Espacios públicos que cierran sus puertas a la familia en Guayaquil
Una encuesta de Ipsos revela que en Guayaquill, un 64 % evita frecuentar los parques por ser inseguros o estar en mal estado
Los espacios públicos de Guayaquil y Quito no son ni los sitios más seguros para disfrutar en familia o entre amigos, ni tampoco son los más amigables. Así lo confirman no solo los ciudadanos que sueñan con tener parques con sombra y juegos infantiles que, ante la falta de árboles, terminan quemándoles incluso la piel a los niños, como denuncian sus padres, sino también los resultados de la encuesta que la multinacional de investigación de mercados y consultoría Ipsos hizo en las dos ciudades, con el fin de saber precisamente qué tan visitados son estos espacios o qué impide que se lo haga. La inseguridad y el estado en el que se encuentran lideraron las causas.
“Refrigerar la ciudad a gran escala como Medellín es una obligación”
Leer másEl sondeo, realizado a un total de 1.000 personas, 500 por ciudad, evidenció que en el caso del Puerto Principal las canchas deportivas (54 %) y las piscinas municipales ( 67 %) son los espacios más frecuentados; a diferencia de lo que se registra en la capital, donde los parques son los sitios más visitados para dar paso a la convivencia.
Sin embargo, que sean los más visitados no los convierte en los favoritos. Y es que según la medición, el 64 % de los guayaquileños que participó del estudio asegura que no visita ni los parques, ni las canchas, ni las piletas colectivas, sobre todo por inseguridad. Este es un problema que, pese a los reclamos del ciudadano y el aumento de muertes violentas en la ciudad, no ha sido solucionado.
Luis Chica, arquitecto y líder de la Alborada
Amador Cárdenas vive en el Suburbio y lamenta que la Alcaldía sea indiferente a la necesidad que tienen las familias para distraerse. “No tenemos a dónde ir ni qué hacer por las tardes después del trabajo ni los fines de semana. Todos los parques o al menos una gran mayoría son inseguros, han sido tomados por la delincuencia, no tienen la suficiente iluminación... Son cadáveres urbanos. Por lo que nos vemos obligados a quedarnos en casa, a encerrarnos todavía más y a no conectar con los vecinos. Hoy, cada familia guayaquileña vive en una burbuja. Pero no porque quiere sino porque las circunstancias y las autoridades por su inacción lo imponen”, alega.
Cárdenas, quien tiene un negocio en Sauces 6, cerca de una piscina municipal que generalmente permanece llena de bañistas, vive hace 30 años en la calle 29, y al menos en los últimos dos años no ha visitado el parque del skate, inaugurado a finales de 2011 y ubicado en las calles 29 y la J, junto al cementerio Ángel María Canals y una Unidad de Policía Comunitaria (UPC); porque en el lugar, como ha registrado antes EXPRESO, se han reportado robos y las pistas, lejos de acoger a deportistas o aficionados de este de deporte, se convirtieron en refugios de adictos.
La urgencia de transformar los barrios en torno a sus canales olvidados
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EXPRESO estuvo en el sitio, hoy desbordado de grafitis, y constató que incluso está con candados. El paso a la ciudadanía ha sido negado. “Ya no lo abren, no lo hacen nunca porque el espacio se convirtió en un peligro permanente, además de un hotel de paso. Quedó en el olvido. Y es lamentable porque el alcalde se pasa diciendo que prioriza a la familia y los proyectos que ayudan a reconstruir el tejido social cuando todo eso es mentira. El parque del skate no es más que un elefante blanco”, sentencia Anabel Guzmán, residente de la calle 29.
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La Plaza de la Música reabre, pero aún falta seguridad y arreglo de luminarias
Leer másUna opinión similar tienen los habitantes en torno al Parque Lineal, en el Malecón del Salado; y la Plaza de la Música, una obra construida en la administración del alcalde Jaime Nebot para diversas presentaciones artísticas y culturales que finalmente no se han desarrollado.
En el espacio de la ‘gran guitarra’, que es la forma que toma el parque ubicado sobre 1.300 metros del estero Salado y a un costado del puente El Velero, existen guardias de seguridad, pero su presencia no da tranquilidad a quienes buscan caminar todo el lugar y menos a los moradores.
“Aquí te roban, lo hacen de frente y los cuidadores te lo advierten. Hay pandilleros, el sitio es oscuro, venden drogas. No hay turismo, tampoco vida comercial y menos aún convivencia. Vivo a una cuadra del lugar, pero jamás ingreso. No existe para mí”, reconoce un residente que por temor a represalias pide omitir su nombre.
Para él, la Plaza de la Música espanta a las familias.
“Nos hemos cansado de pedir ayuda a la Alcaldía, a los concejales, a la Gobernación. A todos los hemos alertado de lo que implica vivir junto al sitio, que está desolado y muerto. En él es imposible hacer vida comunitaria..”, agrega la residente del barrio Garay, Lucila Pazmiño, quien sueña con que el parque se llene de locales y turistas.
La inseguridad 'desafinó' por completo a la Plaza de la Música
Leer másPone como ejemplo el escenario que se experimenta hoy en el Parque Samanes, que tras la intervención municipal y los reclamos colectivos, ha empezado a intervenir sus áreas y a atraer a las familias, incluso para realizar actividades nocturnas.
