Guayaquil, en grave peligro desde los años 50

No busca ser apocalíptico, pero sí exponer lo que en la práctica conoce y que en las aulas ha dado a conocer por décadas:las inevitables inundaciones que sufre y sufrirá Guayaquil, ubicada desde 2013 como la cuarta ciudad del mundo vulnerable a inundarse.

Es algo que el investigador y planificador urbano Felipe Huerta Llona sabe desde hace mucho tiempo. Él y el consultor en gestión de riesgos Ricardo Peñaherrera hacen un análisis de lo ocurrido en la Perla del Pacífico el pasado jueves, tras una intensa lluvia con tormenta eléctrica que coincidió con marea alta, alcanzándose un máximo histórico de 5,10 metros de la cota de agua, en relación a su registro normal de 4,80.

“Era inevitable. Nunca quisieron entender y asumir las acciones de prevención y mitigación”, sostiene Huerta al referirse a la geomorfología histórica de las provincias costeñas en su franja aluvial, entre las estribaciones occidentales de la cordillera y la llanura oriental de la costa de norte a sur, hasta el golfo de Guayaquil, y la presión del océano Pacífico con su progresiva elevación de nivel. Esto se ha visto acelerado por el calentamiento global, que influye en la retención de las aguas de toda la cuenca del Guayas.

“La ciudad fue creciendo inconmensurablemente y sin planificación. Los intentos de planificación que hacían los técnicos, arquitectos, urbanistas, topógrafos en los años 20 y luego en los 50, nunca fueron tomados en cuenta por los políticos (...) que han actuado en un crimen de lesa urbana contra Guayaquil. La sobrepoblación y la ocupación ilegal de terrenos en lugares donde jamás debió permitir eso por la vulnerabilidad, las estamos pagando ahora”, dice, al referirse a los asentamientos que se dieron en el suburbio oeste, Isla Trinitaria, Guasmos; y en los últimos 15 años en la zona noroeste, como Monte Sinaí, el Chorrillo, donde la situación es más grave porque son cuencas altas con humedales.

¿Pero qué podemos hacer ahora? La propuesta ‘utópica’ que hace es trasladar la ciudad a regiones donde está el Daular, Sabana Grande, Posorja. “El costo de eso sería casi equivalente a construir, proteger y reconstruir la ciudad”, señala al referirse a los valores que dio a EXPRESO el gerente de Emapag, Fidel Valdivieso, para atender los problemas de la ubre.

Según dos grandes estudios técnicos que han desarrollado universidades internacionales en la cuenca noroeste y centro-sur de la urbe, se necesitan unos 250 millones de dólares para poder mitigar los impactos de las lluvias, que se agravan con las mareas.

Una coincidencia de factores que pone en peligro a millones de personas, con graves afectaciones a la economía del país, resalta el Colegio de Ingenieros Civiles del Guayas (CICG) y el Colegio de Ingenieros Civiles del Ecuador (CICE), que están prestos a ser parte de las mesas técnicas que la institución correspondiente quiera activar en beneficio de Guayaquil y de todo el país. “Debemos estar preparados contra fenómenos naturales que se pueden predecir con un buen grado de confiabilidad, generando planes integrales de gestión de la amenaza hidráulica, apuntando a la resiliencia de la ciudad”, plantean en un comunicado.

Algo con lo que está de acuerdo el consultor en gestión de riesgos, Ricardo Peñaherrera. “El problema es que nadie ha tomado la decisión de hacer algo sabiendo lo que ocurre ahí. Entonces, si se hubiera querido tomar acciones de mitigación y prevención, se podía haber hecho desde hace tiempo”, considera el experto.

Menciona que sí hay sistemas de protección para la ciudad, como existe en Europa y en otras urbes sudamericanas, como por ejemplo de bombeos. “No nos vayamos muy lejos. En los 90 se empezó un plan maestro con el tema de control de inundaciones en Babahoyo... Es posible tomar cartas en el asunto y solucionar los problemas, porque sabemos de qué se trata y solamente hay que dar ese paso de protección. Por muchos años, los gobiernos de turno no han querido solucionar ese problema”, advierte Peñaherrera.

Apunta al alcalde electo, Aquiles Álvarez, para que priorice y trabaje en un proyecto real de protección contra las inundaciones. Se trata de un tema en el que EXPRESO volvió a insistir a quien maneja la agenda de Álvarez y que ofreció enviar respuestas, pero hasta el cierre de esta edición no llegaron.

“Alguien tiene que dar ese puntapié inicial para arreglar la situación. Es una oportunidad oro para las nuevas autoridades de demostrar que les interesa la ciudad y que están dispuestos a iniciar un programa grande, macro; donde tiene que estar involucrado el Municipio de Guayaquil, la Prefectura del Guayas y el Gobierno central para pelear con fondos, porque se va a requerir muchos fondos para solucionar algo que lamentablemente no han solucionado a lo largo del tiempo”, indica el experto, quien prefiere no echarle la culpa al cambio climático, sino reflexionar en lo que estamos haciendo nosotros al atentar contra la naturaleza.