En La Garzota existe ‘una montaña’ de problemas
Los parques abandonados son refugios de consumidores. Los baches en las calles molestan a peatones y conductores. El hampa los ha llevado al encierro
Parques olvidados, calles y veredas destruidas, robos y asaltos a todas horas y trancones en las vías son algunas de las preocupaciones con las que deben convivir los residentes de la ciudadela La Garzota, norte de la ciudad. Ellos dicen sentirse abandonados por las autoridades y exigen solución a la ‘montaña’ de problemas que padecen.
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Leer másY aunque estos inconvenientes no son nuevos, los habitantes de esta zona aseguran que se acentúan cada día.
Prueba del abandono del que ellos hablan lo constituyen los parques. Por ejemplo, el ubicado en la manzana 44 de la segunda etapa está lleno de lodo, agua empozada, ramas de árboles caídas, basura y desechos que impiden que niños y adultos puedan visitarlo.
Este espacio, que cuenta con juegos infantiles, luce descuidado y sin guardianía; se puede observar maleza, mosquitos y hasta excrementos.
“Los niños no tienen un parque decente para ir a jugar con tranquilidad. Los consumidores se han adueñado de esta área que siempre está verde, pero por la cantidad de maleza que crece en invierno”, menciona Anita Suárez, quien vive a pocos metros de este espacio.
Las áreas verdes deben ser potenciadas para que la comunidad tenga un lugar de esparcimiento. Luego, se les debe dar mantenimiento constante para que se mantengan útiles.
A este problema se suma el deterioro de las calles y veredas. Transitarlas representa un peligro, especialmente, para los adultos mayores y personas con discapacidad, debido a las grietas existentes.
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Leer másSe debe desalojar a los consumidores e indigentes de los parques para que no causen temor a los vecinos. Además, hay que dotarlos de juegos para el uso de los niños.
“Uno tiene que caminar con el miedo de pisar mal y caerse. Ojalá las autoridades hagan algo para solucionar este problema que es un dolor de cabeza para los residentes”, manifiesta Karla Vera, de 70 años, quien habita en las avenidas Augusto Mendoza y Eloy Velásquez.
Parece que el Municipio no se alcanza para dar mantenimiento a todos los parques de la ciudadela; por eso, cuando llega el invierno tenemos que caminar entre el lodo y la maleza.
Los baches también le molestan a Vinicio Cedeño, quien asegura que ha tenido que llevar más seguido su carro al mecánico, por las fallas que presenta como producto de circular por calles con huecos. “Las grietas no solo existen en La Garzota, sino en varias avenidas de la ciudad. La lluvia y la falta de mantenimiento oportuno terminan por evidenciar esta problemática”, anota.
Mariela Zambrano, de 40 años, terminó en un centro médico hace un año y medio al doblarse un pie y caerse debido a un hoyo en la manzana P de la calle Los Guayabos, en la ciudadela El Paraíso, norte de la urbe, donde habita desde hace tres décadas.https://t.co/3H2MpZ0EUX
— Diario Expreso (@Expresoec) March 17, 2022
El bullicio y los trancones son otros de los males que aquejan a este sector residencial, donde se han asentado el comercio y una gran cantidad de empresas de servicios.
Varias calles tienen huecos y desniveles. Eso pone en riesgo las vidas de los peatones y provoca daños a los vehículos que obligadamente deben circular por esta zona residencial.
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Leer más“El congestionamiento vehicular no solo es en las avenidas principales, sino también en las vías internas, muchas veces a exceso de velocidad. Eso perturba el tránsito de los peatones”, expresa Juvenal Bastidas, otro residente.
Los vehículos se estacionan en las veredas y forman doble columna. Se convierten en un obstáculo para los peatones que no pueden caminar con tranquilidad por esos espacios.
La inseguridad es el mal de siempre. “No podemos vivir con tranquilidad ni afuera ni adentro de nuestras viviendas, porque los delincuentes se han tomado el sector. Ellos roban en las casas y asaltan en las calles. Si uno se resiste corre el riesgo de ser asesinado”, indica Camilo Cisneros, quien habita en la manzana 48.
En algunas manzanas de la ciudadela, desde la 32 hasta la 39, las luminarias tienen poca intensidad y por eso las calles lucen semioscuras. Esto es aprovechado por los delincuentes.
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Leer másCuenta que hace dos semanas fue atacado por dos delincuentes a pocas cuadras de su casa. Lo golpearon y se le llevaron el teléfono celular.
La Policía debe establecer estrategias al patrullar la ciudadela, ya que mientras ellos están en un punto los delincuentes están en otro; y así, nunca se acaba el problema.
Algo similar le sucedió a la dueña de una panadería, ubicada en la manzana 58. “El jueves pasado llegaron al local dos hombres armados con pistolas y se llevaron el dinero de la venta. Gracias a Dios nadie salió herido”, manifiesta Andrea Sornoza, quien asegura que ese día llamó a la Policía, pero los uniformados llegaron después de dos horas.
Queremos que las rondas policiales sean constantes, especialmente al mediodía y al empezar la noche que es allí donde los delincuentes se apoderan del sector para cometer sus fechorías.
El miedo a la inseguridad se refleja en las puertas tipo pluma o de hierro que los habitantes han colocado en casi todas las peatonales para impedir el libre acceso de desconocidos.
“La delincuencia nos ha obligado a vivir enrejados, mientras los ladrones se pasean libres por las calles”, señala indignada Cristina Peralta, quien hace dos años blindó su casa, y a pesar de eso dice vivir en constante zozobra porque los ladrones son astutos y buscan la manera para seguir delinquiendo.
“Constantemente llamamos a la Policía para que nos auxilie. Los uniformados llegan en la patrulla, rondan la zona, pero no encuentran a los ladrones. Por ello, creo que es necesario que se realicen rondas constantes para evitar la presencia del hampa”, sugiere Paola Martínez, otra residente.
Ella relata que en varias ocasiones -desde su ventana- ha visto cómo asaltan a las personas que transitan por el sector y siente impotencia de no poder hacer nada para ayudarlas.
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Leer másFelipe Anchundia, quien llegó hace 15 años a esta zona residencial, afirma que para no ser sorprendido por los hampones prefiere salir a comprar en la tienda más cercana antes de que caiga la noche. “Otros vecinos hacen lo mismo para no exponerse al peligro”, exclama.
Los residentes de este sector creen que es el momento de exigir al Municipio el mejoramiento de las áreas verdes, sitios de esparcimientos familiar y de las calles. Pero esto, añaden, debe ir ligado al control de la expansión comercial.