Aún falta reconsiderar lo masculino
El feminismo ha logrado avances notables en torno a la igualdad y equidad; ahora, toca iniciar el debate de la construcción diversa de los hombres
Luego de que el rol de la mujer en la sociedad ya está casi aclarado, establecido y asentado, algunas personas en las redes sociales han iniciado los cuestionamientos sobre lo que es, era o debería ser lo masculino. Esto, luego de que la masculinidad hegemónica ha comenzado a deconstruirse a partir de los cambios que se han producido, en las esferas políticas, económicas y sociales, tras la implementación de políticas de igualdad de género.
Ahora es más habitual que los hombres se interesen y se involucren con las labores domésticas, cuiden a los hijos y que se conecten más emocionalmente con el otro. Esto se ha dado, a criterio de David Aguirre, psicólogo y catedrático de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y de la Universidad Casa Grande, debido a que el hombre se ha dado cuenta de que ciertos comportamientos, prácticas y rituales que antes debían hacerlo para poderse ubicar dentro del campo de lo masculino no ha servido.
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Leer másPor lo que al hombre antes solo se lo circunscriba en torno a la fortaleza, al liderazgo y a la economía; en cambio, a la mujer se la colocaba por debajo de este. Sin embargo, ahora, la mujer puede ubicarse, por los discursos de la equidad e igualdad de género, en un campo más o menos equitativo que el de hombre, aunque todavía no puede acceder a ciertos espacios de liderazgos o de poder porque son madres, o si lo logra es cuestionada la forma en cómo lo hizo, expone Aguirre.
Esto ha afectado positivamente a la mujer y a la dinámica con respecto a la economía familiar, agrega el psicólogo, y a su vez al hombre se le ha quitado el poder histórico que se relaciona con el dinero, ya que este hacía una transacción del dinero con la distribución de los cuerpos y de las mujeres, como si fuera una transacción económica. “Es por eso por lo que hay hombres que han violentado a las mujeres con lo económico, como el no dar dinero para que alimente a los niños”.
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El último censo de población y vivienda realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos evidenció que el número de hogares con mujeres como representantes es mayor en comparación a censos previos. En 2001 eran el 25,4 %; en 2010 ascendió al 28,7 % y para 2022, este valor llegó al 38,5 %.
Ante esto, el espacio doméstico ha comenzado a compartirse y ha puesto a los hombres en otro escenario y a su vez las generaciones patriarcales han tenido que hacer ajustes a su visión de masculinidad y comportamiento, no así las nuevas generaciones, ya que para ellos es parte normal de las cosas, considera Florencio Delgado, antropólogo y catedrático de la Universidad San Francisco de Quito. Pero estos cambios no cruzan a todos los estratos sociales, ya que depende de ciertos factores, como el ingreso económico y la preparación académica.
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Leer másEsto, porque ambos participan en el espacio público y aunque hay menos presión de que el hombre sea el proveedor, aún hay una gran carga social al respecto, manifiesta el antropólogo. “Si usted ve una casa en donde la economía no está yendo bien, la crítica no es que esta familia se gasta la plata en cosas inservibles, sino que hay un peso sobre el hombre y se dice que este tipo no está trabajando”.
No obstante, aunque hay un cambio en la visión de lo masculino, la realidad difiere en las zonas rurales y en la clase socioeconómica baja; en estos sectores, la dominación masculina prevalece, señala Delgado. Esto, porque en los grupos socioeconómicos medios y altos, de zonas urbanas, los dos trabajan y pueden pagar a una persona que cuide a los hijos, que suelen ser pocos; no así en los hogares de clase baja, donde la mujer debe sacrificarse y quedarse en casa.
Aún así, los cambios de los patrones masculinos no son bien vistos por los abuelos, menciona el antropólogo, ya que para ellos hay una desnaturalización de la idea del “hombre de la casa”, lo que es difícil que se modifique. Lo que se ha denominado “masculinidad blanda”, menciona Rubén Aroca, sociólogo y catedrático de la Universidad de Guayaquil y de la Politécnica Salesiana en Guayaquil.
A criterio de Aguirre, la masculinidad no se ha ido debilitando, sino que como un constructor social ha venido deconstruyéndose a lo que históricamente ha sido determinada: fortaleza, liderazgo, el macho...
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Para el sociólogo, el haber puesto en segundo plano lo que es o debería ser lo masculino, ha dejado en desventaja al hombre, “lo ha roto”, ya que se lo ha diluido al redefinir lo que puede hacer. Es por esto por lo que ahora se ve más hombres mayores de 40 años viviendo con sus padres, añorando la eterna juventud y con la práctica de la nostalgia, reflejada en el consumo de la construcción imaginaria de la industria cultural.
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Leer másSegún estudios estadounidenses y europeos, refiere Aroca, la masculinidad débil -por no estar relacionada con el perfil de protector y proveedor, ya que existe la tendencia de no formar familias con hijos- ha provocado que los hombres se refugien en bandas criminales, en busca de referentes masculinos; esto explicaría el aumento de los problemas delincuenciales, de violencia y sicariato, alega. “Nosotros deberíamos ver lo que está pasando allá porque América Latina está retrasada por una generación”.
Ante esto, el psicólogo Aguirre recomienda que los hombres hagan, todos los días, un ejercicio para analizar si sus prácticas, estilo de vida y discurso permite que en su entorno haya una condición de igualdad y no machista con sus pares.
- La cocina, el espacio vacío de la sociedad
Hasta la época de nuestras abuelas y madres, el saber cocinar ha sido importante para las mujeres. Las casas de ellas eran sinónimo del verdadero sabor de la comida tradicional porque era el lugar donde se cuidaba que el plato se preparara como debía de ser. Ahora ese sitial ha sido entregado a las huecas.
Además, este espacio doméstico era la esfera donde el conocimiento de la madre era transmitido a las hijas y desde donde también se instruía al hijo, ya que el hombre es formado desde el ámbito doméstico por su progenitora que lo cría. Para el sociólogo Rubén Aroca, la verdadera revolución de este siglo fue la salida de las mujeres de lo doméstico, pero esto no ha sido transferido a nadie.
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