La otra cara de dar el brinco e independizarse
En la adolescencia se cree que vivir solo, equivale a libertad. Testimonios confirman que dar el paso trae beneficios... y dificultades
“Cuando sales de casa piensas que todo será pura fiesta, tendrás un trabajo súper fácil y con gran paga, que harás todo lo que desees”, comenta Flavio Mendoza, de 23 años. “Yo quería ser independiente, más que nada para demostrarles a mis padres y demostrarme a mí que puedo valerme solo, pero sí que ha sido difícil”, asegura Mendoza, al dar su testimonio.
Los adolescentes marcan la ruta de la Feria Internacional del Libro
Leer másRelata que al inicio, cuando comenzó con la mudanza, lo vio pesado, pero siguió adelante. Pensó que todo el tema de llevarse los objetos que le habían comprado era una ventaja y por eso no debía ver como una molestia trasladar sus pertenencias. No obstante, más adelante sus dificultades fueron agrandándose, desde buscar donde vivir hasta manejar un presupuesto ajustado de forma diaria, que en ocasiones no le alcanza para comer unos cuantos días del mes.
“Mis padres me siguen pagando la universidad, aún existe un apoyo, pero yo me encargo de la renta, comida y transporte. El sueldo se va en un rato y ni para comprar una cola me alcanza”, relata.
Dentro de las “costumbres” que ha desarrollado viviendo solo, está el hablar consigo mismo para entretenerse. “Mientras cocino o me baño, comienzo a hacer conversaciones, ya sea de una serie de televisión o lo que pasó en el día, incluso lo hago en inglés, aunque solo yo me entiendo porque no pronuncio bien. Ahora sé por qué a los adultos se los ve hablando solos hasta cuando caminan en la calle, ahora entiendo”, dice entre risas Mendoza, quien hasta hace un mes trabajó como cajero en un banco.
La indiferencia paternal a los trastornos de ansiedad
Leer másErick Chalén, de 21 años, en cambio necesitó salir de su hogar por la situación económica y para ayudar a su familia. “Comencé a buscar un trabajo, pero donde me habían contratado no quedaba cerca de casa, así que busqué un lugar cercano para ahorrarme el transporte y por suerte lo hallé”, asegura.
Antes me preocupaba por nimiedades. Ahora necesito llegar al trabajo a tiempo, comprar mi comida y manejar bien mis gastos.
Comenta que parte de su sueldo como perchero en una cadena de supermercados lo destinó a colaborar en su hogar. Ahora se ha podido recuperar y se mantiene a flote, pero sigue viviendo solo y cubriendo sus gastos.
“Te toca aprender a cocinar. Mamá ya no está para darte la comida en la mesa. Eso les toca a todos y es pesado aprender de golpe todo”. Asevera que aplica todas aquellas enseñanzas que sus padres le inculcaron hasta el cansancio. Es su deber diario mantener limpio su hogar, ordenar sus trastes y manejar su vida.
La jubilación privada, una opción que atrae a jóvenes
Leer más“Pensaba que sería fácil. De adolescente te haces la idea de que todo será como una novela, que todo es diversión, que te vas de casa y tendrás todas las comodidades de la noche a la mañana; pero cuando ya experimentas esta realidad es un choque completo”, dice el abogado Ángel Brito, de 25 años, quien ya lleva más de siete años pagando sus propias expensas para mantenerse.
A veces no podía ni invitar a mis amigos a tomar una cerveza donde vivo, porque no me alcanzaba la plata para comprar un comedor.
Decidió iniciar su vida como una persona independiente para conocer el mundo y valerse por sí mismo. Sin embargo, no esperaba que adaptarse fuera un choque tan grande.
“Al momento que pones un pie fuera de casa, piensas que podrás invitar a tus amigos, hacer fiestas, pero son pocas las veces que te alcanza para un gusto simple. Al inicio sí puedes hacerlo, pero luego te das cuenta de que tras la fiesta, eres tú el que debe arreglar todo”, reconoce.
El estrés, el miedo y las dudas del futuro son varios de los sentimientos que experimentó, pero esto no lo desalentó de ocuparse de él mismo.
También existen casos más drásticos, jóvenes cuya decisión no es ni motivada ni una opción. Daniel Carpio, de 22 años, no se fue del hogar por querer independizarse, fue echado. “Decidí, bueno, me tocó vivir solo porque cuando salí del colegio, mis padres me dijeron: ‘Hasta aquí llegó nuestro apoyo’. Siempre tuve problemas con ellos, hasta que un día me botaron y tuve que buscar un lugar para vivir, comer, qué hacer con mi vida”.
El skatepark, el logro de los Patinadores
Leer másLo primero que hizo fue encontrar formas de hacer dinero e hizo algo que se llama “boost de cuentas”. Se refiere a jugar en cuentas de videojuegos de otras personas y subirles su nivel. “No era para vivir, pero me daba algo de plata. Sin embargo, necesitaba encontrar un mejor sustento, aunque sea algo explotador. Mientras me alcance para vivir, al menos eso creía, me es suficiente”.
Llegar a casa y encontrar la casa sola se vuelve costumbre. No quiero decir que ya no me importe, porque es triste, pero ya es común.
En su momento, se vio obligado a trabajar más de 12 horas por un sueldo básico. “Vivir solo no es muy glamoroso. Tengo gente que me apoya, mis abuelos, mis amigos; pero el futuro me da miedo, todo lo que he conseguido es para el momento, puede derrumbarse”, piensa Carpio.
“Se siente un poco triste vivir solo, pero siempre que pienso en cualquier cosa negativa, me obligo a ver desde una perspectiva positiva la vida, porque eres lo que atraes”.
La socióloga Viviana Jiménez comenta que este pensamiento es común entre las nuevas generaciones que creen que la mejor opción después de graduarse es hacer una vida individual, sin depender de la familia. De nadie.
No obstante, los ecuatorianos, cuando cruzan esa realidad de buscar la independencia económica, no saben cómo manejarla, porque nunca se lo enseñaron. “Esto se debe a que las familias de Latinoamérica no educan para dejar el hogar, crían para expandirse, seguir dependiendo de la ayuda de padres, abuelos, hermanos y tíos”, sostiene.
Las costumbres del ecuatoriano y la manera en que se crio, dependiente de la familia, dificultan el desarrollo y capacidad para vivir solo.
Añade que es un comportamiento marcado en las comunidades hispanas, mientras que en países como Estados Unidos, quien cumple 18 sale del hogar para hacer su propia vida, aun con cierto apoyo de los padres, pero habiendo obtenido autonomía en sus decisiones. Lo que a futuro ayuda. De allí que hace énfasis en la necesidad de educar en este tema a tiempo, a fin de que el golpe no sea brusco y no haya cabida al sufrimiento.