Escuelas presenciales, pero improvisadas
Debido a las restricciones por la pandemia, en Guayaquil han proliferado sitios ilegales donde los niños reciben clases sin aforo ni distanciamiento
Denisse Toala, de 17 años, saca de una vetusta caja de cartón varias carpetas con vistosas carátulas, afiches didácticos y folletos para mostrárselos a los 22 niños que ayuda en sus tareas escolares, en su humilde vivienda ubicada en la cooperativa Realidad de Dios, en Monte Sinaí, en el noroeste de Guayaquil.
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Leer másSer la maestra del barrio fue un rol que no esperaba desempeñar, ya que recién en marzo se graduará de bachiller, pero que le tocó cuando en junio pasado, en el inicio del año lectivo en el régimen Costa, las clases presenciales seguían clausuradas debido a la pandemia por COVID-19.
Así fue como Toala improvisó una especie de salón de clases para recibir a los menores que no tienen internet ni equipos tecnológicos para recibir sus clases desde casa. Primero lo hizo debajo de un árbol en una cancha de tierra y luego en su casa, donde ubicó la mesa de comer justo en el patio, el único rincón al que entra luz natural y señal de internet desde las antenas cercanas a los cerros.
Los niños llegan a esta ‘escuela informal’ dos veces a la semana (lunes y miércoles). Nada parece desconcentrarlos: ni la ropa tendida en los cordeles que prácticamente están a la altura de sus cabezas, ni el cantar de un gallo que anda suelto en el patio de tierra, ni el movimiento en la cocina, donde la madre de Denisse prepara unos frijoles.
La joven apoya a estos estudiantes de entre 5 y 17 años que, como ella, tienen casi un año sin ir a la escuela y sufren la deficiente educación a distancia.
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Leer másPero esta no es la única ‘escuela presencial ilegal’ o ‘improvisada’ que hay en la ciudad, donde se ha priorizado la apertura de gimnasios, playas o restaurantes, haciendo a un lado los planteles educativos y los espacios recreativos.
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Leer másLos niños se han visto obligados a asistir a esas ‘escuelas’ que -al margen de la ayuda escolar que reciben de manera gratuita- son focos de contagios porque no se respeta el distanciamiento físico ni los protocolos de bioseguridad, como se ha informado en varios reportajes publicados por EXPRESO.
Para muchos padres como Francisco Tenorio, estos lugares han sido una opción para que sus hijos no pierdan un año de clases.
En cambio, Paola Miranda, otra representante, los ve como un peligro y pide que ya se abran las escuelas de una manera ordenada, algo que no pasará por lo menos en lo que queda del año lectivo en el ciclo Costa que culmina el 11 de marzo. Las autoridades educativas han informado que en el siguiente ciclo escolar que empieza el 7 de mayo, se retomarán las clases presenciales de manera opcional y progresiva (ver subnota).
Este pedido es apoyado por Carlos Montiel, psicólogo educativo, quien señala que hay que terminar con el aislamiento de los niños, “que se traduce en una gran afectación a su desarrollo cognitivo y metabólico”.
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Leer másPero las escuelas improvisadas siguen proliferando. Por ejemplo, a pocos metros de la casa de Denisse, otros 25 niños están a cargo de Nikole Rosero, una joven bachiller que, cuando se enteró que debido a la pandemia del coronavirus las clases serían online y que muchos menores dejarían de estudiar porque no tienen internet o dinero para pagar las pensiones, decidió crear ‘aulas comunitarias’ en ese mismo sector.
Al principio, ella adecuó una ‘escuela’ en la vivienda prestada por una vecina, donde ayudaba en las tareas de forma personalizada a estudiantes desde el nivel Inicial hasta el tercero de Bachillerato.
Desde enero pasado le pidieron el local y ahora tres veces a la semana recibe a los chicos en la terraza de la casa de su tío, que está en plena construcción. Para subir los niños deben pasar sobre unas tablas tambaleantes que hacen de puente.
Nikole cuenta con la ayuda de dos de los 100 docentes del magisterio fiscal que se desplazan hasta la zona para entregarle a los niños los materiales de estudio del Ministerio de Educación, que incluyen asignaturas tradicionales como Matemáticas, Lenguaje, Historia y Geografía, pero también actividades para hacer en familia como recetas de cocina, manualidades y mensajes de prevención de contagio de la COVID-19.
Lo mismo hace Beatriz Menoscal, de 43 años, quien habita en la cooperativa Janeth Toral 2, ubicada en el noreste de la ciudad. Ella convirtió la parte baja de su vivienda de caña, en un improvisado plantel educativo, donde recibe a 42 alumnos, de entre de 6 y 17 años, a quienes les presta su teléfono celular y ofrece internet a través de la señal que agarra de una antena cercana, para que desarrollen las tareas que les envían los maestros desde casa.
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Leer másLos niños asisten acompañados de sus padres, luego de caminar varios metros de calles empinadas, repletas de piedras, basura, maleza y malos olores.
Asimismo, en la cooperativa San Francisco, en la vía a Daule, norte de la ciudad, donde habitan 173 familias, la maestra Rubit Vallejos también da clases presenciales a 30 niños que no tienen el servicio de internet, ni los dispositivos para adquirir conocimiento. Lo hace en calles polvorientas en verano y lodosas en invierno.
El cierre de las escuelas en el país fue decretado en marzo de 2020 a raíz de la pandemia, que ha dejado temporalmente fuera de las aulas a 4’600.000 estudiantes. Mientras que cerca de 24.760 niños y jóvenes han abandonado este año el sistema educativo, ante la falta de recursos económicos y las dificultades para acceder a las clases virtuales en medio de la crisis sanitaria. Pero, los gremios educativos particulares y organizaciones sociales aseguran que el número de desertores es mayor, como lo ha informado EXPRESO en ediciones anteriores.
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Leer másEn octubre pasado, el Municipio de Guayaquil envió 300 maestros a Monte Sinaí para evitar que 6.000 menores pierdan el año lectivo.
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Cuando al Ministerio de Educación se le preguntó sobre el funcionamiento de ‘escuelas improvisadas’ que acogen a decenas de niños para ayudarlos en su proceso de enseñanza y aprendizaje. La única respuesta que dieron sus voceros fue: “El proyecto de refuerzo pedagógico es del Municipio que contrató maestros para estudiantes del sector de Monte Sinaí”. Sin embargo, no precisaron ¿qué medidas podrían tomar para controlar la proliferación de estos sitios que pueden convertirse en focos de contagios para los menores?
Lo que sí informaron es que el período escolar 2020-2021 para el régimen Costa se termina de manera oficial el 11 de marzo, con la modalidad de ‘Aprendemos Juntos en Casa’, que corresponde a la Fase 1 del Plan Educativo COVID-19.
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Leer másPero si alguna institución educativa se acoge al proceso del uso progresivo de sus instalaciones lo puede hacer bajo los lineamientos establecidos por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional y el Ministerio de Educación.
Señalaron que el uso progresivo de las instalaciones educativas es un proceso voluntario y se debe contar con la autorización de los representantes de los estudiantes. De no haber autorización, este proceso seguirá bajo la modalidad ‘Aprendemos Juntos en Casa’.
Sobre la modalidad de estudios que se adopte el próximo año lectivo que empieza el 7 de mayo, manifestaron que esto dependerá mucho de la evolución de la pandemia en el país y de la valoración que realice el COE nacional.