La fauna silvestre como mascota de familias y hasta de criminales

La fauna silvestre se pasea con más notoriedad por la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), pero no por una migración natural de las especies, sino porque han sido sustraídos de su hábitat para convertirse en mascotas, tanto de familias como de criminales, según confirman a EXPRESO las autoridades.

La Unidad de Protección del Medio Ambiente (UPMA) de la Zona 8 de la Policía registra un mayor número de animales silvestres, como lagartos, tigrillos, serpientes, aves y monos capuchinos, que han sido retirados de viviendas, redadas a cárceles y grupos de delincuencia organizada (GDO) y en medio de operativos antidrogas.

Según Fran Huilca, encargado del área de Talento Humano de la entidad, en 2023 se rescató a un total de 1.146 animales silvestres, en su mayoría boas y cocodrilos, a diferencia de 2022 que fueron 1.096 especies. De ese total (1.146), alrededor de 220 fueron rescatadas en los allanamientos que la Policía hizo a los miembros de las bandas criminales.

Huilca detalla que en 2022 un 5 % de las especies retiradas fue hallado en ese escenario. El año pasado, la cifra aumentó al 20 %. En lo que va de 2024, 30 fueron encontradas en manos de criminales. Otras 270 ingresaron por su cuenta al perímetro urbano y fueron devueltos a su hábitat.

Entre los casos más recientes constan los cocodrilos enjaulados que convivían junto a decenas de ladrillos en los que se escondía cocaína. Un caso que fue reportado en Samborondón y que causa indignación entre los ciudadanos y ambientalistas, que hacen un llamado a controlar “de verdad, con leyes, sanciones y mano dura” este tipo de tráfico ilegal que, a su juicio, crece como la espuma.

Para Jorge Villacreses, experto en seguridad, la ‘costumbre’ de las bandas por decorarse con fauna de este tipo busca emular a los grandes capos, como Pablo Escobar. “Él tuvo su propio zoológico y trajo hipopótamos, lo que ahora ha generado un tremendo impacto medioambiental a Colombia, debido a su sobrepoblación”, dice, al reconocer que el control por parte de las autoridades es escaso.

“Existen leyes que por ahora son suficientes, pero las operaciones son muy limitadas, hay poco personal y hay insuficiente conocimiento de la ilegalidad de tener uno de estos animales. Es el problema de todo”, asevera.

El biólogo Iván Nugra, quien coincide con Villacreses, explica que la presencia de estos animales extraídos del Oriente, casi en su totalidad, presentan un riesgo para la fauna y flora del Litoral. “Ellos traen una serie de enfermedades autóctonas de su región, pero al ingresar a esta zona geográfica, donde no hay ese tipo de virus, generan un caos en la cadena biológica, pudiendo incidir en la muerte de los animales típicos de la Costa y de ellos mismos. La afectación la sufren todos”, explica.

Razón por la que la UPMA está consciente de que su labor no puede quedarse solo en el retiro, por lo que trabajan en conjunto con varias fundaciones para darles refugio, cuidado y cerco médico, a fin de devolverlos a su ecosistema.

EXPRESO dialogó con los miembros de una de las fundaciones que trabaja en conjunto con la unidad policial, y que ha sido el blanco de una serie de amenazas; y explicaron que una de sus labores es la atención médica de las aves, monos, tortugas, reptiles y felinos grandes que les han llegado, con el fin de tratarlos en casos de heridas y determinar si el reingreso a su hábitat es una posibilidad o resulta idóneo enviarlos de forma definitiva a un santuario.

La vocera de la fundación, quien pide mantener su nombre y el de la entidad a la que representa en anonimato por seguridad, alega que los amedrentamientos que han recibido se ha dado por no devolverles los animales a los criminales.

“Llegan y nos exigen que hagamos lo que digan. Les decimos que no están aquí, que no ha llegado nada y así logramos que dejen las instalaciones. Pero todo esto resulta peligroso. El temor es inimaginable y el riesgo que sufren las especies, aún más grande”, advierte, al exigir a las autoridades, incluidas las municipales y de Gobierno, como las de Medio Ambiente, que destinen fondos y las suficientes herramientas para que se ejecuten controles de forma permanente y en cualquier sitio.

Para Nadia Escandón, rescatista guayaquileña, en el Puerto Principal son también cada vez más familias las que optan por tener animales silvestres. “En vía a la costa se han hallado tigrillos y osos hormigueros. Las familias los tienen por unos días porque la alerta de la gente llega, pero esto no debe pasar. La conciencia ciudadana también es otro problema. Nadie toma en serio aún a los animales, de cualquier tipo. Y en eso nos hace falta trabajar a todos”, pensó.

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