El espíritu alegre, un sello del guayaquileño
El porteño tiene una fortaleza que se combina con el buen humor y responde con jocosidad, incluso ante la adversidad
Históricamente, los guayaquileños han demostrado que saben salir adelante. Un ejemplo de ello es cómo levantaban la ciudad cuando había grandes incendios y ataques de piratas.
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“Y es que los guayaquileños tenemos una personalidad como la de MacGyver: solucionamos todo con ingenio”, dijo a Diario EXPRESO el psicólogo Gino Escobar, uno de los seis profesionales que dieron su opinión sobre cómo es la personalidad de un guayaquileño.
El embajador del chocolate local
Leer másEscobar también destacó los bríos y la resiliencia que tiene el habitante del Puerto Principal, que hoy recuerda 204 años de su independencia.
El porteño tiene una fortaleza que se combina con el buen humor, expuso la psicóloga Andrea Sánchez.
“Nos gusta tomarle el pelo a la vida antes que la vida nos tome el pelo. Nos encanta mantener nuestra sonrisa hasta en los momentos en que hay que poner el pecho a las balas”, manifestó Sánchez.
El guayaquileño también es hogareño y aprecia sus tradiciones. “Nos gusta pasear por el Malecón, Las Peñas, Parque Seminario y otros lugares íconos de Guayaquil, con amigos y con la familia”, indicó Carlota Manrique, psiquiatra.
Manrique destacó la generosidad y lo hospitalarios que son los guayaquileños. Estos valores influyen en la personalidad de los habitantes, junto con características como el clima cálido y el aire fresco al pie del río Guayas.
“Nuestro folclore pertenece a la chispa de la improvisación, de la respuesta jocosa y con viveza”, enfatizó Manrique.
Nicolás Jiménez
El comercio influye en la personalidad
Por ser una ciudad puerto, el comercio es su principal fuente de negocio y de generación de empleo.
“El guayaquileño es un emprendedor que sabe crearse oportunidades, ya sea para vender un bien o un servicio. Nunca estamos quietos; siempre estamos creando las oportunidades para ganar dinero de forma honrada y mantener a la familia”, opinó Debbie Sánchez, ejecutiva de ventas.
Agregó que el guayaquileño también es novelero; desde octubre quiere adornar su casa para celebrar Navidad y, por eso, las tiendas ahora ofrecen artículos desde septiembre.
Al cliente guayaquileño le gusta recibir la yapa, que significa que espera que el vendedor le dé un poco más del producto que está comprando. Pero antes de cerrar el negocio o aceptar comprar, disfruta del regateo, convenciendo al dueño del local de que le venda a un menor precio.
Este regateo se ve incluso al momento de tomar un taxi: primero pregunta cuánto cuesta y, de ese valor, se baja entre 0,25 y 0,50 dólares.
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Todos los profesionales consultados por Diario EXPRESO coincidieron en que el guayaquileño es fiestero y le gusta organizar bingos bailables para recaudar dinero para algún amigo o familiar que está pasando por una situación crítica por salud.
Las guaguas se venden un mes antes y rellenas de creatividad
Leer másOtra característica es que ha sabido combinar su gusto por hacer negocios con la pasión que tiene por la gastronomía; de allí que por toda la ciudad se ven huecas que ofrecen bolones o encebollado.
En feriados, hay festivales gastronómicos, desde en el local más pequeño hasta en los grandes y reconocidos hoteles.
“Me encanta cuando llega octubre porque es cuando recuerdo la sazón de mi abuela y de mi mamá en los festivales gastronómicos que hay en la ciudad”, manifestó Jimmy Rivera, chef pastelero del hotel Holiday Inn.
En sí, el buen guayaquileño tiene una larga lista de cualidades que la nueva generación también atesora, para seguir con el verdadero legado que define a una ciudad trabajadora, hospitalaria, solidaria, ingeniosa y alegre, que no se deja vencer cuando hay problemas.
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