PROCESION
Procesión. Cerca de 3 horas duró la procesión del Cristo del Consuelo en el suburbio de Guayaquil.Álex Lima / EXPRESO

Guayaquil dobló sus rodillas y oró para no respirar más violencia

El clamor de los católicos recorrió 27 cuadras en el Cristo del Consuelo, con penitencias. Fueron cerca de 500.000 personas

Las velas se derretían en las manos de Isabel Quimí y Margarita Bueno sin que ellas se inmuten. Joel Jiménez caminó descalzo sin importarle el estado ardiente de la calzada junto con su padre. Estos tres católicos no se conocieron, pero el viernes 7 de abril, que se vivió una nueva procesión del Cristo del Consuelo, los unió un mismo clamor: que Guayaquil tenga paz y ya no se respire más violencia.

Isabel, quien no se ha perdido esta procesión en los últimos años, rezó por su familia. Rezó por la salud. Rezó por tener mejores días. “Mi penitencia es por lo que está pasando; que cambie esta situación, sin delincuencia, pues ya no se puede ni salir”, lamentó con la voz entrecortada mientras la cera de las velas se mezclaba entre sus dedos.

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Por su parte, Joel no fue el único que se sacó los zapatos para caminar por las 27 cuadras por donde se llevó a cabo la tradicional caminata que convocó a más de 500.000 personas de diferentes sectores y ciudades del Ecuador; otros jóvenes y adultos mayores también lo hicieron mientras alzaban los rosarios, ramos o figuras religiosas que cargaban en sus manos.

Joel tiene 45 años y ‘aterrizó’ en el suburbio porteño desde Sauces, ubicado en el norte. Cargó una cruz con un Cristo y su padre, que se apoyaba en su hombro, caminaba un poco más lento. Ambos ya “perdieron la cuenta” de las ocasiones en que han dicho presente al Cristo del Consuelo, pero esta es la primera vez que la plegaria iba dirigida principalmente a esta ciudad.

“Vengo para que Dios nos ayude y darle gracias por las bendiciones que hemos recibido y pedirle paz porque hay puros muertos en vez de tranquilidad”, exclamó Joel, quien iba al ritmo de su padre. Así cruzaron hasta el puente de la A, mezclándose entre otros fieles y comerciantes informales.

Y es que la ola de violencia que azota Guayaquil y el país sea finalmente detenida fue el principal objetivo por lo que los miles de católicos salieron de sus viviendas para llegar al sitio. Adriana Zambrano, de la ciudadela Acacias, en el sur de la urbe, llegó a la jornada en ayuno y aguantó toda la procesión. Aunque le afecta los niveles de inseguridad que se han registrado en la ciudad, incluso fue asaltada en febrero anterior, ella tiene esperanzas de que “Jesús oirá”.

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Devoción. Ya sea en la calle, césped o adoquines, cualquier espacio fue ideal para que los católicos doblen sus rodillas y oren. Álex Lima / EXPRESO

“Las autoridades dejan cada vez más y más avanzar a la delincuencia. Tantos casos de extorsiones, robos, coches bombas. ¡En qué vamos a convertirnos! Hoy está invivible Guayaquil, pero tengo fe, mucha fe de que mi Cristo nos salvará”, contó la mujer.

Así fue como estos feligreses caminaron y caminaron hasta llegar a la plazoleta de Cisne 2, donde se encuentra el monumental Cristo del Consuelo con los brazos extendidos. En los bajos del monumento estaban cientos de familias esperando la llegada de la imagen religiosa, que lució con brillantes rosas rojas y blancas, y que estuvo resguardado por agentes.

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En todo este camino hubo personas o familias que llamaron la atención. Fue el caso de Raúl González, quien vistió la camiseta de la selección de fútbol del Ecuador para, con sus parientes, lanzar desde el balcón de su vivienda, ubicada en la A y la 12, fundas de agua a quienes participaban en la procesión. “Lo hago cada año y ahora espero que se mejore todo lo que está pasando en Guayaquil y Ecuador. Mucha fe y calma”, decía al equipo de EXPRESO.

Mientras que en la plazoleta, la devoción se sintió con más fuerza. Los aplausos no cesaron así como los gritos unísonos de “¡Viva el Cristo del Consuelo!”, “¡Viva la Virgen María!” o “¡Viva el pueblo católico!”.

Ya sea sobre adoquines, césped o calientes calles, los católicos se arrodillaron para continuar elevando sus plegarias. Llevaron más de 2 kilómetros de caminata y ahora era momento de escuchar a Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil. “Basta ya de tanta violencia, que venga la reconciliación y que venga la paz”, fue una parte de su discurso que arrancó aplausos y la antesala para que los miles de ciudadanos se abracen o se den un apretón de manos. Más de uno lloró.

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Actos. Algunos de los participantes hicieron el recorrido descalzos. ====Álex Lima / EXPRESO

De a poco, la ‘marea’ de feligreses se retiró del sitio, donde, de acuerdo con el Municipio, hubo un plan de contingencia que involucró a 1.110 personas, entre oficiales, tropa, trabajadores y voluntarios. Mientras que en las casi tres horas que duró la procesión hubo cinco personas extraviadas (un adulto mayor, un adolescente y tres menores de edad).

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Asimismo, se registraron 31 atenciones prehospitalarias, dos traslados. Este Diario registró que un caso de asistencia médica ocurrió en el sentido norte-sur del puente y otro cerca al monumento, justo cuando ingresó el Cristo del Consuelo a la explanada.

Isabel, Margarita, Joel y los miles de católicos que caminaron junto el Cristo volvieron a sus casas. Terminaron las penitencias que establecieron ejecutarlas en esta ocasión. Terminaron una procesión más. Terminaron su recorrido de fe.