Colegio Nacional Guayaquil
Ensayo. Exalumnas del entonces Colegio Nacional Guayaquil buscan formar el grupo de exbastoneras y exmiembros de la banda de paz.Joffre Flores

Los desfiles se quedaron en el corazón de las exbastoneras y ahora buscan regresar

Las exbastoneras y la exbanda del Colegio Nacional Guayaquil quieren agruparse. Cuentan las anécdotas de la década de los 80

Hace 40 años ellas ingresaron a formar parte del grupo de bastoneras y de la banda de guerra, que ahora es denominada banda de paz. El grupo del entonces Colegio Nacional Guayaquil (ahora Instituto Superior Tecnológico Guayaquil), por llevar el nombre de la ciudad, abría o cerraba los desfiles. Hasta la fecha, el nuevo grupo es la sensación y son las que ganan más aplausos del público por la elegancia y acrobacias que hacen.

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Las exalumnas buscan formar el grupo de las exbastoneras y exbanda de la entidad educativa. La gestora es Guideth Mejía, quien poco a poco va formando un chat.

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En el reencuentro saltan los recuerdos y las anécdotas. Corrían los días de la década de los 80, cuando Mejía tenía 12 años de edad, y le llamó la atención el ensayo del grupo y preguntó cómo ingresar: lo más importante era tener buenas notas, disciplina y tiempo, porque se quedaban todos los días para practicar después de clases e incluso debían ir los sábados.

La coordinadora del grupo le preguntó qué quería seleccionar; por la herencia musical, que hasta ese entonces no sabía que tenía, escogió la corneta.

Fue una verdadera sorpresa descubrir que el instructor era su abuelo, Luis Mejía. “Lo conocía, él tenía un nuevo compromiso, y aunque mi papá lo invitaba a salir en familia yo no preguntaba nada. Era la época en que los niños no interrumpían las conversaciones de los adultos. Así que ni siquiera sabía en qué trabajaba mi abuelo”, relata Guideth.

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Nombre. La banda de guerra pasó a llamarse banda de paz entre 2007 y 2008, para promover valores e instar a la paz y armonía.
desfile Guayaquil

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Agrega que a partir de ese día, tener a su abuelo como instructor de la banda desarrolló un apego familiar, que de verlo muy pocas veces, ahora lo veía seis veces a la semana. “Mis compañeras también empezaron a decirle abuelo, él se reía. En el grupo también estuvo mi prima, Sara, que también la conocí ese mismo día”, dice.

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Guideth ahora es profesora de matemáticas y coordinadora de la banda de paz de la Unidad Educativa Fiscal Vicente Rocafuerte.

Colegio Nacional Guayaquil
Recuerdo. Es una de las fotos del recuerdo, de uno de los desfiles. La segunda, de izquierda a derecha, es Débora Mora, quien en la foto es la tercera.Joffre Flores


El garbo y felicitaciones

¿Qué hacía que fueran la sensación en los desfiles? “En los ensayos no solo teníamos que aprender la marcha, usar el bastón; sino que también pasos de ballet. Teníamos una instructora para ello y por eso era el garbo y la elegancia al desfilar”, relata Okrana Villacrés, exbastonera.

Busco reagrupar a las bastoneras y miembros de la banda; celebrar a Guayaquil en los desfiles quedó en nuestros corazones y queremos seguir haciéndolo.

Guideth Mejía,
gestora de formar el grupo de exbastoneras y exmiembros de la banda

Hasta los presidentes y vicepresidentes quedaban impresionados por el profesionalismo de las chiquillas. “Una vez León Roldós quedó como presidente encargado y asistió al desfile. Me mandó una carta de felicitación y eso me sirvió para ingresar a la universidad, estudié para ser profesora de educación física y he sido instructora de bastoneras en el colegio donde me gradué”, indica Adela Jaramillo, exbastonera.

En el grupo hay hasta quien está orgullosa de que ahora su nieta, Ashley, también es bastonera, como es el caso de Blanchy Brizz, exbastonera y exmiembro de la banda, toca corneta. En sus días de adolescencia participaba en las dos disciplinas, aunque al final se quedó para tocar la corneta.

Hay nostalgia por los cientos de desfiles en que participaron, hasta en otras provincias del país. Rita Chacón, quien tocaba el tambor redoblante, recuerda que con los palillos en alto se daba la orden de empezar a tocar. “Para quienes tocábamos tambores teníamos que tener ligereza en las manos, pero a la vez fuerza en los brazos”, manifiesta. Agrega que la música interpretada les hacía retumbar sus corazones.

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Siempre se impulsaron los valores morales y éticos antes que rostro o cuerpo para seleccionar a quienes serían parte de las bastoneras y banda, concuerda el grupo. Ellas enfatizan que aprendieron a amar y querer esta ciudad, sentimientos que lamentablemente en la actualidad no todos los jóvenes han cultivado. Lamentan el nivel de inseguridad por la pérdida de valores que se deben volver a enseñar en los hogares y colegios.

Al ser parte de la banda aprendí a ser responsable y disciplinada. Marchar sincronizadas nos ayudó a aprender la importancia del trabajo en grupo.

Margarita Arce,
exmiembro de la banda del Colegio Nacional de Guayaquil

El grupo por ahora ha vuelto a ensayar, aunque cuando se ha dado el reencuentro de las exalumnas, sí se han presentado. Pero el mayor anhelo es volver a desfilar para homenajear a la ciudad.

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En Guayaquil existen varios grupos de exalumnos de los colegios más representativos de la ciudad. Sería interesante que el Municipio de Guayaquil o la Prefectura del Guayas los convoque para un desfile de los exalumnos. Una sugerencia que queda como tarea para las autoridades.

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