El gran balcón de la música
El ventanal de la Casa de Arte Ciudad Cacao fue el escenario de un concierto de saxofón. Espectadores acompañaron con aplausos el acto, desde la calle
Fue un acto vibrante. Cuando Alejandra Sandoval, de 55 años, se disponía a regresar a casa, el sonido de un saxofón la obligó a detenerse. “¿De dónde sale esa música? ¿Quién está tocando?”, se preguntó mientras caminaba en busca de esas notas que solo llegó a escuchar tan de cerca, que creyó estar en un concierto, cuando llegó a la avenida 9 de Octubre, entre la calle García Moreno y avenida del Ejército, y alzó la mirada. En un balcón estaban los artistas.
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Leer másLa tarde del jueves en ese punto de la ciudad, donde solo suele escucharse el claxon de los autos, la pintora y productora cultural Patricia León Guerrero y el músico Luis Silva, director de la Academia Preludio, dieron vida al inédito concierto de saxofón ‘Amor a Guayaquil y a la calle’, que por primera vez, debido a la llegada del coronavirus, fue transmitido desde los ventanales de la Casa de Arte Ciudad Cacao Guayaquil.
En este tramo de la 9 de Octubre, donde solo hay oficinas y hoteles, y con ello silencio, fue hermoso ver arte. Así quisiera que la ciudad esté siempre. La música es vida, estremece.
Ambos, como lo publicó días atrás EXPRESO, querían que los artistas volvieran a tener contacto con el público e idearon una manera segura de hacerlo. Al interior del espacio cultural, los nueve músicos que participaron del acto, por un lapso de dos horas, fueron interpretando por separado estilos como jazz, bossa jazz, baladas, pasillos y boleros. Y en el exterior, en la calle, los espectadores (desde la vereda de al frente, al pie del hotel Oro Verde, donde se congregaron) no hacían más que escuchar, cantar, aplaudir.
Hubo quienes incluso, según los temas que oían, movían los pies simulando estar bailando sobre la acera; y otros que, dando pequeños golpes sobre cualquier estructura que tenían cerca, aparentaban tocar la batería, el teclado o el bajo, que fueron los instrumentos que acompañaron al saxo. La distancia que hubo entre el público y el escenario, poco o nada importó.
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Leer másFiguras. Entre los artistas estuvieron Emilio Cortez, Marcelo Noriega, Priscila Pérez, Javier Villacís, Joshua Carchi, Juan Pablo Andrade; Sebastián Albán; Medardo Ángel Silva, Carlos ‘el Che’ Vera y Marcelo Cabrera.
Y es que con la ayuda de tres parlantes, ubicados cerca del gran balcón donde se instalaron los intérpretes, temas como ‘My way’, ‘I feel good’ y ‘St Louis Blues’ resonaban en todo la cuadra. Conductores y motociclistas que circulaban por la arteria también reaccionaron. Todos, por segundos, miraban hacia el balcón. Y los que podían, cuando la luz del semáforo estaba en rojo, sacaban su celular y filmaban la escena.
No pensé ver un acto así en la ciudad, me sorprendió y fue perfecto. Me generó nostalgia y alegría, algo que necesitamos ahora los guayaquileños, que de a poco nos vamos levantando.
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Leer másAnabelle Viteri, guayaquileña que había llegado a la cafetería del hotel en busca de algunos postres, quedó atónita al ver el espectáculo. Ella se encontraba al interior del restaurante cuando Emilio Cortez, de 15 años, empezó a tocar la lambada. Era su primer concierto de este tipo, “al aire libre”, como lo denominó.
Cortez estaba entusiasmado. Y Viteri, emocionada. “Siento que estoy en una plaza europea donde el arte se replica en cada esquina. Luego de varios meses de haber vivido encerrados y en medio de un inevitable duelo colectivo, estas melodías, este ambiente, esta gente... son justo lo que necesitamos. Guayaquil necesita sentirse viva otra vez. Y estos momentos ayudan”, opinó.
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Leer másEsa idea, que fue precisamente la otra razón por la que León y Silva decidieron organizar el concierto, la compartieron también los demás visitantes que, alrededor de las 18:30, media hora antes de que acabe el show, al unísono coreaban la letra de ‘Nuestro juramento’, canción que se incluyó en la lista y fue interpretada por Javier Villacís.
Queremos que la gente abra sus balcones y que desde esos espacios, se realicen acciones como la que ahora estamos haciendo. Encerrarnos tanto tiempo ha sido muy difícil. Este evento lo hicimos con el fin de alegrar y dar vida a un sector que pasó muy desolado durante el confinamiento.
Así los temas, escogidos por cada uno de los músicos, lograron transmitir una serie de emociones, pero no solo entre los espectadores, quienes se despidieron de los artistas alzando las palmas. La fiesta también vibró en la Casa de Arte Ciudad Cacao, donde las composiciones se coreaban también, aunque en voz baja (para evitar distracciones), y los aplausos y felicitaciones -al término de cada canción- entre compañeros jamás faltaron; al igual que la promesa de repetir la función.
“Este posiblemente será solo el primero de muchos otros balcones que vendrán”, dijo Silva.
No fue tan fácil llevar a cabo este evento, pero lo hicimos. Los ensayos eran virtuales, luego por grupos en la academia, en determinadas horas. Y todos se acoplaron. Nunca dejaron de estudiar, siempre estuvieron dispuestos a todo. El programa de hoy es el resultado de años de estudio, dedicación, ganas, amor al arte.