Guayaquil: Dos barrios agobiados por la misma pandemia
Los robos afectan a los vecinos de La Atarazana y la FAE. Quieren paz y recuperar los espacios que facilitan el encuentro comunitario
Ana María Intriago no puede más. Siente rabia. Rabia de no poder salir a las calles de su barrio con libertad, de tener que encerrarse siempre pasadas las 20:00. Y aún así, de tener que vivir en un permanente estado de alerta. Ella vive en la ciudadela La Atarazana desde hace 20 años y, por primera vez, duerme junto a un arma eléctrica (paralizador), por si un delincuente la visita.
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Leer másEn enero pasado, saliendo de su domicilio en la avenida de la Democracia, dos hombres armados la interceptaron en una moto y se le llevaron $ 200. “Vivo a una cuadra de un supermercado e iba a hacer las compras del mes. Esa cuadra se convirtió en mi pesadilla. Esos malditos me apuntaron y rastrillaron el arma en mi rostro. Estoy harta de vivir así. La delincuencia es nuestra peor pandemia y es frustrante porque parece que será eterna”, confiesa.
Es jueves y EXPRESO recorre este vecindario en el que, como se observa en las imágenes adjuntas, tanto los parques como callejones se han convertido en refugios de consumidores y sitios desolados y vulnerables para cometer delitos. “Aquí cada semana se escucha de una atrocidad. Los pequeños comercios quiebran porque ni bien se asientan son asaltados. Son estos los que los ponen entre la espada y la pared”, se queja el residente Washington Zumba, a quien solo entre noviembre del año pasado y febrero de 2021 le han robado ya tres veces. La última vez, hace dos semanas, le sacaron la memoria a su auto.
Que el barrio no sea más solo residencial, ha incrementado la inseguridad. Ya no vives con tus vecinos, sino que ves gente desconocida, que te mira y se fija en tus pasos.
Pero esta realidad no la vive solo este vecindario, en el que se levantan al menos tres de los más importantes complejos hospitalarios de la ciudad. Apenas separado por la avenida Luis Plaza Dañín, está la ciudadela la FAE, cuya vida nocturna también se apaga antes de las 21:00.
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Leer másSi bien los encuentros entre los vecinos se dan al pie de la iglesia San Juan María Vianney y en los parques que lo rodean, en el resto de áreas comunes y pasadizos no se observa nada más que a peatones cruzando, en alerta, los oscuros espacios.
Según la Policía, en lo que va del año, en el circuito Atarazana, al que pertenece también la FAE, se han registrados apenas 7 robos a personas, 2 de vehículos y uno de moto; lo que en comparación al 2020, representa una disminución en los delitos en un 90 %.
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Leer másSon 11 ciudadelas del norte las que registran más robos en toda la ciudad. Las denuncias bajan en enero, según la Policía.https://t.co/moq0huspxf
— Diario Expreso (@Expresoec) February 9, 2021
“Este es uno de los circuitos con más tendencia a la baja. En ambos puntos, los delitos han bajado. Las cámaras instaladas nos han permitido identificar modos operandi, a identificar sobre todo a los accesoristas, uno de los robos más comunes en los sitios”, señala el teniente coronel Lenín Peralta, subcomandante del distrito Modelo. Pero la ciudadanía rechaza esas cifras. Las califican de irreales. Carito Sánchez, quien vive en la FAE hace 16 años, de hecho, lleva el registro de los últimos delitos cometidos el mes pasado en su círculo familiar.
Ahora hay más robos que antes, solo en mi casa han robado dos veces y es preocupante porque la FAE era tranquila. La gente no sale mucho, se cuida y aún así son víctimas.
A su tío, detalla, intentaron robarle al pie de su casa, tirándolo al suelo y golpeándolo contra el cemento. Uno de sus amigos quedó cubierto de sangre, luego de que los delincuentes le golpearan la cabeza de un culatazo; y el 18 de febrero fue testigo de cómo una señora de unos 80 años “con el corazón acelerado”, no dejaba de pedir a gritos ayuda, luego de que con fierros hayan intentado ingresar a su hogar. “Parece una película de terror lo que estamos viviendo. ¿Y qué podemos hacer? ¿Vivir con miedo? ¿En zozobra? ¿Hasta cuándo?”, reflexiona.
