“La eterna falta de planificación le ha pasado factura a Salinas”
Para la ciudadanía, los estragos del aguaje no son responsabilidad única de la naturaleza. Critican la ubicación de los edificios y exigen obras
El fuerte oleaje registrado hace apenas una semana en la costa del país afectó a varios balnearios, entre ellos a Salinas, en la península de Santa Elena. Y ese hecho, que provocó que la calle aledaña al malecón quede repleta de arena y agua acumulada que ingresó incluso a los primeros pisos de algunos edificios, dejó como conclusión entre los habitantes que falló la planificación. “Desde que construyeron las primeras torres de condominios en este punto del cantón, décadas atrás, se debió pensar en los cambios climáticos. No son más de 10 metros, exagerando, los que separan al malecón de las viviendas. ¿Por qué a nadie se le ocurrió pensar en separar más los espacios? Municipios, constructoras... Todo eso debió analizarse. La eterna falta de planificación le ha pasado factura a este territorio”, sentencia Javier Ocaña, propietario de un departamento en Salinas.
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Leer másEn estos días el mar ha disminuido su intensidad. Sin embargo, en las pleamares se forman olas que superan el metro y medio de altura, algo que no es común en el balneario. Por eso en algunas edificaciones donde funcionan negocios, aún están colocados los sacos con arena para evitar que el agua ingrese a los locales.
Lo que viene ocurriendo causa preocupación incluso en los visitantes, que si bien cuando se dan estos fenómenos optan por estar cerca del mar para fotografiarlo (como quedó evidenciado en días anteriores), están conscientes de que “algo no está bien”.
“El mar cada vez gana más terreno en Salinas, es la verdad. Es inaudito que no se haya hecho nada por evitar situaciones como estas. La naturaleza puede actuar a su manera de forma imprevista, eso no lo podemos controlar. Quienes sí debieron planificar estos escenarios fueron los funcionarios. Fue cuestión de planificar mejor”, coinciden Yolanda Ortiz y el quiteño Lucio Lara, asiduo visitante de Salinas.
“No hubo una buena planificación en las administraciones municipales pasadas, pero el error ya está hecho. Ahora lo que se debería hacer es construir muros o escolleras a unos quinientos metros de la costa, para disminuir la fuerza del mar. Solo así se evitará que continúen los estragos. La otra alternativa sería que las edificaciones retrocedan y eso es imposible. Este es un plan que debe ejecutarse, que debe desde ya ser una prioridad”, señala Lara.
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Leer másPara Kevin Seiba, quien tiene un negocio en pleno malecón, las autoridades del Gobierno Nacional relacionadas a la seguridad en el mar y el turismo deberían emprender un proyecto de inmediato, antes de que ocurra algo más grave.
“Cada vez que se anuncian los aguajes y oleajes, hay zozobra en la población. Es que de un momento a otro se sube el mar y llega hasta nuestros establecimientos. En esta última ocasión, el fenómeno duró 15 días. La inversión de la obra, de las escolleras, debe ser grande. Si el Municipio por sí solo no podrá ejecutarla, que lo hagan las otras instituciones ligadas al turismo a nivel nacional. Salinas es un destino fijo del Ecuador”, opina el comerciante.
No hubo planificación en las administraciones pasadas y eso da cabida a las molestias. Ahora lo que resta es hacer obras que aplaquen el problema.
Sobre este punto el alcalde de Salinas, Daniel Cisneros, asegura a EXPRESO que existe un estudio para actuar frente al problema. Se trata de un enrocado sumergible para no dañar el entorno que tiene el balneario. “El análisis fue entregado por consultores en 2019. El trabajo debería hacerse a la par con el nuevo malecón que está previsto, pero llegó la pandemia y el Gobierno Nacional no otorgó el recurso económico para la megaobra, que cuesta más de diez millones de dólares”, justifica.
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Leer másGuido Yagual, quien ha vivido en Salinas toda su vida, recuerda que el boom turístico en el balneario empezó en la década de los 70. En ese entonces la playa era extensa y las edificaciones a construirse a lo largo y ancho del malecón estaban a una distancia considerable de la arena. “En honor a la verdad, nadie pensó que a futuro el mar pasaría factura. Quizás sí faltó planificación, pero es que en esos años no había oleajes tan fuertes como ahora. Teníamos tanta playa que en bajamar armábamos hasta dos canchas de fútbol”, recuerda.
Olga Andrade, quien habita en la tercera calle de Salinas, coincide con él y asegura que “fue el terremoto de 2016 el que cambió todo”. “Podría jurar que ahí perdimos playa. Pero claro, esto debieron pensarlo. No es que Salinas es un lugar ajeno a todas estos fenómenos o catástrofes”.
Sobre esta situación, Richard Duque, decano de la facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Estatal Península de Santa Elena (UPSE), advierte que lo que se vive en la localidad (y en el resto de la Costa) no es otra cosa que una consecuencia del calentamiento global que afecta al planeta.
El deshielo de los glaciares en el mundo ha influido en el problema, y en Salinas se ha intensificado por la falta de medidas preventivas a lo largo del tiempo.
El profesional, sin embargo, está de acuerdo en que las secuelas no serían tan evidentes si la planificación hubiese estado presente.
Que el problema hoy, si se analiza en toda la provincia de Santa Elena, no está solo en Salinas, asevera Diego Morales, habitante de San Lorenzo (Salinas). “En la Ruta del Spondylus ha pasado lo mismo, pero claro, ahí ni cómo reclamar si aún en este siglo no llega el desarrollo ni la ayuda. En Manta, por ejemplo, los complejos habitacionales están alejados, muy alejados, del mar. Los separan incluso calles. ¿Por qué nadie pensó en eso? Nadie lo sabrá. Ahora lo que resta es hacer obras, insistir en la inversión y prepararse mientras tanto para ver las olas reventar incluso al pie de tu casa”.