Extorsión y violencia en Playas: el paraíso turístico que se convirtió en un infierno
El turismo y el comercio están al borde del colapso. Los robos, asesinatos y extorsiones obligan a cerrar negocios
Sus manos aún tiemblan y su voz se quiebra al recordar los seis meses de tortura que vivió. Felipe (nombre protegido), de 56 años, enfrentó una cruel amenaza: debía pagar 150 dólares mensuales a los extorsionadores o, de lo contrario, tanto él como sus hijos serían asesinados.
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Leer másCon aproximadamente cuatro décadas de residencia en General Villamil (Playas), uno de los 25 cantones de la provincia del Guayas, Felipe, quien es propietario de un hotel, vio cómo su paraíso se transformó en un infierno. Su tranquilidad se desmoronó tras convertirse en blanco de la extorsión.
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“El sector turístico está pagando los platos rotos. En Playas, el 70 % de la economía depende del turismo y el 30 % del comercio, pero el delito más común aquí es la extorsión. Yo mismo fui extorsionado. Me amenazaron con mis hijos. Un día no pude más, me derrumbé y lloré. Ya no podía pagarles, y me decían que si no lo hacía, les cortarían los dedos y la cabeza a mis hijos. Mi paraíso se convirtió en un infierno”, relata con angustia.
Confiesa que al principio accedió a las exigencias por miedo, pero llegó un momento en que ya no pudo seguir cumpliendo. “La falta de turismo y los problemas con la energía eléctrica nos afectaron. Ya no podía cubrir los gastos del negocio. Les pedí que me bajaran la ‘cuota’, pero se negaron y me dijeron: ‘Pagas o los mato’. Fue devastador”.
Negocios quebrados, un efecto colateral
La situación en Playas ha alcanzado niveles críticos. “Muchos están vendiendo sus negocios. Otros no pueden hacerse cargo y optan por alquilar, poner un administrador o cerrar. Aquí, la mayoría de los locales están cerrados porque todos estamos extorsionados. Ya no hay eventos. En el último feriado (Día de los Difuntos e Independencia de Cuenca), no hubo ninguna actividad que atrajera visitantes. ¿Qué más podemos ofrecer? Regalamos desayunos, bajamos los precios, damos noches adicionales gratis, pero la gente no quiere venir. Mientras tanto, los servicios básicos no esperan: si no pagamos, nos los cortan”, añade Felipe.
Obligados a vivir en confinamiento
Me duele ver cómo Playas se está apagando. Estamos tratando de reactivar la economía y hacer que los turistas se sientan confiados en venir, pero no es hoy una tarea fácil.
Otro hotelero de la zona describe el temor constante que sienten los empresarios: “Atendemos a los clientes a través de una rendija porque no sabemos si quienes piden una habitación son delincuentes. Un amigo, que también era dueño de un hotel, tuvo que cerrar. Ahora vive de su jubilación, porque la cantidad que le exigían era insostenible. Muchos solo abren los fines de semana y, cuando los turistas se van, cierran de nuevo. De mis 25 habitaciones, antes llenaba entre 12 y 15. Ahora, apenas alquilo una o dos por semana. El impacto es enorme y no sé hasta cuándo podremos resistir. Vivimos confinados, como en pandemia”, confiesa.
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Leer másEl turismo, motor económico de Playas, ha sido duramente golpeado. Desde el 1 de enero hasta el 6 de diciembre de 2024, el balneario registró un preocupante número de muertes violentas, colocándose entre los cinco cantones con más crímenes en la provincia del Guayas, después de Guayaquil, Durán, Naranjal y Daule.
Sin embargo, no solo los dueños de hoteles han sufrido el embate de la delincuencia. Los comerciantes, propietarios de restaurantes y quienes trabajan en la playa alquilando carpas o vendiendo alimentos y bebidas también enfrentan extorsiones, secuestros, sicariatos y robos que han destrozado sus vidas y negocios.
