Urdesa: Demolición de la casa de colores deja paz y nostalgia
Fue escenario de difusión cultural y conciertos. Ahora era una guarida de consumidores. Había colchones, condones y hasta una avioneta
Aunque llamaba la atención por los colores que rodean sus paredes exteriores, la casa ubicada en Higueras y Costanera, en Urdesa Central, hace tiempo que había perdido su brillo.
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Leer másSe sabe que hace más de tres décadas que no la habita nadie. Dicen vecinos del sector, como la expresidenta del Comité de Urdesa, Zoila Castro, que algún tiempo tuvo como dueños a los miembros de la familia orense Ramírez Franco, pero que ellos, de quienes hoy no se sabe mucho, lamentablemente la perdieron por problemas económicos.
Había nacido un mito entonces. Verdad o mentira de esa casa se cuenta que hay fantasmas. “Hay dos versiones, una que el dueño era un bananero que mató a su esposa e hijo; y la segunda versión, que los esposos salieron a una fiesta y al regresar encontraron que habían asesinado al hijo y la empleada”, cuenta Ivonne Vallejo, moradora de Urdesa.
Los ruidos en la noche, gritos que -cuentan algunos- salen de las paredes, porque supuestamente penan dentro, le dieron el nombre de “la casa embrujada de Urdesa”, y hoy, que el Cabildo pretende demolerla, es noticia otra vez.
No se trata de una casa cualquiera. Es el lugar que vio los mejores tiempos del mundo ‘under’ en Guayaquil. Gracias a la iniciativa de un gestor cultural, se organizaron allí conciertos, ferias, exposiciones, mercadillos y demás.
Daniel Haro, dueño de My Insomnia Radio, emisora web que difundía música local, recuerda bien ese tiempo. Aunque no había demasiada organización, reconoce, el espacio demostró ser un potencial lugar para la cultura “y debió aprovecharse”.
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Leer másTambién el escritor Jorge Osinaga recuerda esa época. “Varias veces estuve presente en sus mercadillos. Ahí nació El Fauno Verde como librería itinerante y junto a varios amigos y amigas organizamos un festival de música electrónica. En todas estas actividades salimos contentos con los resultados”, recuerda.
Es la otra cara de ese pasado, la más actual, sin embargo, lo que obliga al Municipio de Guayaquil a demoler el inmueble, hoy completamente deteriorado por dentro.
A esa casa llegaban grupos de estudiantes, cuando había clases presenciales. En la noche llegaban grupos de jóvenes en moto. Hace unos dos meses hubo un incendio.
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Leer másMoncho Villacreces, vocalista del grupo GOE, recuerda que fueron los gestores Daniel Adum y Paulina Obrist quienes impulsaron actividades dentro, pero reconoce, como vecino del sector, que ha visto cómo se convirtió en refugio de indigentes y demás personas de “actividades dudosas”. “Me da mucha pena que haya terminado así, después de que la hicieron funcionar como un centro cultural... Fue una gran época”.
Al momento de la inspección de la autoridad, en el interior del inmueble se encontraron colchones, zapatos, ropa y carteras deterioradas, además de preservativos e incluso colillas de cigarrillos, entre otros objetos, desperdicios de alimentos y hasta el fuselaje de una avioneta.
Agradezco al Municipio por demoler la casa ‘embrujada’, demoró en hacerlo. Un grupo de jóvenes que se reunían allí, robaron en mi casa. Se llevaron $ 1.500 y enseres.
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Leer másPor eso, aunque artistas y gestores recuerden con beneplácito los buenos tiempos de la casa, al igual que para Villacreses, a los vecinos del sector la decisión les resulta un verdadero alivio.
Los moradores se quejaban constantemente de que el lugar era utilizado por grupos de jóvenes, que al parecer se drogaban y hasta hay leyendas de que allí se realizaban ritos satánicos.
“Estoy alegre de que van a demoler un lugar que era punto de encuentro de jóvenes que no tenían buena reputación. Uno de esos grupos después de salir de allí se subieron por el balcón y nos asaltaron. Se nos llevaron 1.500 dólares y enseres”, relató a Diario EXPRESO Yadira Torres, quien vive frente al inmueble abandonado.
Los vecinos cuentan que la casa era visitada las 24 horas. “En tiempo de las clases presenciales veía a grupos de alumnos, con uniforme, ingresar allí y por la noche era jóvenes que llegaban en moto. En cuanto se percibía el olor a droga se llamaba a la policía”, dijo Laura Valdivieso, quien vive a media cuadra del lugar.
Tras la demolición se va a construir un cerco, la vivienda aún es una propiedad privada, ahora intervenida por el abandono.