La Francisco de Orellana, sin ojos ni manos que la auxilien
EXPRESO recorrió sus 16 kilómetros y constató la presencia de solo 4 agentes. No hubo policías, pese a ser vulnerable
Es común escuchar en Guayaquil y en Quito las quejas de los conductores al momento de desplazarse por sus calles. Que las rutas son caóticas y no hay cómo respirar en las vías; que prevalecen las infracciones, los gritos, los insultos y los bocinazos; que hay tanto estrés como inseguridad o miedo a engordar la lista de víctimas de los robos o las balas perdidas.
Guayaquil: la señalética que no sobrevive a las infracciones de los conductores
Leer másEn el Puerto Principal, cuyas arterias principales colapsan todos los días, sin importar la fecha y siempre en las denominadas horas pico, la ciudadanía ha criticado la falta de uniformados de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), a partir de las 18:00 y antes de las 09:00.
El reclamo también lo dirigen hacia la Policía, a cuyo personal, denuncian, no ven “prácticamente nunca en la calle”.
“Yo no sé si todos los policías están de civiles o camuflados, pero jamás los veo en las calles. Solo cuando hay crisis o emergencias, estados de excepción en algún sector aledaño al Puerto Principal o en él, los ves haciendo operativos. De lo contrario se esfuman. Yo no sé si con lo que pasó en Sauces (caso del ‘hombre bomba’), al menos este mes vayamos a ver más agentes, pero hoy (viernes anterior) no ha sido el caso”, dice Doménica Álava, quien habita en la ciudadela Samanes 4 y asegura estar harta de “perder la respiración cada vez que el semáforo se pone en rojo”.
Circular por la Orellana u otra vía transitada de la ciudad es sinónimo de problemas: caos vial, inseguridad, falta de señalética, irrespeto y una permanente falta de control.
Frente a esta situación, EXPRESO hizo un recorrido cuatro días de esta semana por una ruta específica para constatar cuál es la realidad que enfrentan la ciudadanía y verificó que los uniformados brillan por su ausencia. La vía elegida fue la Francisco de Orellana, de casi 16 kilómetros de extensión, que empieza en el centro comercial San Marino y llega hasta el ingreso de Pascuales.
La lluvia congestiona las calles del norte de Guayaquil
Leer másEn la ruta, los únicos puntos donde hubo dos agentes de la ATM (por la mañana y por la tarde) fue en la intersección con la calle Carlos Luis Plaza Dañín, uno más en el cruce con la calle José Santiago Castillo y otro cerca del Hotel Hilton, cerca de la calle Víctor Hugo Sicouret. En el resto no se observó a nadie más, pese a que históricamente se han registrado atascos interminables (que sobre todo en épocas de lluvia duplican o hasta triplican el tiempo de movilización de un destino a otro); además de robos , hurtos o intimidaciones por parte de los delincuentes que se camuflan entre los vendedores informales que pululan a lo largo de la arteria. Con respecto a la policía, de hecho, no hubo camionetas de la entidad ni tampoco de la Corporación para la Seguridad Ciudadana. La población estuvo a su suerte.
Esta avenida es una de las más congestionadas y críticas de la ciudad, teniendo en cuenta que dos veces ya, entre 2020 y 2021, tuvo que ser intervenida por la Policía. Por ello, EXPRESO consultó a ambas entidades qué personal destina a esa arteria, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta. Este Diario le consultó también a la Policía si tras el caso del hombre al que le colocaron carga explosiva la semana pasada, en Sauces 9, los operativos en la zona (cercana a la Orellana) aumentarían; pero tampoco hubo contestación.
El atolladero diario y sin solución a la vista en una calle del norte de Guayaquil
Leer más“A mí toda esta falta de reacción me parece una burla, empezando por la falta de reacción que tuvo el pasado jueves el presidente en su mensaje a la nación. Mientras todos sufríamos al ver cómo un hombre estaba repleto de explosivos, él habló solamente de su caso, el juicio político. Fueron eternos minutos para hablar en primera persona y lo que le pasa a él. No a la ciudad, a su ciudad. No a su gente. Si vemos esa reacción por parte del presidente, ¿qué podemos esperar del resto?”, se quejó Nathalia Vásquez, de la décima tercera etapa de la Alborada.
Es evidente la falta de uniformados y eso es preocupante. Las calles, todas o las más transitadas, deberían estar vigiladas, pero eso no pasa. Estamos circulando a nuestra suerte.
En la Orellana, como se muestra en el mapa adjunto, son varios los puntos críticos. Y no solo por el tráfico o la mendicidad, que se ha vuelto otro problema, sino porque hay obras que se están ejecutando a paso lento, lo que ralentiza la movilidad.
La nula iluminación vuelve más peligrosa a la Orellana
Leer másEn la intersección con la Rodolfo Baquerizo Nazur, por ejemplo, hay líneas amarillas que advierten que se está trabajando en un sistema semafórico, pero la escena lleva así meses. Cerca del parterre, a metros de la avenida, también hay una zanja que obliga a los peatones a subir y bajar sobre huecos y tierra, como un carrusel.
No obstante, para la ciudadanía, el caos y zozobra que se experimentan al rodar por la Orellana no son sensaciones exclusivas de esa ruta. Los conductores alertan que en toda la ciudad se desplazan de forma similar. Pasa en la Domingo Comín rumbo al sur, en la Carlos Julio Arosemena, avenida del Bombero, vía a la costa o la Juan Tanca Marengo, donde con suerte durante los recorridos (pese a ser otras rutas concurridas del Puerto Principal) se observó a no más de un agente de tránsito en cada ruta.
En la Domingo Comín, cerca de la Pradera, la queja se acentuó al ver que había dos o hasta tres uniformados y que todos dejaron pasar a quienes invadieron el carril de la Metrovía. “Esto es un chiste. ¿Para qué están entonces?”, cuestionó el conductor David Ayllón.
El guayaquileño pierde por año dos días estancado en las vías - https://t.co/8yTWXLNIPK
— Central de Noticias Ecuador (@NotiCentralEC) February 23, 2023
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Frente a esta situación, la comunidad exige una intervención. Y es que no por gusto, como informó EXPRESO, los guayaquileños pasan atascados 54 horas al año, algo más de dos días, según indicó el estudio Global Traffic Scorecard 2022, que además reveló que la velocidad de la última milla dentro de la ciudad cuando hay congestionamiento llegó a ser de 18 kilómetros por hora.
Por eso los ciudadanos se ofuscan y hasta se tornan violentos al volante, según reconocieron.