El guayaquileño, el pilar del Puerto Principal
Solidario, bromista, espontáneo, emprendedor y valiente, sin importar la edad; son las características del ciudadano de esta enorme ciudad que lucha, sin miedo, por progresar
Si alguna enseñanza dejó la pandemia a los guayaquileños es que su esencia no se debe apagar incluso en los momentos más grises. Guayaquil, que está de fiesta, se ha destacado por ser una ciudad valiente, libre, viva, que abraza a locales y extranjeros por igual; y esas particularidades, que están presentes en sus más de 2’ 700.000 de habitantes y en cada uno de sus barrios, son hoy más que nunca el sello del Puerto Principal, y la razón por la que ahora se festeja.
La historia dice que el Puerto Principal definió su horizonte como una ciudad autónoma y emprendedora hace dos siglos; y que su gente desde entonces construyó su identidad con características especiales, como la alegría, la solidaridad y su singular forma de expresarse, y que fueron evolucionando, a tal punto que dieron cabida a un ciudadano creativo, positivo (siempre positivo) y con dinámicas de supervivencia.
El guayaquileño, y más ahora, es un ser valiente; que no mira atrás, que avanza, que es bueno. Que tiene un corazón noble que ayuda a arrancarnos una sonrisa, aun cuando el miedo o la angustia está presente.
“Hemos vivido casi dos años limitados, sin salir de casa, sin abrazar a la gente, como lo hacíamos antes; y acoplándonos con buena cara a los constantes cambios que el virus nos ha obligado a adoptar, pero aquí estamos y estamos felices. Ahora el guayaquileño es más resiliente y seguro. La pandemia nos enseñó a explotar nuestras cualidades en los negocios, primero para sobrevivir, y ahora para vivir y eso es realmente bueno. Estoy feliz, orgulloso de ser guayaquileño...”, argumenta Sebastián Escandón, un ciudadano de 44 años que, tras la pérdida de su empleo en la postpandemia, optó por convertir el patio de su casa en el sitio desde donde vende asados.
El piel a piel en los días del pos-COVID
Leer más“El guayaco siempre se levanta”, repite. Y lo dice al referirse no solo al campo laboral, sino al emocional o anímico. “Últimamente tenemos un meme para todo y me alegro de que así sea”, agrega.
Para el sociólogo Andrés Martínez, estos cambios que caracterizan hoy al guayaquileño, en efecto surgieron duran la crisis sanitaria generada por el coronavirus; y se quedaron en ellos porque “los hicieron sentir cómodos, bien, pese al escenario”.
Hasta en las situaciones más terribles, el guayaquileño busca la manera de hacer una broma, y está bien. Esa es la válvula de escape. Y a veces, la razón por la que uno puede vivir, seguir viviendo y olvidar las penas.
“El ser humano demostró muchas cosas. Que podía dar más afecto del que esperaba; que los barrios fueron el corazón que hizo latir a la ciudad; que a la mayoría le gustaba vivir rodeado de árboles y animales; y que incluso siempre había un momento para sonreír. El guayaquileño logró sacarle carcajadas quizás al vecino más callado del vecindario, y eso nos ayudó a respirar. Si estamos de pie es por la gente de esta hermosa ciudad, que funcionó como una válvula de escape”, reflexiona Martínez.
Guayaquileños: “Ir a Raíces es ir al Disney World de la comida criolla”
Leer másUna opinión similar comparte la psicóloga Belén Caicedo, guayaquileña, quien destaca además el hecho de que las familias hayan notado lo indispensable que resulta la convivencia. “De por sí, disfrutamos mucho de conversar en las calles, en las peatonales o en las bancas colocadas en los barrios; o de pelotear al aire libre con los vecinos, sin importar la diferencia de edad. Un joven de 17 años puede jugar fútbol con uno de 40, sin problema. Eso es Guayaquil. La ciudad simplemente se acopla a los escenarios. Construye y transforma ambientes. No le cierra la puerta a nadie”, explica; al destacar también el rol de los niños. “Ellos fueron los más valientes de todos”, reitera.
En este punto Martínez, que aplaude asimismo esa iniciativa que han tenido los ciudadanos por hacer cultura, ya sea en teatros, en la calle, en los espacios públicos o en las mismas viviendas, como pasó en 2020 y a inicios de 2021; asegura que los menores de edad del Puerto Principal merecen una medalla de honor por haber soportado lo que para muchos fue una guerra. “Ellos se adaptaron más que el resto. Pese a que sabían que pasaba algo, si nos enfocamos solo en los más pequeños de cada hogar, no se asustaron, salvo algunas excepciones y situaciones, de los problemas. Y por eso este día el tributo va dirigido también a ellos”, sentenció.
Llevan por nombre José en Guayaquil. Es el más común, seguido de Carlos (65.793), Luis (64.851) y Juan (40.698).
Así Guayaquil, que conmemora este 9 de Octubre 201 años de Independencia, celebra la libertad y la autonomía de sus ciudadanos, que no dejan tampoco de lado esa virtud de ser compañeros de verdad. Y es que solo en zonas como Sauces, la Alborada, Samanes, Urdenor y Urbanor, por citar algunos ejemplos, sus líderes de forma permanente organizan ferias para que aquellos moradores que perdieron sus trabajos o vieron afectados sus ingresos en pandemia logren descubrir un nuevo nicho para salir adelante.
“Esto es parte de la hermandad. Es parte de ser hijo, amigo, hermano, vecino, socio: guayaquileño”, detalló Carlos Guerrero, líder comunitario de Sauces 1.
Hoy siento que somos más hermanos que nunca, que nos damos la mano y trabajamos por subir en conjunto. Hoy también valoramos más las épocas sanas, de juegos de niños, y en general trabajamos por recuperarlas.
En nuestro barrio reina el compañerismo y ese factor es el que ha hecho que lo superemos todo, de a poco. En el barrio Garay somos unidos, somos familia. Salimos adelante con lo poquito o mucho que tengamos.
- Ser cariñoso, otra virtud
Durante casi un año y medio, por la crisis sanitaria, el guayaquileño se limitó a tener contacto físico con su gente. Ahora, con un alto porcentaje de personas vacunadas, los besos, los abrazos, las reuniones entre amigos han vuelto; llenando así de alegría a sus ciudadanos que dicen haber extrañado las cálidas muestras de afecto. “Y es que el guayaquileño es cariñoso, ama y demuestra a lo grande”, advierten.
Guardianes de los animales
El homenaje a Guayaquil vino desde el aula de los colegios
Leer másAsí como al inicio de la pandemia, por temor, muchos animales fueron abandonados; también hoy muchos han encontrado un nuevo hogar. La tendencia animalista, el hecho de adoptar un animal de compañía, va en aumento entre los guayaquileños, advierten los especialistas. De allí que en cada feria de adopción, más comunes cada día, decenas encuentran cobijo y alimento, pero sobre todo cuidado y amor.