La artista que enseña música a los niños con Síndrome de Down y Asperger
Guayacos: Sofía Rosado es músico y docente. En su academia 'SofiMultiarte', que creó en honor a su hermano, imparte clases a niños con diferentes síndromes. Con ellos trabaja en el rescate de la música nacional.
Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.
Sofía Rosado narra que es descendiente del épico novelista ambateño Juan Montalvo y seguramente, por eso, la pasión por el arte corre por sus venas. Desde que era una chiquilla, amaba danzar, escuchar y entonar melodías.
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Leer más"Hasta para dormir escuchaba música", cuenta sonriente la guayaquileña de 32 años de edad, quien desde sus 6 años de vida ha estado involucrada en el mundo de los sonidos armónicos y los instrumentos.
Estudió en el conservatorio Antonio Neumane donde sacó un bachillerato de piano y uno de canto de ópera. Consecutivamente estudió violonchelo y arpa. Más tarde hizo una maestría en Investigación Musical.
“Estudié arpa para rescatar la música nacional. Estaba en busca de nuestras raíces”, cuenta mientras muestra a EXPRESO su arpa más antigua, autóctona de Ambato, que decora su oficina de trofeos y reconocimientos, en el interior de su academia, situada al norte de Guayaquil.
Pero su faceta de músico no era la única ocupación que la emocionaba. A medida que crecía y por la influencia de sus padres, quienes son escritores, músicos y docentes, descubrió otra herramienta que le quitaba el sueño: la enseñanza.
"A los 16 años de edad, cuando me gradué del colegio empecé a dar clases de música en una escuela. He dado clases en la mayoría de conservatorios y teatros de Guayaquil. Por eso en la universidad opté por la carrera de Ciencias de la Educación", explica.
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Leer másSin embargo, la idea de crear su propio imperio donde mezclar su predilección por la música y la enseñanza, no llegó a ella sino hasta sus 20 años de edad, cuando un trágico suceso marcó su vida.
Su hermano Alejandro falleció repentinamente en un accidente, cuando tenía 20 años. Él era un pianista y bailarín del salsa, con el gran sueño de tener su propio grupo de baile y una academia. “También llegó a ser mi sueño. Abrí la academia, con mis ahorros, en honor a él ”, destaca, con una mirada de nostalgia.
Su academia actualmente tiene el nombre de 'SofiMultiarte', que hace alusión a su habilidad multifacética y está instalada en la urbanización La Perla. Pero no siempre se llamó así. Cuando este proyecto inició, llevaba el nombre de 'Alejo Art and Dance', en honor al hermano que partió de manera repentina.
“Con el tiempo notamos que las personas no reconocían el nombre y se referían a la academia como ‘la academia de la multiarte’, porque yo andaba en muchas áreas del arte a la vez. Ese fue el motivo por el que cambiamos el nombre", explica.
De la academia, Sofi le abrió las puertas para que niños regulares y con Síndromes de de Down, Asperger, Disritmia Cerebral y Parálisis Cerebral puedan ser inscritos y aprender a cantar y tocar los instrumentos.
“¿Por qué ese deseo de que niños con estos síndromes estén en la academia? Cuanto di clases en la Escuela Manuela Espejo, en cada salón había al menos 15 niños con múltiples discapacidades. Y aprendí las técnicas de enseñanzas para ellos y nació un profundo deseo de querer ayudarlos. A ellos la música los calma y los relaja”, detalla.
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Leer másCon los chicos, Sofi además tiene el proyecto en acción de rescatar la música nacional. Es así que, explica, en la clase de cada instrumento entonan el ritmo de los géneros musicales que los alumnos desean, pero las melodías locales no son opcionales.
“Debemos tener identidad nacional, por eso les enseño lo lindo de la música nacional y la importancia de mantenerla viva”, recalca.
En su academia reciben clases unos 50 estudiantes, bajo la guía de 8 maestros. A más de la música, se imparte clases de escritura, pintura y otras ramas del arte.
A largo plazo, Sofi espera poder crear espacios como festivales, para darle la oportunidad a varios artistas que no son reconocidos en el país, y lograr así que su voz y su música sean conocidos y apreciados por los ecuatorianos.
"La música es la sublime voz del pensamiento. Es soñar, crear y transmitir", concluye Sofi.