Los espacios públicos para convivir en Guayaquil, escasos y en el olvido
Que sean oscuros y a veces inaccesibles frena sus visitas. Urge invertir en ellos y darle vida familiar y nocturna
En Guayaquil son cada vez más los sitios de encuentro que han ido perdiendo su luz y color. El pasado fin de semana, EXPRESO contó como la calle Panamá permanece sin vida entre semana y en las noches. Esta vez, los guayaquileños suman a la lista otros espacios, como Guayarte, el Parque Seminario y Centenario, el Forestal, el malecón del Salado, la Plaza de la Música y el Área Nacional de Recreación Parque Lago
Plantas que oxigenen el agua, una vía para evitar la muerte de peces en el Malecón
Leer másQue en ellos, advierten, pese a que “de vez en cuando se hace uno que otro evento”, no hay ya familias visitándoles. “En unos hay problemas de infraestructura que espantan al turista, mientras que en otros, sobre todo en los parques, somos propensos a que nos roben. A la final, no nos queda de otra que reunirnos solo en casa. Esos sitios, que podrían ser icónicos en la ciudad, lamentablemente están de adorno”, se quejó Daniel Hermenegildo, residente del centro de la ciudad.
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Para Félix Chunga, arquitecto y catedrático de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, la mala iluminación y la falta de inversión en seguridad constan entre los principales factores que dan paso al abandono en estos lugares. “Existe además una construcción que no permite la caminabilidad y la accesibilidad universal, ese es otro de los principales motivos para dejar de visitarlos. La seguridad es otra razón, en la ciudad no se puede caminar sin miedo porque podemos ser víctimas de un robo y esto es provocado también por la nula iluminación”, señaló.
Chunga también cree que uno de los efectos negativos que causa este descuido administrativo recae en el valor que tiene o refleja la ciudad. “Todos estos espacios públicos deteriorados, sin uso ni iluminación, pierden su capacidad de aportar réditos a la Guayaquil porque no existen actividades comunitarias, y eso afecta a la economía de la ciudad. Uno de los ejemplos descuidados y que se encuentra en malas condiciones es Guayarte, que lo podría tener todo, que podría atraer a muchos y no lo hace”, asegura.
Javier Rendón, quien habita en Urdesa, coincide y lamenta que el espacio que colinda prácticamente con su vivienda, se vaya apagando. “La actual administración prometió corregir errores del pasado, darle vida, lograr que este sea un sitio para el arte..., pero son contados los eventos que se hacen y logran captar a la gente. No hay ya familias haciéndose en esta plaza fotos, ni haciendo fila para fotografiar sus murales. Guayarte tiene potencial, pero lo han dejado estancado”, piensa, el también estudiante de arquitectura.
Diego Calle, residente de Urdesa
Natalie Wong, decana de la facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), comparte las ideas de Chunga y recomienda explorar alternativas de intervención para revitalizar los espacios poco concurridos.
“Es importante recordar que el espacio público es la esencia de la ciudad, es el lugar donde se fomenta la interacción, el tránsito, y más que nada donde se promueve el vínculo entre el ciudadano y su entorno urbano. Las autoridades deben ir más allá del mantenimiento de los espacios ya existentes y reconsiderar la necesidad de transformar otros, ya sean plazas, parques de bolsillo, calles peatonales... Todo sirve.”, alega.
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Wong afirma que desde las universidades se han planteado varias propuestas que son útiles para el cabildo porteño y que pueden ser consideradas para mejorar la ciudad. “Desde la academia se genera propuestas innovadoras, incluyendo metodologías como el diseño participativo, urbanismo táctico y demás, que pueden ser de gran utilidad en este proceso”.
Luis Gómez, arquitecto y dirigente de la Confederación Nacional de Barrios del Ecuador, habló con EXPRESO sobre los sitios que han dejado de ser epicentros y que necesitan sí o sí recuperarse. Las Peñas, principalmente su conexión con la vía que da con la Iglesia y su cerro; El Boulevard 9 de Octubre que ahora está sucio e inseguro, y sus calles aledañas; la calle Pedro Carbo, que es la continuación de la Eloy Alfaro y está conectada con las Iglesias; el Parque Montalvo y lo que fue en su época el Mercado Sur; la calle 10 de Agosto, dónde en las noches había un corredor gastronómico; el Mercado Central; el Parque Bolívar, entre otros tantos, cita el especialista.
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Kelly Ordóñez, habitante del barrio Centenario
Gómez destaca que los planes de desarrollo territorial nunca han sido totalmente pensados en la planificación local, por lo que ver espacios vacíos y pocos cuidados ha sido un malestar que se vive desde el siglo pasado. “El desarrollo urbano y la planificación de la ciudad fue sometida a una especulación de progreso y eso es algo que se ve desde 1920 sobre el suelo urbano, lo que llevó a que se perjudique, por ejemplo el estero Salado y sus manglares, que siguen sin ser atendidos. Es triste verlos ahí, perdidos y sin gente, cuando podrían ser la cara del turismo y la convivencia”, sentencia.
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Los expertos colocan como ejemplo a ciudades como Medellín, en Colombia, que tras su reverdecimiento y las inversiones que hizo en las infraestructuras de las zonas públicas ha podido recaudar más de $1-800 millones en los últimos años. “Esto es gracias a la preocupación de los cabildos que buscar mejorar su ciudad, que esté dentro del radar del turista y que dé bienestar a las familias. Esto debe replicarse en Guayaquil. Es tiempo ya de hacerlo”, exhorta.
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