El desafío de caminar en una ciudad con rampas tortuosas
Adultos mayores y personas con movilidad reducida son los más afectados. Las que están alrededor de la Caja del Seguro, Colón y Garaycoa no son nada amigables
“Agárrese fuerte y tenga cuidado”. Es la advertencia que suelta una mujer a un adulto mayor mientras lo empuja en su silla de ruedas, al bajar por la malograda rampa de la intersección de Lavayen y Olmedo, en los exteriores de la Caja del Seguro. El hombre obedece y estruja sus manos con los hierros laterales, pero es necesaria la asistencia de otra persona, que se une a la chica, y logran que él pueda llegar a la calzada y así continuar con su marcha. Un desafío en el caótico centro.
Las calles de Guayaquil y Quito, intransitables y egoístas con el adulto mayor
Leer másEsta es la realidad que padecen los adultos mayores y personas con movilidad reducida al enfrentarse a las rampas que se encuentran en las calles aledañas del edificio, como la Colón y que, además de no cumplir con su función, reflejan que son un verdadero tormento para todos los ciudadanos.
Diario EXPRESO realizó un recorrido por el punto y bastaron diez minutos para ver cómo las personas dan un salto, se aferran a una destartalada baranda, y más de uno clava su mirada a la arteria para no caer. Lo hacen porque la cuneta no se conecta con la transitada vía, por tanto asfalto que se le ha colocado, y deja un efecto para los que circulan en sillas de ruedas: quedan atrapados.
Esto último es lo que vive a diario Hilario Márquez cuando circula por el casco urbano en su silla de ruedas. Hace una pausa y relata a este Diario que no le queda otra opción que arriesgarse a andar por las calles o por las aceras, pues las rampas son sus enemigas.
Las rampas son necesarias, pero hay que hacer un estudio para saber dónde ubicarlas, que no entorpezcan y dé el servicio para el que fueron construidas.
“No deben tener ese filo, que forma otro piso en la misma calle, y es por eso que me toca ir por la calle. En Quito la situación es un poco diferente”, narra el ciudadano, a quien le tocó pedir ayuda a un joven para poder encaminarse a la calle Boyacá, no sin antes exigir al Municipio que enmiende los errores y las futuras obras sean más amigables con las personas de movilidad reducida.
Ante ello, se le consultó a la entidad cómo actuará en el área y en cuántas se prevé una intervención, teniendo en cuenta que este escenario es común en toda la ciudad; pero hasta el cierre de esta edición las respuestas no llegaron. Otra consulta fue por qué no se ha sancionado a los contratistas que han ejecutado estos trabajos, pero se repitió el sello del silencio.
La magíster en Arquitectura y Hábitat Sustentable, Lili Carbonell, también cuestiona este último punto. “Alguien debe revisarlos, pero parece que no es así. Debería haber una fiscalización o responsable técnico que tome en consideración esas uniones”, comenta la experta, quien califica como “desprolijo” a ese trabajo, así como en Circunvalación Sur, Urdesa, donde los desniveles forman precipicios.
El reclamo del peatón de Los Rosales fue atendido
Leer más“Muchas veces hay errores no solamente entre la unión de la calzada y la rampa, pues el coche no rueda o no puede subir; siempre hay una traba”, se lamenta.
Un comentario similar otorga Dennis Maroto, magíster en Planificación y Gestión de Proyectos Agroturísticos, al subrayar que es “antitécnico” y anhela que las autoridades analicen cabalmente las condiciones de las avenidas y calles, no solo céntricas de Guayaquil, y que se dé el mantenimiento y las adecuaciones pertinentes para que se desplacen con facilidad y autonomía.
“Si existe un desnivel o resalto entre la acera y la calzada, esto es incómodo, doloroso (en algunos casos) e inseguro; en tanto, el andar por la calle resulta más práctico, pero con la alta posibilidad y consecuencia de un siniestro vial”, advierte.
Cuando hablamos de adecuar una ciudad lo ideal es pensarlo bajo el diseño universal, para que todos podamos desplazarnos con facilidad y autonomía.
Acota que ahora al Cabildo le concierne arreglar estas rampas para, al menos, dar los mínimos parámetros para que alguien pueda moverse con ayuda de otra persona.
En la Lorenzo de Garaycoa, a cinco cuadras de distancia la Caja del Seguro, las trabas también se pasean por las rampas de este punto. Los desniveles hacen que los transeúntes miren con hastío a esta parte de la calle y gritan por arreglos.
Una de ellas es Carmen Rodríguez, comerciante del sector, quien cuestiona a la autoridad en “dejar de lado” a los adultos mayores, pues, recalca, “Guayaquil carece de infraestructura para ellos”.
“Cada vez hay más carros y se achican las aceras. No es ideal, por lo que se debe replantear el diseño de la urbe”, concluye Rodríguez, quien, al igual que los consultados, anhela que las rampas cumplan con su verdadera función y ya no sean las enemigas de los ciudadanos.