“Soy manabita y llegué a este cantón hace 25 años, atraída por su gente, su clima y principalmente porque aquí encontré mi fuente de trabajo. Sin embargo, desde hace casi un año, cuando se agudizaron las extorsiones y asesinatos, hay días en los que apenas vendo dos o tres platos a la carta y con suerte unos cinco almuerzos. La situación es difícil. La gente no quiere venir por miedo”, indica Fátima, quien trabaja en un restaurante a orillas del mar.
Tránsito, de 69 años y oriunda de Cuenca, lleva cuatro décadas viviendo en Playas, donde vende bebidas. El lunes 2 de diciembre, mientras caminaba hacia su casa, se encontró con una macabra escena: un hombre asesinado a tiros y varios policías realizando el peritaje cerca del cadáver. Sin saber cómo reaccionar, aceleró el paso.
Los Águilas se han fraccionado y ahora se están matando entre ellos. Los delitos más comunes son las muertes violentas. Hemos realizado operativos para combatir crímenes.
Pero este no ha sido el único susto que ha experimentado, pues algunos de sus compañeros de trabajo han sido víctimas de ‘vacunas’ y laboran bajo constantes amenazas.
“Siento a Playas como mi tierra. Aquí me casé, tuve a mis hijos, vine muy joven, pero nunca pensé que me tocaría vivir esto. Nos quita la tranquilidad. A mí no me han extorsionado, pero conozco a muchas personas que sí. Muchos han dejado el cantón para buscar trabajo en otros balnearios, pero es difícil volver a empezar”, admite.
El desafío policial: la guerra entre bandas
El teniente coronel Juan Pablo Salinas, jefe de la Policía de Playas, afirma que desde abril de 2023 el cantón ha experimentado un aumento exponencial de muertes violentas, extorsiones, secuestros y otros delitos. Ante esta situación, la institución ha implementado acciones para fortalecer la Policía local y enfrentar estos desafíos.
“La problemática está vinculada al perfil costanero del cantón, lo que implica el control de los puertos, el microtráfico y otros crímenes, como secuestros y extorsiones. En estos meses, la violencia se ha intensificado debido a la confrontación interna entre las facciones de Los Águilas, que se atacan entre sí. Además, los Lobos, que ejercen hegemonía en Posorja, han intentado tomar el control de este territorio”, explica.
Apagones y miedo, los otros golpes
Hace dos meses, Juan, propietario de varios locales en el centro de General Villamil, colocó un letrero con la frase: ‘Se alquila’. Sin embargo, hasta ahora, nadie ha mostrado interés en rentar alguno de los espacios.
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Leer más“La gente tiene miedo. Sabe que tener un negocio en la actualidad no genera ganancias. Y eso que ya bajé el precio del alquiler”, comenta Juan, quien ahora subsiste vendiendo comida.
José Ricardo Nelson, presidente de la Cámara de Turismo y Comercio de Playas, denuncia que la inseguridad no es el único factor que ha golpeado al turismo y al comercio en el cantón; los constantes apagones también han agravado la crisis.
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“Además de los hechos violentos que ocurren en Playas, hemos perdido mucho dinero debido a la interrupción de servicios básicos como la electricidad, lo que afecta directamente la operación de los negocios turísticos. El sector gastronómico y hotelero está en una situación crítica. Por eso pedimos mayor seguridad y un incremento en la presencia de la Policía y las Fuerzas Armadas para garantizar tranquilidad tanto a los turistas como a los residentes”, señala.
En un intento por mantener a flote la actividad económica, los negocios han implementado promociones y descuentos para atraer visitantes. “Tratamos de incentivar el turismo con estas estrategias, pero el impacto de la inseguridad y los apagones es evidente. Antes, los comedores estaban abiertos todos los días; ahora solo operan los fines de semana. La gente tiene miedo, y delitos como el sicariato siguen siendo los más comunes”, agrega.
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