Franklin Villamar culmina el máster de Planificación Urbana y Administración de Ciudades en la Universidad de Seúl.
Franklin Villamar culmina el máster de Planificación Urbana y Administración de Ciudades en la Universidad de Seúl.Cortesía

Franklin Villamar: “Guayaquil dice defender la resiliencia y quiere expandirse”

La construcción del plan maestro avanzó en silencio y sin la participación esperada. El planificador guayaquileño hace una lectura del tema desde Seúl

Hace 11 años, aunque los municipios tenían proyectos de desarrollo, la ruta técnica era impuesta por cada gobierno autónomo; pero desde 2010 se crearon estructuras gubernamentales como la Senplades y leyes como la Lotus (de ordenamiento territorial y uso de suelo) que marcaron el camino. Eso molestó a los municipios, por las responsabilidades que representaban esas obligaciones. Una de ellas es la construcción de los planes maestro, cuya escueta participación ciudadana hoy es criticada. Desde Seúl, Franklin Villamar, experto en urbanismo, aclara algunos escenarios.

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¿A qué empujaron las nuevas reglas de la planificación en las agendas municipales?

Las ciudades tienen como reto arreglar todo lo que se hizo mal. En Guayaquil, su crecimiento poblacional sostenido indica que nunca hubo un plan. Ahora puede hacerlo, aunque sea en papel, porque en cuatro años es imposible concretar. Lamentablemente, en estos temas juega mucho la parte política.

¿Qué debe hacer Guayaquil?

Ser exigente en lo que planifica. Si legaliza tierras en Monte Sinaí, que muestre un cronograma de obras en esa área. Si se expande hacia vía a la costa, que diga por qué, si el centro está poco habitado y no hay una densidad poblacional equilibrada. Construye más viviendas para sopesar la pérdida de escape de ingresos fiscales a Daule y Samborondón, pero eso también es su culpa. Nunca hizo un distrito metropolitano. Tiene a cinco ciudades enfrentadas en sus límites: Guayaquil, Daule, Durán, Samborondón y Nobol, a la que nunca se menciona, pero está.

Sobre el personajeFranklin Villamar ha colaborado en departamentos de Planificación de municipios y prefecturas, como Durán, Portoviejo y Pedernales luego del terremoto.

Hay quienes critican que se avance con proyectos como los citados sin antes tener el plan en marcha. ¿Qué piensa usted?

El problema no es que se ejecuten proyectos, sino que estos contradigan las directrices del plan maestro, como el de las soluciones viales con pasos a desnivel. Guayaquil dice defender la resiliencia y quiere expandirse. Eso no es congruente. A eso, agregue que el manejo de las riberas es un desastre. Las construcciones en las orillas de la ciudad, como Guayarte, son un desagüe al Salado.

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¿Cómo evalúa la participación ciudadana en la elaboración del plan maestro?

No hubo construcción participativa. Según lo explicado, lo que se hizo es una evaluación y consulta con base en el diagnóstico, esto es, un escenario conocido ya por academia y gremios fue llevado al papel.

¿Qué representa en realidad una participación correcta?

El acompañamiento de los actores, para que toda la población esté involucrada, que sepa qué se hará, qué está bien, qué mal, si su solicitud ha sido escuchada y tomada en consideración.

¿Incurrió el Municipio en una falta legal?

Si bien la Ley de Participación Ciudadana exige socialización, no es clara sobre la construcción participativa de este tipo de documentos, pero si vamos a metodologías de socialización de proyectos públicos, todos hablan de diseño participativo. Es la metodología lo que garantiza la participación ciudadana.

¿Por qué es medular que se cumpla con este requerimiento en una urbe que nunca ha hecho efectiva esta herramienta?

Son los ciudadanos los que hacen ciudad. Viven, construyen, conocen la urbe. La comunidad, a la que va a beneficiar o afectar un proyecto, debe ser la protagonista. Tenemos el gran error de presentar obras solo con socialización.

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¿Cómo afecta la falta de participación a esta ciudad?

Como ciudad grande, es criticable. Puedo considerar que un municipio pequeño, que no tiene una capacidad técnica instalada, obvie estos procesos, pero no es el caso. Guayaquil se jacta de ser planificada y no lo es. Se jacta de tener participación y no la tiene.

¿Esta última aseveración en qué está argumentada?

Es simple de ver. Están a la mano los proyectos que no funcionan, a los que EXPRESO ha mencionado. Como la aerovía, que es un desperdicio de dinero.

¿Hay ciudades en Ecuador que sí hacen efectiva la participación? ¿Cuáles y cómo?

Cuenca, que se asesoró con ONU Hábitat, para su plan de uso y gestión de suelo. Incluyó a sociólogos y antropólogos en la construcción. Son profesionales que no pueden obviarse. También está Portoviejo, una ciudad caótica antes del terremoto, que contrató consultores para desarrollar su plan maestro con un proceso de diseño participativo. Ayuda que sean ciudades de menos de medio millón de habitantes.

¿Ese es un argumento válido para que Guayaquil no haga su participación efectiva?

No. Tomará más tiempo, costará más dinero; pero debe hacerse. En todo el Ecuador los procesos de diseño participativo son mejorables; pero Quito, por ejemplo, está hoy a años luz de Guayaquil en este tema. Y Quito, en cambio, no se llena la boca de ser líder en planificación urbana.

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¿Qué cree que impida que exista esta herramienta en una ciudad como Guayaquil?

Esta es una apreciación muy personal, pero creo que todo tiene que ver con celos profesionales, con la resistencia a la crítica técnica.