Alejandra Zambrano y Maité Reinoso, un brindis con sabor a sangría
GUAYACOS. Aunque es una bebida española, ellas demuestran que se la puede producir con materia prima ecuatoriana y calidad premium. Maité y Alejandra tienen claro que la esencia de su sangría es el compartir
Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.
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Leer másLa sangría se toma bien fría dicen las expertas mientras invitan a disfrutar una copa. Ellas son las guayaquileñas Alejandra Zambrano y Maité Reinoso quienes, a raíz de la pandemia, decidieron incursionar en el mundo de las bebidas para ofrecer un producto artesanal.
Cuentan que cada etiqueta, corcho y botella llena han sido trabajados por ellas. Y aunque están conscientes de que el origen de este licor está en España, ellas decidieron darle su propio toque.
Mientras el clima de Guayaquil invita a refrescarse, comentan que la cocina de ambas funciona como una fuente de inspiración desde donde surgen nuevos sabores. Desde ahí han dado forma a la clásica, la de canela y, la más reciente, aquella que mezcla duraznos y manzanas verdes.
Ya ha pasado más de un año desde que estas amigas -que además son cuñadas- cristalizaron su sueño y lo llamaron Molét.
- DE HOBBIE A EMPRENDIMIENTO
Se conocen desde niñas, y tanto la familia de Maité como la de Alejandra han sido muy unidas. Mientras ellas crecían, confiesan que tenían en común la afición de preparar esta deliciosa bebida.
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Leer más“Cada quien hacía su sangría para acompañar las reuniones con amigos. Pero nuestras recetas eran similares” dice Maité, aficionada a la cocina. “En mi caso, por ejemplo, nunca faltó alguien que me propusiera empezarlas a vender, pero no veía la necesidad”, agrega Alejandra.
Estaban en su zona de confort: Ale se dedicaba al mundo de la construcción en un negocio familiar, mientras Maite se desenvolvía en el área administrativa de una institución educativa, donde aún continúa.
Sin embargo, el tiempo en cuarentena las llevó a repensar todo y vieron una buena oportunidad para emprender... y tomar riesgos.
“Como no podíamos vernos, hicimos un testeo interno entre nuestras familias a través de una videollamada. Todos al mismo tiempo degustaban nuestras pruebas y nos daban sus opiniones”. Luego, ampliaron más el grupo e incluyeron a chefs y gente especializada en tema de licores.
Cada aporte se convirtió en información vital y la base para ponerse manos a la obra. Así dieron la bienvenida a lo que se llamó ‘la nueva normalidad’.
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Leer másEl nombre de su producto, Molét, es un homenaje a la tierra del flamenco y la sangría. “Es una mezcla de expresiones españolas: molar y olé”, refiere Alejandra, y agrega que en agosto, justo el día de su cumpleaños, lanzaron el producto. “Ese fin de semana vendimos más de 120 botellas. Desde ese momento no hemos parado”.
Para un mejor funcionamiento, se han dividido las tareas. Alejandra se dedica a la búsqueda de la materia prima y proveedores; Maité, quien tiene una maestría en Branding, se encarga de crear contenido para las redes sociales.
Pero a la hora de elaborar el producto, ambas, desde sus cocinas se amanecen en la preparación de las sangrías. “Aquí donde nos ves, estamos sin dormir”, bromea Maité.
- MALABARES ATRÁS DE CADA BOTELLA
Hacer equipo entre mujeres y apoyarse la una a la otra han marcado el mejor camino para posicionarse. “Al principio nos dio miedo, porque a veces los negocios entre familia o amigas pueden dañar la relación. Pero el hecho de que nos conocemos desde hace mucho, nos ha ayudado a que nos vaya increíble”, asegura Maité.
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Leer másSin embargo, no todo es color de rosa. Detrás de cada botella hay un gran sacrificio. “Además de ser emprendedoras, somos madres, amas de casa y profesoras (literal) en casa. Es todo un malabar”, refieren. Ale tiene gemelos de ocho años, mientras Maité, un niño de dos años.
La buena organización y el esfuerzo, les han permitido encontrar la forma de seguir adelante. Las redes sociales, el boca a boca y las buenas experiencias las ayudaron a crear una comunidad fuerte, en la que la mayoría de sus clientes son mujeres que apuestan por el producto local, lo cual enorgullece a sus creadoras.
Ambas esperan que su marca crezca y se posicione entre las bebidas favoritas de los ecuatorianos. Una de las metas que se proponen es incorporar las botellas en las perchas de supermercados para, de esta forma, llegar a más hogares.
Al momento, ya han enviado a otras ciudades como Cuenca, Machala, Manabí, entre otras. Incluso hay quienes se las llevan a otros países como Estados Unidos. “Hace poco obtuvimos el Registro Sanitario de la sangría clásica y esperamos pronto el del resto de bebidas”, anhela Ale.
Con esos tres sabores refrescantes y ligeros, que resultan del combinado de vino y frutas, intentan transmitir un poco de la esencia de ellas. “La sangría es para disfrutar el gran sabor de la vida. Vivimos cada momento y cada día como si fuera el último, disfrutando al máximo y sin miedo a arriesgar”, concuerdan. Así, seguras de sí mismas y de su emprendimiento, ellas van por más mientras suenan sus copas con el clásico ¡salud!.
- COMBINACIONES 10/10
Con amigos: Sangría clásica con pizza artesanal o una tablita de quesos variados.
En pareja o con tu crush. Aquella de sabor a canela acompañado de carne.
En reuniones de diciembre: La blanca (con mezclas de duraznos y manzanas verdes) Proponen degustarla con mariscos.
- SOBRE ELLAS
Ambas son guayaquileñas. Alejandra tiene 38 años y es arquitecta. Maité, 30, se graduó en Comunicación y Marketing y tiene un máster en Branding.
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Leer másReconocen que el trabajo detrás de su emprendimiento no es nada sencillo, ya que deben equilibrar sus demás actividades con este proyecto. Sin embargo, no les molesta tener unas cuantas amanecidas sabiendo que a futuro esto tendrá frutos.
“Es bastante desafiante, más que nada porque es nuestro emprendimiento, pero aparte de emprendedoras somos mamás, amas de casa, profesoras; entonces igual es bastante organización para el sentimiento. El sentimiento realmente y la visión a un futuro es poder dedicarnos 100% a esto”, añade Alejandra Zambrano.
El contar con este negocio realmente las llena de alegría, y se trata de una felicidad compartida a tal punto que los hijos de Alejandra – gemelos de 8 años- ya sueñan con que se pueda elaborar un Molet Kids, es decir una de estas bebidas especialmente para niños.
“Lo que creo que nos diferencia es el corazón y la mente que le hemos metido a esta marca y a pesar de que ha sido un emprendimiento familiar nosotras estamos ahí, al pie del cañón”, comenta Maite Reinoso.
Ellas se encargan de realizar todo, desde la etiquetación y el llenado hasta el trato personalizado con sus clientes.