Julián Guzmán, quien habita en la décima etapa de la Alborada, es parte del 43 % de guayaquileños, según Ipsos, que visita con mayor frecuencia los parques. Él admite que acude solo al de Samanes por tener una variedad de actividades por ejecutar. “El resto, en el norte, ha sido tomado por los consumidores. En la Alborada, Samanes, Sauces, Guayacanes prácticamente ya viven. No importa si el sitio es grande o pequeño, si tiene o no seguridad, ellos ven la forma de ingresar y apoderarse de los espacios”, expone; al confesar que realmente no está seguro de si los espacios públicos del Puerto Principal fomentan la interacción.
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“A veces estos representan un riesgo. Y no me refiero solo a los parques, sino a las aceras, a las canchas y tiendas del barrio, al bulevar de la 9 de Octubre... Podría jurar que en todos estos puntos hay cámaras y posiblemente vigilancia, lamentablemente la violencia ha aumentado con creces y no hay un plan integral para enfrentarla. De allí que nos toca guerrear solos. Y ante la posibilidad de engordar la lista de víctimas nos limitamos a refugiarnos en casa, el único espacio aún seguro, aunque no para todos”, reconoce Guzmán.
Las cifras, el reflejo de nuevos desafíos
En un reportaje anterior publicado por EXPRESO, la dirección de Ambiente y Preservación de Áreas Verdes detalló que en Guayaquil hay 2.320 parques, aproximadamente. Aunque -según sus habitantes- no muchos están poblados de árboles.
Guayaquil: El Cabildo entregará $3,5 millones a Empresa Pública de Parques
Leer másEn el Puerto Principal, según detallaron entonces los funcionarios, hay un presupuesto de 9 millones de dólares para manejar los parques y las áreas verdes. Que existen cuadrillas operativas en toda la urbe para hacerlo, pero que también cuentan con mantenimiento de empresas privadas en ciertas zonas. En los últimos meses se repotenciaron, por ejemplo, parques en Guayacanes, Samanes y Los Ceibos.
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No obstante para ciudadanos como Fernando Albuquerque, activista social, los resultados que arroja la encuesta de Ipsos exhorta a hacer más y hacerlo de forma integral.
Fernando Alburquerque, activista y líder comunitario
“La problemática de los parques en Guayaquil es un reflejo de desafíos más amplios en la gestión urbana y la seguridad. Es imperativo que tanto el Gobierno Nacional como la Alcaldía actúen de manera decisiva y coordinada para abordar estas preocupaciones. El Gobierno Nacional impulsó el plan Fénix y la Alcaldía de Guayaquil, el plan de Política Criminal y Convivencia. Pero la ciudadanía está a la espera de resultados tangibles y reales”, señala.
Para el líder comunitario de la Alborada y también arquitecto, Luis Chica, desde los barrios los residentes deben, sin embargo, también actuar y aportar con el tema del cuidado. “La situación que estamos viviendo a nivel nacional es alarmante. El Gobierno no se abastece, no hay recursos. Y si se está combatiendo en parte a los grupos narcoterroristas, no tiene suficientes recursos para controlar los parques. ¿Qué hacer? Desde los barrios debemos tomar medidas. Mantener impecable el área, hacer actividades, fijar horarios de ingreso y salida. Todo eso suma para que las familias sientan que el espacio es parte de uno”, sentencia.
Arquitectos plantean cómo volver seguros a los espacios públicos
Que los parques, sin importar su tamaño, tengan la suficiente iluminación y sombra, estén rodeados de color y murales, y sean inclusivos, a decir de los especialistas consultados, son la clave para que las familias y visitantes los vean como una opción para pasar el rato.
“Refrigerar la ciudad a gran escala como Medellín es una obligación”
Leer másAnabel Castañeda, arquitecta guayaquileña que participó en el concurso de ideas que hace poco más de un año lanzó EXPRESO para recuperar precisamente el centro de la ciudad, asegura que la inclusión a la hora de construir o transformar un parque es más que necesaria.
“Hoy, tanto en Guayaquil como en Quito sobran los espacios que no tienen aceras ni rampas, tampoco camineras bien hechas, y peor aún zonas que inviten al adulto mayor a frecuentarlos. Uno piensa que basta con poner una resbaladera y columpio, cuando no es así. El parque, una piscina municipal, las mismas canchas, son espacios que deben dar cabida a la familia entera. Por ejemplo, en Guayaquil, los graderíos de las canchas requieren de sombra para hacer más amigable el sitio para los adultos. En las piscinas sería fenomenal que se construya estructura que facilite la circulación a las personas con movilidad reducida... No es mucho pedir. Hay que pensar en ello y ahora para generar el cambio”, alega.
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Proponen un nuevo enfoque urbano para la avenida José María Egas
Leer másQuito, sin embargo, se está transformando. El 2024 ha sido declarado como el Año de los Parques, una iniciativa del Municipio para revitalizarlos y convertirlos en lugares seguros, agradables y propicios para el esparcimiento familiar.
El urbanista Hernán Orbea Trávez, docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), aporta una perspectiva crucial: la clave no reside en la ausencia de inseguridad, sino en fomentar la convivencia. Un espacio público activo, concurrido, abierto y que genere oportunidades económicas para los ciudadanos se convierte en un atractivo natural que brinda confianza en cualquier lugar.
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