El desinterés de la Alcaldía de Playas deja en ruinas al barrio
Los vecinos de Bellavista están hartos de vivir sin sombra, con polvo y baches. Cuestionan no ver reflejado en obras el dinero que pagan por los impuestos
“Dicen que somos un barrio pelucón porque tenemos nuestras propiedades y vehículos, porque vivimos cerquita del mar, pero el escenario urbanístico en el que vivimos dice lo contrario, esto es tierra de nadie. Nuestras calles apenas están lastradas, no hay alcantarillado, tenemos un alumbrado público deficiente, no hay ni siquiera áreas verdes”, se queja Ruth Zambrano, habitante de la ciudadela Bellavista, ubicada en el kilómetro 2 de la vía a Posorja, en Playas.
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Leer másZambrano quisiera entender cuáles son las razones que motivan al alcalde de Playas, Dani Mite, ser tan indiferente con este vecindario. “¿Será porque no representamos en voto, será por eso que no nos toman en cuenta?”, cuestionó la residente y dueña de un hotel, quien está harta de pagar “impuestos elevadísimos” cada año, pese a que tanto ella como sus clientes no hacen más que aspirar polvo.
“Llevamos 30 años pidiendo a los distintos alcaldes obras; pero nadie nos mira”, sostiene. Ronald Tumbaco, otro residente, coincide, y alega que de no ver trabajos inmediatos nunca más volverá a pagar los predios.
“No importa ya lo que pase, la Alcaldía nos está robando. Se está llevando nuestra plata”, asegura la guayaquileña Maggie Sabando, quien tiene una vivienda familiar allí.
Lorena Villamar se queja de que en las planillas de consumo de agua, que son de por sí elevadas, les facturan por el mantenimiento de alcantarillado, una obra que en la ciudadela ni siquiera existe. “El Municipio nos dice que nuestros impuestos son altos porque vivimos en una zona de alta plusvalía y privilegiada, pero de qué plusvalía habla si no hay ni servicios básicos”, subraya; al denunciar que todos los años los inspectores municipales los amenazan con enviar sus casos a coactiva si no quieren pagar a tiempo. “Pero es que estamos hartos. No queremos pagar un día más”, alerta.
Estamos esperando las obras que, según el alcalde están en estudios. Pero esos estudios llevan tres décadas, que es el tiempo que nos vienen diciendo lo mismo.
Los caminos que conectan con la playa están llenos de hueco, donde caen los vehículos, dañando los amortiguadores, rótulas, resortes y el motor.
“Un balneario que el Municipio promociona tanto merece atención. El alcalde defiende que está atendiendo los barrios, pero nosotros somos parte de Playas y necesitamos atención, es lo justo y equitativo. Si no lo puede hacer, que deje entonces su puesto, a fin de que llegue alguien que sepa administrar el dinero como se debe”, refunfuña el ciudadano Rómulo Castro, en alusión a la gestión de Mite.
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Leer másFrente a esta situación, el director municipal de Obras Públicas Municipal, Omar Granados, especifica que el barrio Bellavista está dividido en dos por la vía a Posorja. Así, en la parte del sur, habitada por los moradores de Playas, se trabaja en la elaboración del proyecto de alcantarillado sanitario y pluvial y el asfaltado de la avenida Glenda Yagual, en una extensión de 1.400 metros (desde el barrio San Jacinto hasta Bellavista), mientras que en la parte suroeste, donde residen las familias de Guayaquil y otras ciudades y apenas unos cuantos nativos de Playas, hay estudios para realizar la pavimentación, pero recién en 2023. Esta situación a las familias les parece injusta y discriminatoria.
Una vez tuvimos la iniciativa de adoquinar las calles con recursos propios al ver las eternas nubes de polvo. Al final desistimos porque eso es obligación del Cabildo.
“Sin decirlo de frente, están dando la razón del porqué no nos atienden. Qué horrible esta gestión, Mite y su gente no sabe nada de administración. Si no le importamos entonces que no nos cobren más predios. Si no somos nada, que se olviden de que existimos”, señaló la residente Lupe Añazco.
General Villamil, insegura y encerrada
Leer másPara el guayaquileño Humberto Cassis, es una pena que una zona tan bonita donde las familias guayaquileñas y del cantón han invertido en sus casas, buscando paz y bienestar, no tenga ni una calle asfaltada y solo haya lodo y maleza. “A mí me ofrecieron una vivienda aquí, pero ante tanto abandono, desistí. No podría, simplemente no podría invertir aquí, vivir así”, reconoce.