Discapacidad
Aquiles Valarezo tuvo que pedir ayuda para cruzar de una acera a otra en el centro de la urbe, pues su silla de ruedas se quedó atorada en un hueco entre la rampa y la calzada.Freddy Rodríguez / EXPRESO

El espacio público dificulta la accesibilidad inclusiva

Las personas con discapacidad cada día libran una dura batalla en las calles de la urbe.  Hay muchas barreras en calzadas, veredas, rampas, parques, etc.

Aquiles Valarezo (40) se moviliza en silla de ruedas después de que un accidente lastimó su columna vertebral, hace 19 años. Desde entonces, su mayor reto es batallar día a día en las calles de diferentes sectores de Guayaquil contra la pésima accesibilidad y falta de infraestructura idónea para personas con alguna discapacidad.

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Tenemos muchas barreras en la mayoría de los espacios públicos como parques, plazas, aceras y otros lugares del barrio donde hay piedras, escalones, rampas empinadas o inexistentes, además de obstáculos en las veredas que nos obligan a atascarnos o, peor aún, a lanzarnos a la mitad de la calle para llegar a nuestro destino”, manifiesta el también presidente de la Asociación de Hemipléjicos, Parapléjicos y Cuadripléjicos y Amputados del Guayas (Asopléjica).

El miércoles pasado, EXPRESO lo acompañó a un recorrido por algunos puntos del centro de la ciudad, incluyendo los regenerados, en donde mostró las interminables dificultades que debe enfrentar.

Desde Pichincha y Aguirre, donde queda el Museo Nahim Isaías, al que asistió para observar una exposición, no pudo cruzar con facilidad hasta el Municipio (donde luego tenía que hacer unos trámites) debido a que las dos rampas en los extremos de las calles estaban obstruidas con una rejilla dañada y con cercos de metales que impedían la circulación de su silla de ruedas.

Entonces, tuvo que pedir ayuda para lograr su objetivo.

Es por esta razón que siempre anda acompañado, para que en situaciones como esta le empujen con fuerza el vehículo y lo ayuden a ponerse a buen recaudo. “Todavía en Guayaquil hay muchas barreras que le impiden ser una ciudad inclusiva”, lamenta.

Para potenciar nuestra autonomía debemos unirnos todos y empezar a hacer cambios, así sean mínimos, en el entorno. En el mismo vecindario, por ejemplo.

Agustín Palacios, persona con discapacidad

A la travesía se unió María Elena Rodríguez (58), también integrante de Asopléjica, quien debido a una poliomielitis se moviliza en una silla de ruedas. En pleno centro de la ciudad trató (sin suerte) de recorrer algunos puntos, pero tuvo que evadir postes, anuncios publicitarios, jardineras y tachos de basura instalados en medio de las aceras estrechas.

La ciudad debe ser más inclusiva porque no siempre encontraremos a alguien, en cada esquina, para que nos ayude a cruzar la calle o nos advierta de un obstáculo en la vía.

Danny Caicedo, persona no vidente

“En esta ciudad se vulneran los derechos de las personas con movilidad reducida contemplados en la Constitución, que garantizan el acceso de manera adecuada a todos los bienes y servicios”, explica.

Siguiendo su recorrido, en Pedro Carbo y Clemente Ballén intentó cruzar hacia el edificio del Correo, pero las rampas obstruidas y los huecos en el asfalto al pie de los bordillos le impidieron cumplir el objetivo.

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María Elena Rodríguez circula por una vereda en medio de postes y otros elementos que achican el espacio y dificultan su desplazamiento.Freddy Rodríguez / EXPRESO

“Lamentablemente, en toda la ciudad la gente no respeta las rampas. Hay vehículos que bloquean nuestro acceso. Todos deben respetar estos sitios para poder subir y bajar las veredas sin contratiempos”, reclama.

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El mal estado de las calles es otro problema al que también deben enfrentarse, incluso en zonas regeneradas y turísticas como el sector de Chile y 10 de Agosto, cerca del parque Seminario, donde algunos adoquines levantados les impiden a las personas con discapacidad circular.

“Si queremos ir al parque debemos recorrer un tramo empedrado que hace saltar la silla de ruedas. Terminamos con el cuerpo adolorido por el esfuerzo que hacemos para mantener el equilibro y no caernos al piso”, manifiesta Valarezo.

Y si andar por las calles es un suplicio, el sueño de viajar sin complicaciones en los buses urbanos está aún lejos para ellos, a pesar de que 135 unidades de las 2.700 que recorren la ciudad cuentan con ascensores hidráulicos y espacios para sillas de ruedas.

Discapacitados
Las personas con discapacidad tienen problemas para recorrer hasta en los sectores regenerados y turísticos del centro de la ciudad.Freddy Rodríguez / EXPRESO

Es por eso que deben esperar largo tiempo para abordar una de ellas. “No solo tenemos que esperar la buena voluntad de los conductores de buses, los taxis también evitan llevarnos y en lugar de darnos un precio cómodo, nos suben la tarifa para no hacernos la carrera”, denuncia Rodríguez.

Ella reconoce que el servicio de la metrovía tiene mejores condiciones de acceso, pero también hay obstáculos físicos que les impiden desenvolverse por sí mismas a las personas con discapacidades.

Puso como ejemplo la parada de la Universidad Católica, que no tiene accesos a nivel de calzada, por lo que no se puede cruzar de la calle a la estación para ingresar, y para acceder a ella hay que usar un paso elevado peatonal con una infraestructura no apta para personas con alguna discapacidad física.

Discapacidad
Las personas con discapacidad deben esperar mucho tiempo antes de abordar una bus de transporte urbano.Freddy Rodríguez / EXPRESO

Otra dificultad se halla al acceder a los articulados, porque las áreas destinadas para personas con movilidad reducida están copadas de pasajeros amontonados, lo que hace inútil, a veces, que exista un espacio destinado para sillas de ruedas.

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“Es importante que las autoridades se enfoquen en la sensibilización y concienciación de la ciudadanía respecto a que las personas con discapacidad no necesitan solo grandes infraestructuras para movilizarse con cierta seguridad, pues muchas veces un simple gesto puede hacer la diferencia”, puntualiza Valarezo.