Malecón 2000 y Malecón del Salado
  • El Malecón 2000 y el Malecón del Salado viven realidades opuestas en Guayaquil.EXPRESO

    Las dos caras de los malecones de Guayaquil: vida y agonía

    Contrario a lo que pasa en el Malecón 2000, las atracciones escasean en el Salado. El 40 % de los locales está vacío

    Si hay un lugar obligado para los turistas que aterrizan en la ciudad y que todo guayaquileño conoce, sin duda es el Malecón 2000. Pero este icónico sitio, que abrió sus puertas hace más de 20 años, tiene un ‘hermano’ que no despunta, pese al amplio potencial que posee: el Malecón del Salado. Al primero lo baña el río Guayas, al otro, el estero, pero al pisar sus adoquines se evidencian distintas realidades.

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    A un costado del Puente del Velero, en la calle Aguirre, está la entrada al Salado. Hay guardianía y un grupo de trabajadores que arman lo que sería un skatepark en la zona que popularmente fue conocida como la Plaza de Mariscos. Hoy, en cambio, quedan recuerdos de moradores o universitarios que iban a los restaurantes ubicados allí para comer platos típicos o beber. Hoy, solo en la memoria.

    En esta parte del Malecón se hallan algunos cercos metálicos y cintas de seguridad. Esas, por ejemplo, están en la zona de juego de niños donde los más pequeños se han esfumado. Apenas se observan algunos ciudadanos sentados en las bancas.

    Al frente del espacio se encuentra una caseta en la que se anuncia el alquiler de botes de remo a 4 dólares por embarcación o, el remero, a $ 2 los 30 minutos. Si un turista, un grupo de amigos o pareja que esté en su día libre quiere disfrutar este paseo por el estero, no puede, pues en la caseta no hay nadie. Y la única escena que obtiene es la de las más de diez embarcaciones que se encuentran estacionadas en el muelle aledaño.

    Malecón del Salado
    En algunos espacios del Malecón del Salado reina la oscuridad.Gerardo Menoscal

    Una fuente del lugar contó que el dueño de los botes lleva un año sin poder operar. Quiere volver, que le den luz verde, pero aguarda ese día y actualmente se limita a darles mantenimiento. Al acceder al muelle se ve que los únicos que, por momentos, ocupan las pequeñas naves, son aves como patillos o las garzas que pasean entre las punzantes ramas del manglar.

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    Juliana Macías, una estudiante universitaria, pocas veces avanza con su grupo de amigos hasta esta zona. El temor y la ausencia de actividades que generen su interés son sus argumentos. Sin embargo, Juliana sí quiere que este Malecón sea un imán para todos: “Si se busca el apoyo, esto tendría vida, le daría espacio a artistas o a los juegos, a las familias y al turista”, narra.

    Al avanzar al sitio donde está La Bota, la imagen tiene una ligera metamorfosis. Allí hay dinamismo, aunque también figuran locales cerrados, sillas y mesas vacías en la planta alta. La escena se repite al frente, al cruzar el puente 5 de Junio.

    Al conversar con ciudadanos como Pamela Torres, señalan que no caminan hacia el tramo del Puente El Velero porque “está botado desde hace tiempo”. Un compañero, quien prefirió no identificarse, hace un llamado a tener un Malecón vivo y, al igual que otros consultados, más oferta de diversión nocturna o hasta arriesgados juegos no estaría mal que lleguen al espacio. “En el lado de La Ferroviaria tampoco hay atractivos como para ir en familia, en el lado de La Bota es lo único y la fuente, y eso que no es todos los días”, acota el joven.

    El Malecón del Salado, aunque es pequeño en comparación a la extensión de todo el Malecón 2000, también tiene una pequeña laguna donde hay botes, pero al mediodía de un día particular, que acudió EXPRESO, ni una persona navegaba ahí.

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    La Fundación Malecón 2000 administra este espacio al igual que el 2000. Alberto Loor, gerente general de la entidad, está al tanto de lo que ocurre en este punto turístico y confirma a este Diario que se están implementando proyectos con el fin de atraer a la ciudadanía y, por supuesto, reactivarlo. Dice que tienen varios ejes, como el cultural, gastronómico, deportivo y hasta de entretenimiento.

    En este último punto adelanta que espera retomar el ocio nocturno que se ha desvanecido. “Fue una zona rosa de Guayaquil; le estamos dando prioridad a la reactivación a la vida y, con esos planes, reactivar la Plaza Deportiva, lo que antes fue la Plaza de Mariscos...”, cuenta.

    En torno a la agenda cultural y de entretenimiento, el funcionario asegura que se le da prioridad a que se ejecuten los eventos en el sitio, ya que es una tarea “urgente”.

    Ahora bien, sobre el tema de los locales que están cerrados, Loor también dice que se le está poniendo “ganas”. Revela que actualmente el 40 % de los establecimientos se encuentra en ese estado. “Debajo del salón Rodolfo Baquerizo hay tres locales que se están readecuando para ponerlos en un proceso de subasta, que es parte de las políticas de la Fundación”, subraya.

    Malecón 2000
    Espacio. El Malecón 2000 recibe visitas de manera recurrente.Francisco Flores

    ¿Por qué llegó el Malecón del Salado a este punto, distinto a lo que sucede con el 2000? Loor comenta que esto viene desde los días en los que la pandemia azotaba a Guayaquil. En ese entonces la primera zona que dejó de funcionar fue la Plaza de Mariscos y, posteriormente, la ola delictiva, que hasta ahora no logra ser frenada; ha ahuyentado a los concesionarios que son los que operan en los locales. “Son varios factores”, resume.

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    Ante esta situación, recalca que tiene el compromiso de buscar la ansiada reactivación. Una de las gestiones que ya ha puesto en marcha, dice, es dando preferencia a los valores de los concesionarios o tener más programas. “No puedo decir que voy a ocupar todos los locales mañana si es que no pongo actividades, programas que aseguren que la gente vaya a estar...”, concluye.

    El malecón 2000, con más interés de la ciudadanía

    Es la cara turística de Guayaquil. Monumentos, un centro comercial, miradores, decenas de puestos comerciales, jardines, entre otros, son los que se pueden encontrar a lo largo del Malecón 2000. Tiene de todo y brilla, pues cada vez se le incorporan más atracciones, incluso hay músicos y las letras de Guayaquil se prenden. 

    El tramo de ‘Malecón de 2000’ es un imán para niños, jóvenes y adultos que pasean por el sitio, ya que tiene diferentes stands que invitan a sacar el teléfono del pantalón o cartera para tomarse una selfie o grabar. Eso se lo puede llevar al del Salado, dice Martha Gómez, quien se tomaba fotos con su familia. 

    “Mire cómo viene la gente aquí, es bonito, pero sí he visto que está apagado el de allá, ojalá haya acciones”. Comentario similar suelta Carlos Pinoargote, de La Garzota. Trabaja por la zona y de vez en cuanto viene con sus amigos a comer al patio de comidas. También hace un llamado a un trabajo integral en ambas caras turísticas de la ciudad que pronto celebra sus fiestas octubrinas.

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