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Riesgo. Cientos de estudiantes del Teniente Hugo Ortiz cruzan la vía Alvarado Oleas para ir y salir del colegio.Amelia Andrade / EXPRESO

Doble riesgo de accidentes frente a colegio en Samanes

Los padres de familia del plantel Teniente Hugo Ortiz piden más control de la ATM. Pero también reconocen que hay chicos que no esperan el semáforo.

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Hay tres momentos en el día en que la avenida Teodoro Alvarado Oleas se convierte en un escenario de doble riesgo de accidentes de tránsito. Estos son a las 07:00; de 12:30 a 13:00; y a las 18:00.

En esos horarios, de lunes a viernes, los 3.000 estudiantes de la Unidad Educativa Teniente Hugo Ortiz, situada al pie de esa arteria, al lado del parque Samanes y frente a la ciudadela Samanes 6, entran y salen del establecimiento.

Algunos chicos llegan en expresos, otros son llevados en autos por sus padres, pero la mayoría, que vive en los sectores aledaños, camina y también cruza constante e imprudentemente la amplia avenida de doble vía.

Es así que el tránsito vehicular de la vía, la entrada y salida de carros del plantel, más la actitud de una parte de los alumnos que no esperan la luz roja del semáforo, ocasionan a veces, una frenada a raya de los conductores y carreras ‘maratónicas’ de 20 metros que hacen los estudiantes y hasta padres para no ser atropellados.

En la mañana, afortunadamente, el control de un agente de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), afuera del establecimiento, ayuda a evitar el caos. Pero en la tarde es distinto.

“Sí, hay un semáforo. Pero para que se ponga la luz roja hay que esperar largos minutos”, cuenta Eduardo Abad, de 12 años, estudiante de octavo, quien vive en el sector Estrella de Mar.

Con él coinciden otros estudiantes que, solos o en grupos, atraviesan la avenida.

MolestiaAlumnos, padres de familia y moradores de Samanes 6, donde queda el colegio, se quejan además de la fetidez constante de la zona.

Los padres de familia, en cambio, están conscientes de que la mejor medida para evitar accidentes, sustos y reclamos de los conductores, es que los adolescentes respeten las luces del semáforo. Pero “por ahora es difícil. Son muchachos, no miden el peligro”, dice Ana Contreras, madre de uno de los estudiantes, cuya salida de clase es a las 12:30, la hora más conflictiva.

“Necesitamos en la tarde la ayuda de un agente de tránsito”, reitera la mujer, quien vive del alquiler de casas y llega todos los días desde el sector de Riocentro Norte a retirar a su hijo.

“Hay un semáforo, pero no es suficiente. En la mañana viene un agente y controla el caos, pero en la tarde y noche su presencia es irregular”, concuerda María Fernanda, ama de casa, madre de Joaquín de 7 años y moradora de la vecina Samanes 7.

Luis Muñoz, rector del Teniente Hugo Ortiz, confirma que el colegio considera necesaria la presencia de un agente de tránsito en las afueras del plantel en la entrada y salida vespertina.

“Hasta hemos creado brigadas de padres de familia para, a más de velar por la seguridad de los chicos, también ayudar a evitar accidentes en los cruces”, detalla.

En su recorrido, este medio calculó que mientras la luz verde del semáforo, una vez presionado el botón de cambio, pasa a ser roja, al menos 30 estudiantes cruzan la vía, y algunos lo hacen incluso con sus padres.

El arquitecto Freddy Granda, jefe de planificación de la ATM, lamenta que pese al semáforo, los chicos pongan en riesgo sus vidas. Sin embargo, comprende la preocupación de los padres de familia y prometió a EXPRESO que a partir de hoy, habrá un agente patrullero en los horarios de tarde y noche.