Guayacanes, lejos del ruido, pero al acecho del delito
A causa de la inseguridad, la ciudadela se protege con rejas en peatonales y viviendas. Proliferan los guardianes privados, pero pocos están armados
Cuando Margarita Paredes se mudó a vivir a Guayacanes para que el bullicio no la perturbe y la tranquilidad la cobije, nunca pensó que su decisión sería la menos acertada.
El paisaje de Guayacanes se satura con ‘tallarines’ colgantes
Leer másHace cinco años ella habitaba en la ciudadela la FAE, donde el ruido de los aviones le interrumpían la tranquilidad, pero al menos podía salir de su casa sin el temor de que al regresar la iba a encontrar vacía, según indica.
Margarita asegura que esta zona del norte de la ciudad es tan tranquila que es fácil escuchar el cantar de las aves o los golpes que dan las iguanas con su cola cuando suben un árbol o caen de estos al pavimento. Sin embargo, anota que precisamente esa calma la convierte en una de las ciudadelas con un mayor índice de atracos.
“Los robos se producen diariamente; no solo a casas, sino también a los transeúntes”, señala la mujer, quien el fin de semana pasada dos hombres en moto le arrebataron la cartera y su teléfono celular, cuando caminaba a la altura de uno de los parques para dirigirse a su vivienda ubicada en la manzana 140.
Su vecina Maritza Pineda, quien también ha sido víctima de la delincuencia, menciona que poco sirven los operativos que realiza la Policía, ya que los delincuentes conocen bien las horas en que pueden delinquir sin problema.
Necesitamos que los policías realicen rondas con más frecuencia en este sector, ya que los robos suceden con frecuencia. Queremos tranquilidad verdadera.
“Roban en cualquier momento, pero de preferencia lo hacen en las mañanas, cuando las personas salen a trabajar y en las noches y madrugadas, cuando el sector se torna silencioso”, explica, al indicar que el año pasado los delincuentes se metieron a robar a su casa, aprovechando que la familia había salido de viaje.
La tranquilidad que reina en este sector paradójicamente es la causa del crecimiento delincuencial. Los hampones aprovechan la calma para atracar a personas y vivienda.
Según denuncias presentadas ante la Fiscalía, 11 estruches se registran a la semana en este barrio y por lo menos cinco asaltos a mano armada se registran en ese lapso. En estas cifras no aparecen aquellos asaltos que solo quedan en quejas ciudadanas.
“Esto sucede porque la mayoría de moradores deja sus casas solas durante el día porque se trasladan a sus trabajos. La desolación es aprovechada por los ladrones”, recalca Pineda, quien a partir del robo que sufrió su vivienda tomó la decisión de unirse con otros vecinos para colocar rejas en las peatonales.
Los residentes estuvieron de acuerdo con la medida y desde enero de este año, cuatro manzanas están protegidas con portones de fierros resguardados por guardianes privados que se encargan de abrirlos y cerrarlos cada vez que alguien sale o ingresa a la peatonal. Asimismo han colocado cámaras de videovigilancia que son monitoriadas por los custodios y un líder de los vecinos.
La ciudadela Guayacanes lleva 30 años sin recibir la cura para sus males
Leer másSin embargo, esto no les devuelve la paz que necesitan. “No estamos protegidos totalmente porque los celadores contratados no están armados y no pueden actuar y ni siquiera amedrentar a los delincuentes en caso de que se presente algún suceso”, comenta Karina Benítez, otra residente.
Lo mismo piensa Susana Mendoza, quien habita en la manzana 143. “Vivimos entre rejas porque la delincuencia es cosa seria en este sector. Tenemos una Unidad de Policía Comunitaria, pero hacen falta más patrullajes para disminuir los niveles delictivos”, puntualiza.