Guayaquil: La desobediencia se desplaza por la ciudad en dos ruedas
Callejones, puentes y pasos cebra son invadidos por motociclistas. Miles de infractores hubo en 2020 y continúan ahora. Peatones exigen multas severas
La escena es habitual, pero lejos de parecer un chiste (a más de uno inicialmente le causaba gracia ver a qué nivel llegaba la ‘viveza’ criolla de los guayaquileños), hoy ver a los motociclistas desplazándose por los sitios donde su paso está restringido causa, además de enojo, repudio entre la ciudadanía.
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Leer másLa desobediencia tiene rostro y se moviliza en dos ruedas. “Maldita indisciplina”, gritó al aire el pasado lunes Manuel Burgos, de 57 años, mientras intentaba cruzar el paso peatonal del malecón del Salado, que una vez más había sido usado como pista por un motociclista que lo obligó a pegarse a la baranda de un salto.
“Esta gente nos va a matar de un susto, atropellados o rompiendo la base de este puente que es solo para peatones. Esta gente se ríe de las autoridades, de los niños y los ancianos. Nada les importa”, repetía sin cesar, mientras anotaba el número de placa del infractor para dárselo a las autoridades de tránsito y que lo sancionen.
En nuestro barrio los motorizados ruedan por las peatonales, aceras y parques. Por eso hemos colocado muros y cadenas para impedir su paso. Eso los frena, pero el problema sigue.
En Guayaquil en el 2020, según datos de la Autoridad de Tránsito Municipal, 17.512 sanciones fueron emitidas a motociclistas y ciclistas que circulaban por sitios no permitidos. Aunque la entidad no tiene procesada la información de cuántas se emiten a los conductores de cada medio de transporte, precisa que la mayoría corresponden al primer grupo. Las motos tienen placa y las bicicletas no, y eso ya da una idea de qué porcentaje, tras quedar evidenciadas sus faltas en las cámaras de videovigilancia, recibe las penalidades, explica.
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Leer más“Yo me atrevería a pensar que al menos el 90 % son cometidas por los motorizados. No hace falta hacer una encuesta, sino ver cómo manejan. Yo vivo desde hace 40 años en la Francisco de Orellana, la arteria de la indisciplina, y doy fe de que de 10 infracciones al día, 9 son ejecutadas por ellos”, sostiene el arquitecto Facundo Brito, residente de Guayacanes.
Ante ello, los peatones hacen un llamado a que las multas sean más severas y no de $ 20, como ahora, y que incluyan hasta cárcel. “Solo siendo así de drásticos la gente aprende, o al menos se limita a obedecer. Y es que lo que vemos no es una simple infracción, es un atentado”, se queja Sonia Aspiazu, residente de la Alborada, quien en diciembre pasado fue atropellada por el conductor de una moto que, también para evitar dar el giro en U, invadió un paso cebra.
La cultura del conductor de auto como del de la moto, debería cambiar, mejorar. En términos generales, esta no es la más adecuada, no se respetan las normas de seguridad, por lo que resulta urgente fortalecer la psicología en conducción.
EXPRESO recorrió la ciudad para constatar con qué frecuencia se dan estas contravenciones. Y lo que comprobó (más allá de que estas escenas son más comunes de lo que se pueda pensar) es que los motorizados circulan hasta por debajo de los soportales, que deberían ser los sitios más seguros para los caminantes.
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Leer másEn el centro, en los soportales de la calle Chile, de la avenida 9 de Octubre, de Eloy Alfaro y Capitán Nájera, entre otros tantos, es como si los papeles se intercambiaran. Los motociclistas se estacionan, suben y bajan a dejar o recoger pedidos, pasean bajo los techos; mientras que las personas, por seguridad, se lanzan a caminar sobre el concreto.
“Es lo que nos toca porque cuando menos lo esperas, están ahí. Escuchas solo el motor detrás tuyo. ‘¡Cuidado, ey, cuidado!’, apenas logran vociferar. Entonces, te toca abrirte y darles esa prioridad que no es justificada”, se queja la abogada Danna Vinueza, quien experimenta estos “lamentables hechos” a diario. Su oficina está ubicada en pleno casco comercial.
Quisiera saber por qué los motociclistas son los dueños de la vía y no hay sanciones más fuertes. Se meten a los túneles, hacen carreras, invaden el área sagrada del peatón y siguen campantes.
Pero entre los señalados, si bien hay quienes defienden que respetan al pie de la letra las normas, predominan los argumentos de que sus acciones responden al “caótico tráfico de Guayaquil”. Pero estas justificaciones son rechazadas por la ciudadanía. Y no necesariamente porque no sea verdad (EXPRESO ha reportado lo poco amigable que es la urbe en el campo vial), sino porque coinciden en que de acatar reglamentos y tener claros cuáles son los límites de cada ciudadano, esos comportamientos no se darían.
La ciudad ideal: #Guayaquil, de caótica a amigable https://t.co/OZfTHADT7K
— Ricardo Medina O. (@ricardomedinao) February 22, 2021
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Leer más“Si hablamos de lo caótica que es la ciudad, pues los motociclistas tienen las de ganar. Ellos pueden circular sin mayores trabas por espacios angostos, entre los vehículos livianos y pesados. Por lo tanto, lo que dicen son excusas para seguir haciendo lo que les viene en gana”, sentencia Lourdes Ycaza, de Urdesa, un vecindario en el que los contraventores ruedan hasta en contravía.
“La desobediencia se moviliza en dos ruedas, y no hablo de las bicicletas”, concuerda el comerciante Carlos Astudillo, quien desde su mueblería, en la avenida Las Aguas, al igual que Barragán dice ser testigo de cómo los conductores hasta agachan la cabeza para pasar por debajo de las mallas de metal que permanecen endebles o destruidas. “No son solo los chamberos quienes las dañan, también lo hacen los motociclistas para acortar sus rutas. Lo he denunciado”.