellos no es malo (que tener arte en la ciudad jamás será malo, alegan), golpeó colateralmente su trabajo.

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Plataformas culturales privadas que se encontraban alejadas del centro, fueron desapareciendo, y ahora requieren una atención municipal que se adeuda desde administraciones pasadas.

Nathalie Elghoul, gestora y representante del espacio cultural La Fábrica, cree que existe todavía un afán del Municipio de ordenar la ciudad, ubicando al mercado artístico, estratégicamente en un punto donde hay convergencia económica, con una oferta gastronómica y turística.

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EspaciosSarao, El Altillo, Fantoche son algunos de los espacios que han cerrado en los últimos años o se han vuelto temporales.

“A la fecha, no existen ideas de corredores culturales válidos, para cubrir su cuota de responsabilidad social. Seguimos sin atender otros barrios, otras comunidades en donde el arte debería ser prioritario”, argumenta.

Elghoul analiza la problemática y comparte su descontento. “La ciudad no es solo el centro, la ciudad debería poder tener espacios culturales, conservatorios de formación artística municipales, casas y teatros para las artes en cada barrio, donde los ciudadanos puedan acudir a escuchar un concierto, ver una película, una obra de danza y de teatro. Además de acudir a espacios de formación y de esparcimiento”.

Actualmente, hay espacios muy interesantes en Guayaquil que evidencian un compromiso de algunos artistas con mantener una oferta cultural sostenida y expandir públicos.

Diana Pacheco, catedrática de la Universidad Casa Grande

La experta en danza reconoce y destaca la importancia y labor de la Universidad de las Artes, pero las políticas institucionales estatales, piensa, asimismo, deberían pensar en si la gratuidad en todos sus trabajos, colabora a los espacios independientes que tienen un valor económico. “Me repito constantemente si es pertinente volver a activar La Fábrica, como un espacio que brinde una programación constante. La verdad es que veo una gran dificultad para hacerlo, porque puedo competir contra muchas dificultades, pero no contra la gratuidad. Ahí el camino se nos torna más difícil”, alega.

TEATRO
Teatro El Establo. La Universidad Casa Grande busca contribuir con este espacio a la consolidación de nuevos públicos y crear redes de artistas para unificar su agenda.JOFFRE FLORES

Diana Pacheco, decana de la Facultad de Artes de la Universidad Casa Grande, comenta a este Diario sobre la centralización del arte en Guayaquil. Para la catedrática, que los espacios culturales estén concentrados en el centro no es una sorpresa, pues la presencia de edificaciones históricas, la actividad comercial y ubicación propician este fenómeno. “En muchas grandes metrópolis hay nichos en los que se aglutina la oferta cultural. Esto no quiere decir que no es importante crear espacios en otras zonas, todo lo contrario, es importante potenciar los espacios que han apostado por atraer otra concentración de públicos”.

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Pacheco recomienda a los artistas que se cree estrategias de creación de espectadores, y que se exija el apoyo estatal, que debería ser “una medida urgente para estos espacios”. “Este apoyo no debería ser solo económico, sino también el conceder espacios para que se conviertan en sedes de creación, ensayo y muestras de espectáculos”, puntualiza.

No se debe pensar tan solo en espacios grandes, sino también en espacios pequeños e independientes, como la Casa Cino Fabiani, donde también he visto gran audiencia.

Jorge Parra, director de Zona Escena y docente UArtes

Juan Coba Caiza, director y fundador del Teatro Arawa, es un ejemplo de lucha por sacar el arte del centro a las zonas más vulnerables de Guayaquil. “En nuestra experiencia, hemos venido manejando, pese a todo, el Encuentro de Teatro en Comunidad - Entepola en Guasmo Sur. Llevamos 18 ediciones de este evento. Arawa tomó la decisión de democratizar el arte escénico; el teatro sale de su reducido marco formal y oficial para ponerlo al alcance de todos y todas, se inserta en la comunidad”, afirma.

Coba hace un llamado al Municipio para que se fortalezca la actividad cultural “en los amplios sectores marginados y se ejecute una programación de caravanas culturales en la periferia de la ciudad de Guayaquil, donde la cultura y el arte no llegan”.

Asimismo, Jorge Parra, director de Zona Escena, cree que el arte de la calle, “el divertimento” municipal no es lo único que “se debería incentivar en los lugares donde reina la violencia, sino tener una mirada más profunda del arte que involucra la música y la danza”.

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