Dos kilómetros de abandono en la vía a Salitre
En la vía La Puntilla-Salitre hay ruido, tráfico, maleza, baches. Las familias exigen obras para vivir en armonía fuera de sus ciudadelas
No sienten que viven en una urbanización cerrada, peor aún en uno de los polos en desarrollo del Gran Guayaquil. Los habitantes de las al menos 20 ciudadelas que se levantan en la vía a Salitre (La Aurora, Daule) dicen estar hartos del caos y del abandono que se experimenta (y agudiza) a lo largo de dos kilómetros, que empiezan en el distribuidor de tráfico que conecta a esta avenida con la Samborondón y culminan en el redondel ubicado frente a la ciudadela Cataluña.
El contaminante que trastoca la convivencia en La Puntilla
Leer másEn este punto, en pleno anillo, las quejas salen a flote por el terreno, lleno de maleza, roedores, basura y aguas putrefactas, que es utilizado como área de parqueo de enormes vehículos pesados y no como el espacio donde se podría construir el parque público que, como ha publicado EXPRESO, anhelan y reclaman los vecinos.
Pero esta molestia es apenas una de la lista, pues en esos 2.000 metros los residentes se han visto obligados a soportar un intenso tráfico, a tener que esquivar los enormes baches que se adueñan de ciertos tramos y están repletos de agua, y a tener que caminar incluso sobre el monte o al ras de los postes o los contados árboles que allí se levantan, para no correr el riesgo de ser atropellados.
Este Diario hizo un recorrido por el lugar para constatar el grado de afectación en el área, y confirmó que la falta de señalética además impide que los peatones puedan cruzar en cuestión de minutos la angosta calle que separa una vereda de la otra. Son apenas cuatro carriles (dos de cada lado) los que tiene la vía y, pese a ello, puede tomar media hora atravesarla.
“Son tantos vehículos, la mayoría tráileres, buses y camiones, los que circulan por esta zona volando, que intentar llegar a la vereda de al frente es todo un desafío. Nadie te cede el paso, te toca rogarles para que frenen y te sirvan de puente, o tienes que apostarle a la suerte... Las autoridades dirán que hay un paso cebra, sí, pero solo al pie de una de las unidades educativas, lejos de las ciudadelas. Es una burla la planificación en Daule”, manifiesta Érika González, residente de Cataluña, quien ante las trabas para movilizarse a pie o en bicicleta tiene que salir en auto así sea para comprar una cartulina en la plaza comercial aledaña.
Por el caos vial del sector no podemos andar en bicicleta ni pasear. Hacerlo es de terror, es poner en riesgo tu vida ante tanto abandono.
El grito de La Puntilla por un parque público
Leer másPara Judith Merlano, quien habita en Málaga II, si bien esos dos kilómetros, donde la informalidad también ha ido ganando terreno (ahora sobre las veredas venden incluso pescado y cangrejo), sin duda son los más “fregados”; también se experimenta un caos similar pasando el redondel, donde se levanta la mayoría de las urbanizaciones y plazas comerciales.
En ese tramo de la vía impera el caos. Hay carros queriendo entrar, a veces, en contravía. Es imposible movilizarse sin temor. No hay control.
“Los peatones acá tampoco podemos salir. La falta de pasos peatonales, inexistentes en casi siete kilómetros, desde el intercambiador de tráfico hasta la última ciudadela de este sector urbano, nos empuja a no salir de nuestra burbuja, aun cuando nos hemos ya cansado de vivir en ella”, lamenta. Para Merlano, salir de las garitas de las ciudadelas implica inhalar tantos gases como los que se expanden al interior de una mina, por el esmog y el hollín. Y los monstruos que pasan a su lado, dice refiriéndose a los camiones, causan tanto ruido y vibraciones que hacen temblar hasta su casa.
Decir que vivir en esta zona es un privilegio, por lo tanto, es una mentira, advierte. “De la casa bonita y con área social no pasas. El entorno afecta nuestra convivencia, no se puede salir a caminar, correr, andar en scooter o pasear a tus mascotas. Hacer que los chicos vayan solos a hacer un mandado, como todos lo hacíamos antes, resulta una locura. Ante la falta de control, hasta las motos de delivery van en contravía. Se cruzan contigo en una acera imaginaria, jamás construida”, sentencia Gisele Neira, residente de Compostela, quien exhorta a la Alcaldía a que actúe y lo haga pronto; y que analice si existe la posibilidad de que los vehículos pesados utilicen otra ruta.
A diario recorro esa vía y es difícil de transitar. Faltan señales, iluminación, agentes, parterres, aceras. Falta tanto para tener seguridad.
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Leer más“Se ha vuelto invivible este escenario. Las autoridades dirán que es todavía carretera, ¿pero entonces por qué permitieron que la zona sea residencial? Miren cuántas viviendas y colegios ya hay. Ni siquiera hay rompevelocidades o señales que marquen el rango de velocidad. Falta tanto. Se están repitiendo los mismos errores de La Puntilla y vía a la costa (Guayaquil)”, advierte la residente Keila Manosalvas, quien vive en La Joya pero a diario utiliza esta ruta para ir y venir del trabajo y dejar en la guardería a una de sus hijas.
La falta de obras, de aceras, de regeneración, ha vuelto difícil la movilidad de los integrantes de una familia, sin importar su edad.
Frente a esta situación, este Diario consultó al alcalde Wilson Cañizares, a través de su departamento de comunicación, qué hará para resolver esta problemática que está afectando la convivencia de los residentes, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta. Se le preguntó si está previsto construir pasos peatonales, una ciclovía, sancionar a quienes generen o superen los niveles de ruido permitidos, o dar vida a un parque público en el redondel. Sin embargo, hubo silencio.
Para Pilar Diez, residente de la ciudadela Vittoria, ha llegado el momento de que las autoridades respondan a las necesidades de los ciudadanos y analicen qué obras prioritarias son las que necesitan hacer.
“Si me preguntan a mí, siempre apuntaré al levantamiento de un paso peatonal y la construcción de una ciclovía real. Que tengamos una franja blanca que nos separa de los enormes tráileres y que en las noches no es visible, no es de ayuda. Ellos, solo con pasar, son capaces de hacernos voltear. Nos empujan hacia el monte o las zanjas. ¿Hasta cuándo tenemos que soportarlo?”, reclama, al hacer hincapié en que intentar tener vida vecinal nocturna es un reto que pocos logran superar.
El skate por fin halla pista en La Puntilla
Leer más“Con la escasa iluminación de la arteria, otro de nuestros problemas, resulta imposible ir por un café con la familia o los amigos a los espacios gastronómicos de la vía, porque corres el riesgo de que te maten. Aquí los atropellamientos son seguidos: ves gente herida, mascotas muertas. Es la escena de todos los días y por eso nos encerramos, aunque estamos conscientes de que la vida está afuera”, agrega. Es decir, sentencia Neira, en ese mundo exterior que se levanta tras las paredes que dan forma a los vecindarios, pero que está desatendido y desprovisto de obras.