El desorden vehicular cansa a los vecinos de Brisas del Río
A toda hora deben lidiar con los atascos que se forman en sus achicadas calles. El deterioro de las vías y el abandono de sus parques también los aquejan
Antonio Benalcázar Romero vive desde hace 20 años en la manzana 25 de la ciudadela Brisas del Río, norte de la ciudad. Dice que está cansado del ruido y los trancones que provoca el desorden vehicular que se forma al ingreso de este sector, por el lado de la avenida José María Egas.
“Esto es insoportable; esta situación se vuelve invivible que hasta estoy pensando en mudarme con mi familia a otro lugar para recobrar la tranquilidad”, anota el residente al detallar que en ese sitio siempre hay camiones parqueados en ambos lados de las aceras, que impiden el libre tránsito de los moradores con sus unidades.
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Leer más“A veces tengo que irme por otras cuadras, ya que el acceso principal siempre está repleto de carros que ingresan o salen por la mencionada avenida”, relata indignada Marcela Machado, quien tiene un salón de belleza en la ciudadela, que abarca alrededor de siete manzanas, donde habitan 800 familias.
La mujer señala que está cansada que las bocinas de los automotores suenen incansablemente, que los autos no se detengan y que los atascos se intensifiquen. Por ello, junto a otros residentes, ha pedido ayuda a la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) para que controle el ruido que perturba no solo a sus clientes, también a los moradores; pero dice que las respuestas han sido nulas.
Romina León, quien habita en la manzana 27, coincide con su vecina. Agrega que el desorden vehicular es constante, que los carros se suben a las aceras y las dañan y que los grandes agujeros en la calzada cada día se hacen más evidentes.
Llevo 20 años viviendo en esta ciudadela y los problemas han sido los mismos. Cada cierto tiempo vienen a reasfaltar las calles, pero a los pocos meses los huecos vuelven a verse.
“Los vehículos rebotan en los baches que ellos mismos forman, ocasionando ruido a todas horas y volviendo esta zona insoportable”, precisa León. Agrega que hay vías hundidas, rotas y con huecos, donde el agua se acumula tras las lluvias, generando malos olores y criaderos de mosquitos.
Hemos pedido al Municipio que dé mantenimiento a los parques, pero no hay respuesta; por eso, cuando llega el invierno tenemos que caminar en medio de la maleza crecida.
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Leer másCarlos Valarezo, quien habita en el sector hace una década, ha sido testigo de las caídas de peatones en baches y de accidentes de vehículos que no logran sortear las grietas en el pavimento. Revela que otro de los problemas es que muchos conductores no respetan la señal de Pare y continúan su paso, originando un fuerte tráfico en la mañana, especialmente cuando salen con sus autos a trabajar.
Los jóvenes no podemos hacer uso de las áreas verdes porque están descuidadas; tampoco podemos caminar con tranquilidad por las calles porque corremos riesgos.
Y a todo eso se suma el descuido de los parques. Debido a las lluvias la maleza ha crecido y tapado los juegos infantiles de estas áreas verdes donde proliferan mosquitos y otros insectos.
“No se puede caminar dentro de estos lugares que se asemejan a una selva, donde el monte crece sin parar y las ramas de los árboles vetustos están a punto de caer”, menciona Roberta Cedeño, quien dos veces a la semana acude a realizar ejercicios al parque principal de la ciudadela que está frente a una Unidad de Vigilancia Comunitaria (UVC).
En lugar de vestir ropa ligera, ella va prácticamente forrada de pies a cabeza para evitar ser picada por los zancudos.
La inseguridad también se apodera de estos lugares que se han convertido en refugios de mendigos, drogadictos, pandilleros y vagabundos, a quienes se los observa a todas horas; pero que en la oscuridad de la noche vuelven un calvario las vidas de aquellas familias que habitan cerca de estas áreas descuidadas.
“Los problemas ya han sido dados a conocer a la Policía. Los uniformados acuden a nuestro llamado. Revisan los parques y evacuan a los pandilleros y vagabundos; pero estos regresan al lugar una vez que los uniformados terminan su patrullaje”, menciona Mariela Espinoza, quien hace dos semanas sufrió el robo de su celular al salir de una de estas áreas donde tres veces a la semana acude a realizar ejercicios.
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Leer másDurante un recorrido realizado por Diario EXPRESO, también se pudo observar solares vacíos. Hay más de una decena con monte crecido que ha llegado, en algunos casos, a enredarse en las mallas que limitan con las veredas y las paredes que colindan con las casas vecinas.
Algunos predios vacíos tienen cerramiento y letreros con mensajes de ‘Se vende’; otros no cuentan con algún tipo de protección; y muchos presentan pilotes desgastados de construcciones suspendidas.
Todos generan inseguridad y la proliferación de mosquitos, roedores y hasta iguanas, lo que le preocupa a Nancy Manríquez, quien habita en la manzana D5, desde hace 30 años, frente a una de estas áreas baldías.
“Ya no sabemos qué hacer con este problema que se suma a los ya existentes desde hace varios años, que no han sido solucionados por las autoridades competentes”, concluye.