Abraham Cheing, el juez que se volvió un romántico cantautor
Guayacos: Después de enterarse que padecía una grave enfermedad, decidió cumplir su sueño reprimido desde la infancia... Entonces, de magistrado pasó a cantante
Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.
Su despacho, el que tiene en casa, no parece la de un típico juez que tiene libros comprimidos en grandes repisas, tinteros y múltiples títulos pegados como estampillas en las paredes. Es que él no es un juez habitual... Entrar a la oficina de Abraham Cheing es romper conceptos generalizados sobre los magistrados de la justicia.
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Leer másDe su trabajo, esa oficina, solo revela una laptop que aguarda en una mesita, una silla y un saco que él suele usar para las reuniones importantes del teletrabajo. El resto de adornos son pequeñas figuras de personajes épicos del rock como Freddie Mercury; de cuadros de canciones de granes artistas románticos con John Lennon; guitarras de diferentes colores y estilos; un piano pequeño y hasta una camiseta autografiada de Barcelona. En fin, todo lo que le apasiona está allí.
En ese espacio, dentro de su casa en Samborondón, es donde este guayaquileño se ha inspirado para escribir varias canciones y grabar dos.
Pero no siempre fue cantante y productor de música. En realidad, de los 46 años de edad que tiene Abraham, 26 se los han entregado a su carrera de abogacía. De abogado pasó a ser fiscal y luego juez de tribunal penal, que ha sentenciado a criminales con hasta 35 años de prisión.
Lo de la música, si bien lo practicaba desde muy pequeño y en todas las etapas de su vida, ha ahondado en ella desde año 2016, cuando por fin decidió hacer realidad el sueño de mostrarse como artista, tras recibir la noticia más impactante de su vida.
“Me había hecho los exámenes y cuando llegaron los resultados yo estaba en un resort con mi familia, entonces mi mamá me llamó llorando y me da la noticia, supe que yo tenía esclerosis sistémica difusa, una enfermedad rarísima y degenerativa, que me afecta más a los pulmones, de la que jamás había escuchado. Luego abracé a mi familia y entendí que la vida se me iba como agua entre los dedos”, cuenta.
Su manera de pensar y de ver la vida dio un giro de 180 grados. Retomar este sueño de cantar, encapsulado en él por mucho tiempo, renació, le dio más vida y fortaleció su sensibilidad. Y fue gracias a su familia.
“Yo ya había escrito canciones que guardaba en papeles en mi casa. Pero luego mi hijo de 10 años, el menor, me propuso que tocara con mis amigos en su fiesta de cumpleaños, entonces así fue, tocamos canciones de The Beatles, Led Zeppelin, Soda Stereo, eso fue mucho antes de la pandemia... y subí un video de esa presentación a mis redes y me empezaron a escribir que si podía tocar en otros cumpleaños y eso me fue entusiasmando más”, detalla con una sonrisa.
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Leer másSu primer disco 'Lo que significa el amor', colgado en YouTube, tiene más de 3.694 visualizaciones. Ese video también fue improvisado. Su hijo mayor grabó varias escenas en un viaje al exterior que hicieron en familia y que luego complementaron con una producción en la que le ayudaron varios amigos.
Cuando Abraham subió este sencillo a sus redes sociales, cuenta, sus seguidores aumentaron significativamente, sus amigos y colegas de los tribunales se quedaron anonadados al ver esa faceta que había tenido algo escondida, lo felicitaron y lo motivaron a seguir cantando.
Pero él no es un cantante improvisado. En los años noventa, en ese dulce sueño de componer música, estudió en el conservatorio de música de Guayaquil y siempre ha convivido de cerca con este arte. Su madre toca las castañuelas, sus hermanas tocan piano y violín (profesionalmente) y las reuniones familiares siempre fueron con melodías e instrumentos.
“Retomar este sueño ha sido muy satisfactorio, porque hubo una época en la universidad, en la que tenía una banda con unos amigos y tocábamos por las noches en bares y discotecas y hasta nos contrataron en Punta Carnero, en Quevedo y otras ciudades, era muy bonito”, recuerda sin desdibujar la sonrisa. Pero luego, por tiempo, tuve que decidir si era la música o la carrera de abogado; y como estaba enganchado en el Derecho, incluso antes de graduarme y me daba ingresos fijos, tomé esa vía”, narra con un carisma que dista un universo de la seriedad con la que los jueces actúan desde el estrado.
Pero esto no quiere decir que se arrepienta de haberse convertido en un respetado juez y no en cantante famoso, desde el inicio. En realidad, destaca la importancia de su trabajo: no dejar en la impunidad los crímenes ni permitir que anden libres los criminales. Además ha sabido complementar sus dos facetas. “La música es un desahogo para mí, que debo lidiar con casos fuertes de homicidios y violaciones y con el hecho de tener que sentenciar a cárcel por muchos años a alguien”, revela.
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Leer másSu último sencillo, 'Te perdí', lo lanzó en noviembre del 2020 y también se trata de una historia de amor. Ahora prepara una canción que llama a la reflexión luego de haber sufrido, como sociedad, las estragos de la pandemia del coronavirus. “Quiero recordar las vidas que se llevó el coronavirus y los momentos tristes que vivimos”, adelanta.
Y por supuesto planea seguir con las canciones románticas, porque eso le alegra, destaca. Es que después de enterarse de la enfermedad, se entristeció, pero enseguida se dio cuenta que tenía muchos motivos por ser feliz y tiempo para hacer realidad sus sueños y dejar un legado a sus hijos y nietos.
“La vida es una sorpresa, un soplo, sabemos lo que pasa hoy pero no lo que pasará mañana. Hay que aprovechar los momentos, perdonarse, pedir perdón y cumplir sueños”, concluye.