Fondo universitario: la torta se reduce, pero los comensales aumentan
En 2020, 27 universidades públicas de Ecuador sufrieron recortes por la reducción del Fopedeupo. En 2021, de allí dependerán 31 con las ‘emblemáticas’
Las universidades y escuelas politécnicas públicas del Ecuador bien podrían emplear un antiguo dicho español para describir la situación económica que se les viene en 2021: “Éramos pocos y parió la abuela”. En algunas zonas de ese país y de América Latina, por si no quedara claro que la primera parte es una ironía, la frase ha sido cambiada a “Éramos muchos y parió la abuela”.
Las universidades públicas y algunas cofinanciadas dependen económicamente de un fondo especial del Estado que se nutre con parte de lo que recauda el fisco por concepto de Impuesto a la Renta (IR) e Impuesto al Valor Agregado (IVA). Se trata del Fondo Permanente de Desarrollo Universitario y Politécnico (Fopedeupo), que este año, por efecto de la crisis económica derivada de la pandemia, tuvo menos ingresos.
Al menos, eso alegó el Gobierno para reducir en 98 millones de dólares las asignaciones de ese fondo a 27 universidades, prorrateándoles el respectivo recorte. Y, para 2021, en lugar de aumentar ese monto, lo que se incrementará será el número de entidades entre las cuales se lo debe distribuir. Es decir, es una torta cuyo tamaño se reduce mientras aumentan los comensales o platos a servir.
Desde 2021, las cuatro universidades ‘emblemáticas, creadas durante el gobierno de Rafael Correa, dejarán de recibir asignaciones directas del presupuesto del Estado y pasarán a depender del Fopedeupo.
La Universidad de las Artes, Yachay Tech, la Universidad Nacional de Educación (UNAE) y la Universidad Amazónica Ikiam, que hasta ahora han sido dirigidas por ‘comisiones gestoras’, cumplen a fines de 2020 el tiempo para “institucionalizarse” y ser autónomas.
Los presupuestos de las cuatro suman un monto aproximado de 65 millones de dólares. Es la cifra que, según prevén actores universitarios consultados por este Diario, se volverá otro débito a los presupuestos de las demás universidades.
Y con ello, avizoran una mayor afectación a la gestión académica y administrativa; sobre todo, para alumnos y maestros.
Andrea Adriance, presidente de la Federación de Estudiantes Politécnicos del Ecuador (FEPE), pide hallar una salida para estabilizar la situación de alumnos y profesores.
“Las universidades (emblemáticas) ya fueron creadas, bien o mal ya está invertido y son parte del sistema. Ahora, su regularización en términos presupuestarios no puede servir de excusa para en la práctica disminuir el presupuesto educativo. Deben incorporarse nuevos rubros y ampliar los ingresos del Fopedeupo, sin subir impuestos”, dice la alumna de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch).
Es un tema de prioridades y visión. El Estado debería recortar en algún lado esos más de 20 mil millones restantes del presupuesto y no tocar las áreas prioritarias de salud y educación. Primero deberían estar los médicos y los maestros y al final el salario de los políticos, no al revés.
Cristhian Flores, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), también prevé implicaciones. “Esto recae en la calidad de educación, pues hay menor presupuesto que significa menos infraestructura, equipamiento, docentes, e incluso cupos”, dice a EXPRESO.
Además de pedir que el Estado asigne más presupuesto, recuerda que desde hace años se plantea la reformulación del Fopedeupo, “pues es conocido que las universidades requieren de inversión progresiva; y este sistema no ayuda, al depender de las recaudaciones”.
Este Diario consultó también al Dr. Galo Naranjo, presidente saliente de la Asamblea del Sistema de Educación Superior del Ecuador (Asesec) y rector de la Universidad Técnica de Ambato (pública), pero no obtuvo respuesta.
Quien sí respondió fue la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, (Senescyt). Según indicó, una vez que las emblemáticas cumplan su proceso de institucionalización, previsto para el 31 de diciembre de 2020, “se establecerán los mecanismos adecuados para que formen parte de la distribución de recursos”.
Pero recordó que como 2021 será un año electoral, se establece la asignación de presupuesto prorrogado; por lo que las universidades contarán con el presupuesto codificado al cierre de 2020, hasta que las nuevas autoridades del país se posesionen en sus cargos, y se aprueba la nueva proforma. Lo cual sería probablemente después de mayo.
#Quito
— FEUE NACIONAL (@FEUEnac_Ecuador) September 17, 2020
Salimos a las calles nuevamente en defensa del presupuesto para la universidad, en rechazo al recorte del presupuesto, por los pagos de docentes, trabajadores y empleados atrasados, por las becas y por el internet, por la educación de calidad. #NoAlRecorte pic.twitter.com/hr5ckdwEUY
Para la Senescyt, no se puede aseverar que el paso de las emblemáticas al Fopedeupo afecte a las demás. Según aduce, el fondo varía año a año,“razón por la cual, no se puede determinar si al momento de que ingresen las universidades emblemáticas a participar en la fórmula de distribución de recursos, cause, o no, una reducción en los presupuestos de las universidades que ya participan del mencionado fondo”.
Es decir, alude a la posibilidad de que los ingresos por recaudaciones tributarias aumenten. Algo que no coincide con los pronósticos de decrecimiento económico del país.
El asambleísta Jimmy Candell, presidente de la comisión legislativa de Educación, cree tener claro el origen de esta situación o la causa de fondo:
“Comparto el criterio de que una mejor inversión para el sistema de educación superior era y es invertir, de forma inteligente, en las instituciones ya existentes. La demagogia y la ignorancia promueven novelerías e insensatez. Y las malas lecciones siguen teniendo adeptos. Ahora, a las denominadas “emblemáticas” hay que sumar la última ocurrencia del Gobierno que es la Universidad de la Policía”, lamenta.
“Esta falta de sentido común origina despilfarro y profundiza la brecha entre nuestro sistema de educación superior con los de los países de la región. Mientras tanto, el aseguramiento de la calidad se torna una quimera y se promueve oficialmente el autoengaño y la complacencia”.