La gastronomía une y revive las noches en la Isidro Ayora
Las parrillas son los restaurantes más visitados en la avenida. Al menos 35 locales iluminan la zona Las familias y los jóvenes son los clientes más fieles
Todo iluminado, lleno de luces de colores. Las familias llegan y ya se ven las largas filas de vehículos esperando por un parqueo para poder arribar hasta un restaurante. Así luce por las noches la avenida Isidro Ayora, una de las arterias principales del norte de Guayaquil.
Después de dos años de irregularidades por la pandemia, poco a poco todo vuelve a la normalidad y los más de 30 restaurantes ubicados a lo largo de la calle se llenan de clientes, cerca de Samanes 4. Los grupos de amigos, las familias y las parejas escogen este sitio como el lugar de reunión en las noches guayacas. “La ciudad está reviviendo y esta es una de las huecas gastronómicas favoritas de la ciudad”, sostiene Jesús Cobeña, uno de los clientes que llegan hasta un reconocido restaurante de comida al carbón.
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Leer másJunto a Cobeña está su familia. Su hija mayor, Romina, asegura que el lugar es uno de sus favoritos en toda la ciudad. “Me encanta venir acá. La comida es muy buena y me siento tranquila. Creo que al menos en medio de tanta gente no me van a robar. Además afuera, en la arteria principal, hay mucha luz y peatones caminando”, dijo la mujer de 23 años.
Para otro de los clientes que llegan al sector, si de comer asados se trata, la Isidro Ayora es el rincón ideal, puesto que en una sola cuadra hay al menos seis restaurantes que ofrecen este platillo, en distintas variedades. Y todos, con un ambiente distinto, para cada gusto: al aire libre, cerrado, con música en vivo.
“Esta arteria, tal como pasa con la calle Panamá, en los últimos meses se ha empezado a llenar de familias, amigos y jóvenes. Hay una especie de peña, además de plazas comerciales. Vivo en el norte, en la Alborada, entonces me gusta hacer una parada fija aquí cada jueves y sábado, porque además después de comer camino por el parterre central, bastante iluminado”, señaló Kelly Gárate, de 25 años.
Son aproximadamente siete cuadras, entre el tercer callejón 20A y la calle 20 C, donde a diario decenas de personas se agolpan para pasarla bien.
Se encienden las luces en microteatros
Leer másA lo largo de la avenida se observa a jóvenes ‘aplanando’ las calles, se vive un ambiente de ‘relax’ que la comunidad pide que incluso se replique en otras áreas. “Deberían existir más zonas similares para tener más opciones. Esta calle se ha vuelto un ícono de la gastronomía guayaquileña, pero lo ideal es que en Sauces y la Alborada haya otro. Que cada vecindario tenga su plaza gastronómica para avivarlo y unir a los vecinos”, apuntó Mikaela Colón, quien se disponía a comer una parrillada con sus amigos.
La comida es rica y hay un buen ambiente. Es la zona perfecta para poder disfrutar de un buen asado. Junto con mi pareja somos clientes fijos por aquí.
A esta zona también llegan turistas que son referidos por los amigos de sus amigos. “Vengo desde Machala solamente para comer aquí, me han dicho que es delicioso y que es seguro. Esto último ya es un plus, uno extremadamente importante”, manifestó Issac Monteverde.
Fernan Pérez, administrador de Rincón Rústiko, uno de los locales, asegura que la zona cada vez se vuelve más popular. “La gente viene con buena onda a disfrutar de todo el entorno. Aquí hay de todo y para todos los gustos. Se ha vuelto una zona familiar y segura. De hecho, para el Día de la Madre vendimos 2.500 platos en un día. Fue algo descomunal”, relató contento.
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Leer másA diferencia de lo que se experimenta en el resto de la urbe, en este tramo la gente parece haber perdido el recelo a vivir en comunidad y libertad. No es que no estén alertas; lo están, confiesan. Pero al menos, como asegura Adela Carrasco, comen con tranquilidad y sin el estrés de desconfiar del comensal de al lado.
Tanto es así que en una plaza comercial ubicada también entre esas siete cuadras llenas de vida, a partir de las 22:00 los autos se parquean, como lo hacían hasta hace una década en distintos puntos de Guayaquil. La gente pone música en sus autos, abre las puertas, come y uno que otro incluso se atreve a bailar.