El guayaquileño es alegre, cauto, pero no tiene referentes
La violencia ha cambiado al guayaquileño. Es ‘pilas’, trabajador, pero también un tanto menos valiente, por temor a ser víctima colateral del crimen
“El guayaquileño no es quedado, es ‘pilas’, sabido y hasta atrevido. No se deja de nada ni nadie, y siempre busca salir adelante”, es uno de los comentarios que describen a los nacidos en Guayaquil, el territorio que este 9 de octubre celebra sus 203 años de Independencia.
Guayaquil: la ciudadanía tilda a los ediles reelectos de ‘bailarines’
Leer másGuayaquil está de fiesta y con ello sus más de 2,7 millones de habitantes; y teniendo en cuenta este escenario, EXPRESO dialogó con los ciudadanos para saber cómo se autodefinen hoy que la ciudad es víctima de la violencia que azota al país. ¿Sigue siendo ese individuo fiestero y alegre? En su mayoría dijeron que sí, pese a las circunstancias, aunque también más precavido. Y a la par, este Diario, en el mismo contexto, les consultó si, como en el pasado, tienen un personaje ilustre que lo consideren un referente; a lo que apenas unos cuantos dijeron que sí. La lista es cortísima.
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“El hombre guayaquileño es comerciante por naturaleza, trabajador y siempre va para adelante. Puede estar pasando un momento difícil, como todos ahora, pero siempre busca la manera de crear nuevas oportunidades”, dijo entre risas Emilio Salinas, el propietario de un negocio de ropa que destaca que también es “buen diente, bromista y rumbero”.
Para Jhon Vásconez, guayaquileño y abogado de profesión, quienes habitan en este pedazo de tierra son, además, decididos y rebeldes cuando se traba de hablar o actuar en la política.
El guayaquileño es sabido, pilas por naturaleza. Es luchador y siempre va para adelante.
Los guayaquileños hacen una pausa a sus jornadas por Guayaquil
Leer más“Los guayaquileños son rebeldes, libertarios, excelentes comunicadores. Tienen la habilidad de además cambiar las palabras comunes y transformarlas en un lenguaje popular de fácil comprensión. Somos una ciudad porteña, por lo que somos comerciantes de nacimiento. Somos sinceros, les guste o no a otros. Es nuestra esencia”, apunta Vásconez.
Sin embargo, por Guayaquil haberse visto manchada en los últimos dos años por una serie de muertes violentas, delitos y extorsiones, ha dejado, a juicio de los consultados, de ser ese ser valiente que era antes.
“El guayaquileño siempre ha sido valiente, pero últimamente ha tenido que ser más precavido y prudente. Ha hecho una pausa a esa actitud, que la tiene, pero ahora la reserva porque, claro, nadie quiere perder la vida. Las parrilladas familiares, los eventos populares, salir por las noches y todo lo que antes se hacía con más normalidad y tranquilidad, todo eso ha tenido que cambiar. Prácticamente, las costumbres familiares han tenido que morir. Los buenos ahora estamos enjaulados, y los malos, libres”, comenta Rebecca Vera, líder barrial de Sauces, quien asegura que muchos guayaquileños “viven con los nervios a flor de piel”.
El guayaco tiene muchas cualidades, pero actualmente no hay alguien digno de admiración.
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Sin embargo, para Luis Mendieta, docente escolar, el mismo hecho de que el guayaquileño viva en esta tensión y se sienta “pilas”, ha hecho que también irrespete a la autoridad y proceda de forma incorrecta.
“A veces nos creemos sabidos y atrevidos; eso hace que se quiera pasar por encima a la autoridad porque se cree que se tiene la razón, pero eso no es así”, comenta el catedrático, quien recuerda como en ocasiones el guayaquileño también discute e insulta a la autoridad. “Eso no lo hace un mal ser humano, pero sí lo hace ver como un malcriado. A veces nos queremos pasar de sabidos: mal, mal, mal. No está bien que esa sea parte de nuestras características. Es mejor que nos vean como seres alegres, que no se apagan, y no como irrespetuosos”, piensa Mendieta, quien argumenta que hay que trabajar en la crianza de los niños para que aumente el respeto hacia la sociedad.
Es directo y decidido no anda con hipocresías. Es ‘buen diente’ y le gusta mucho la playa.
“La caballerosidad no se puede ir, sería lindo ver a los jovencitos ayudando a cruzar la calle a un adulto mayor. Antes el guayaquileño lo hacía”, recuerda.
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Ahora, respecto a la referencia que tienen, apenas unos cuantos se atrevieron a responder. Que no hay un ejemplo actual de alguien que los represente, argumenta Andy Vera, un periodista que cree que los grandes personajes ya no están con vida, ya que la mayoría destacó en el siglo pasado.
El guayaquileño es líder y valiente. Por ello, mis referentes son León Febres-Cordero y Jaime Nebot.
Por ejemplo, para la artista Daniela Valverde, Julio Jaramillo fue un referente del guayaquileño, pero en la actualidad no hay alguien que realmente destaque y sea ese ejemplo a seguir. “No digo que no haya gente buena, la hay. Los guayaquileños son gente maravillosa, pero si hablamos de un líder como tal, alguien que nos represente como ciudad, como ese ser que sirve de gran escudo y es sinónimo de honra, valor, honradez y civismo, no lo hay. No hay un ser que tenga, en esta época, esas cualidades”, agrega Sonia Lecaro, habitante de Urdesa.
De forma similar opinó el resto, al señalar que como referente histórico pueden citar a las figuras políticas León Febres-Cordero, Jaime Roldós Aguilera, Vicente Rocafuerte, José Joaquín de Olmedo y Jaime Nebot. “Nebot estuvo años al frente de la ciudad y eso hay que destacar. Considero que es un equilibrio entre el ser humano y lo bravo huancavilca”, destacó el activista social Fernando Alburqueque.
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Es alegre, divertido, jovial, pero actualmente no hay un referente que nos represente.
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Leer másPor otra parte, los jóvenes destacan la falta de líderes nacionales y la adopción de otros extranjeros. “Hoy, el guayaco es alegre, sabido, trabajador, pero no tiene un referente o personaje ejemplo. Eso siempre se necesita”, comentó Luis Bolaños, docente universitario, quien insiste en que la juventud deberá trabajar más fuerte para dejar un legado que continúe sacando adelante a la ciudad.
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