Juan Fernández de Córdova, también residente, piensa de forma similar. Quiere que su barrio vuelva a ser, lo que él llama, un barrio de paz: el sitio donde podía correr, caminar, hacer ejercicios, salir, pasear, sin tener la necesidad de estar siempre alerta. “La FAE, pese a los robos, se ha caracterizado por ser un sector tranquilo, de orden. La gente sale poco. El problema está en que lo haces, y te convierten en el blanco de la delincuencia”.
Córdova, según relata a este Diario, ha perdido ya la cuenta de las veces que les han robado. “Han sido ya tres veces, pero una de las situaciones fue bastante fea. Mi mamá sacó a nuestra perrita a pasear y al entrar a casa entraron también los delincuentes. La cogieron hasta que se llevaron lo que pudieron: objetos, dinero. Ahora no queda de otra que estar solo pilas”, cuenta.
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Leer másAnte esta situación, los residentes Edmundo Reinoso y Christian Arias, de La Atarazana, exigen que se ilumine los espacios que faciliten el encuentro vecinal y control policial. “Nos urge contar con acciones reales, puesto que nuestra policía es un chiste. Suena duro, suena a crítica, pero no lo es, simplemente no se siente su rigor. Hoy los agentes hacen más bulla que controles, quizás sea parte del protocolo, no lo sé, mas lo que necesitamos es un cambio real en las acciones”, argumenta Arias; quien añora aquella época en la que en su barrio -no era comercial como ahora, “lo que ha incrementado su nivel de vulnerabilidad”- se podía hacer vida, confiar más.
Antes la gran parte de las calles de la FAE contaba con un guardia. Hoy solo en las calles que aún tienen guardiania no pasa nada, o pasa menos. Las rondas policiales podrían ayudar, siempre que los agentes acudan a los llamados de ayuda pronto, que es algo que no pasa.
Consultado por estos hechos denunciados por la ciudadanía, pero que no constan en las cifras, Peralta dice sorprenderse. Atribuye el hecho de que los casos no estén registrados a que no se denuncien. Los afectados confirman que no lo hacen por lo “engorroso” que es el proceso. “Y lo es y se gasta; pero no denunciar da cabida a que esas cifras negras no las veamos”, dice Peralta.
- Urbanismo
Urge contar con espacios inclusivos
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Leer másTeniendo en cuenta que ambas ciudadelas tienen presencia mayoritaria de adultos mayores (de hecho La Atarazana fue una de las primeras ciudadelas del país, financiadas por el antiguo Banco Ecuatoriano de la Vivienda); el arquitecto y docente de la Universidad de Guayaquil, Brick Reyes, sugiere que las aceras sean regeneradas, de tal forma que sean más anchas y permitan caminar; y asimismo que los callejones o espacios comunales tengan más vida: color, murales, luces, sombra y árboles que permitan a los ciudadanos salir y hacer suyas estas áreas.
Para facilitar el acceso y hacer ambos barrios más amigables, hace énfasis en que se elimine el mobiliario urbano que dificulta la circulación del peatón y se coloquen las debidas rampas que permitan que todos los residentes puedan acceder a ellos.
- Distracción
La necesidad de tener un gran parque
Reemplazan los viejos postes de La Atarazana
Leer másPara Reyes, a diferencia de la FAE, a La Atarazana le hace falta tener un gran parque: con canchas, un área que dé cabida a las ferias, espacios de juegos y hasta fiestas barriales. “Esa ciudadela en su momento cedió sus terrenos a proyectos de distinta índole y por eso cuenta con parques pequeños. Lo ideal sería tener uno grande, completo, equipado; y para ello es fundamental hacer un estudio que confirme dónde podría levantarse. En la era pos-COVID, estas áreas son necesarias. No son una opción, son vitales”, precisa.
El residente Christian Arias lo confirma y sugiere que, al menos de forma inmediata, se regenere el parque ubicado junto a la unidad educativa José Joaquín Pino Ycaza; que es oscuro, desolado y un blanco fijo para que se cometan delitos.