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Maros Alvarado, propietario de tres cyber en el centro de la ciudad.Gerardo Menoscal/EXPRESO

El hombre para el que tener cybers sigue siendo negocio y acaba de abrir el tercero

Guayacos. Marcos Alvarado, el guayaquileño que apuesta por un negocio en peligro de extinción. Conoce su historia

Guayacos es una sección en la que contamos historias de los habitantes de Guayaquil, vidas que alimentan y hacen más rica esta ciudad. Relatos que ayudan a conocer mejor la madera de la que están hechos.

A finales de los años 90 los cybers era sinónimo de un negocio redondo, un éxito por donde se le mire. En aquella época, en Guayaquil como en otras partes del mundo, tener Internet y una computadora en casa era un verdadero lujo.

Después de más de 20 años, cuando el uso de Internet y adquirir un computador se han masificado, y la alcaldía ha instalado puntos de conexión con wifi gratuitos en gran parte del Puerto Principal, los cybers en Guayaquil han pasado a ser una rareza que están en vía de extinción.

No obstante, contra todo pronóstico, Marcos Alvarado aún ve en los cybers una gran oportunidad de negocios y sigue apostando por ellos. 

Mientras cientos de tiendas y negocios cierran sus puertas, por los estragos económicos amargos que va dejando la pandemia del coronavirus en la urbe porteña, este guayaquileño de 48 años de edad, inauguró a mediados de septiembre un nuevo cyber con 10 computadoras de escritorio, en pleno centro de la ciudad.

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Sí un nuevo cyber. Este es su tercer local de este tipo y está situado entre las calles Víctor Manuel Rendón y Baquerizo Moreno. Son las 10:00 de un miércoles e increíblemente hay una fila de 4 personas, sentadas en sillas plásticas, dentro del negocio, esperando que las computadoras core sean desocupadas y así poder hacer uso de ellas.

El año pasado, Marcos ya había sacado un crédito bancario para abrir un nuevo local. Había hecho un avance en efectivo para comprar vitrinas, computadoras, impresoras y otras herramientas, pero la llegada del virus le obligó a poner en pausa su proyecto. A diferencia de lo que cientos de personas hicieron (guardar su dinero hasta que pase la crisis), Marcos se aventuró a abrir otro cyber.

“Yo siempre le dije a mi esposa que éramos uno de los negocios que iba a salir adelante y con fuerza, después de la pandemia. Lo sigo creyendo, por eso abrí otro local”, sonriente le comenta a EXPRESO.

En su negocio, él es un 'todólogo'. Ayuda a realizar trámites judiciales y de registros de la propiedad. También guía a varias personas, especialmente a adultos mayores, a cómo usar el Internet y navegar en varios sitios webs. Supervisa a quienes lo necesiten. Su dinamismo no para.

Asegura que desde un principio analizó lo que hoy muchos llaman "nueva normalidad" y siempre vio en ella la presencia de Internet. No se equivocó y hasta ahora la realidad le da la razón. Las clases online, el teletrabajo, las videollamadas y chats entre familiares y amigos, por la nueva normalidad para mantener el distanciamiento, hacen que su negocio siga de pie, pese a la pandemia. 

Detalla que, como todo negocio, fue difícil al inicio y tuvo que cerrar por algunos meses. Sin embargo, asegura que nunca perdió la fe de que se recuperaría rápido. Es más, hasta tendría la oportunidad de abrir el tercero, como había planeado.

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Ahora, ¿por qué abrir un negocio que lleva años muriendo y en plena pandemia?

Muchos le hicieron este cuestionamiento, incluso miembros de su familia. Pero él sigue confiando en que su negocio aún tienen mucha cancha para recorrer. A contracorriente de los que le formularon la pregunta, que fueron muchos, no cree que abrir otro cyber en plena pandemia signifique un riesgo. Incluso pese a que la alcaldía y varias empresas privadas han abierto espacios gratuitos para quienes no tienen computadora ni Internet. Que la demanda de computadoras en las casas comerciales ha subido hasta a más del triple es otro dato que Marcos contradice.

No obstante, Marcos Alvarado, más allá de los estudios de mercado que pueda hacer, sus análisis de oferta y demanda, y su buen ojo para las oportunidades de negocio, tiene una explicación sobrenatural para el éxito de sus cybers.

“Tengo una buena comunión con Dios. Dios me ha demostrado que está presente en cada momento de mi vida, me cuida y por eso cada proyecto me sale bien”, detalla y revela su misticismo. A este argumento le pone una cimentación específica: varios momentos en los que estuvo frente a la muerte y la esquivó con éxito.

Cuando tenía 23 años de edad, cuenta, salió de una fiesta rumbo a su casa. Era de noche. Tomó un taxi y sufrió un secuestro exprés. El delincuente disfrazado de taxista paró más adelante y se subió otro antisocial. Lo llevaron a la perimetral, lo despojaron de su billetera y hasta de sus zapatos. “Recuerdo que me hicieron parar frente a ellos y uno, con su pistola, me disparó a muerte, pero la bala no le salió. Enseguida corrí con todas mis fuerzas. Recuerdo que había vidrios y rocas en la tierra que me hincaban en los pies, pero no sentía dolor. Luego dispararon de nuevo, pero la bala no me alcanzó”, narra y sus ojos se enrojecen.

Cuando era un adolescente, continúa, un camión pesado estuvo a punto de atropellarlo, pero una mano invisible lo halo hacia atrás y evitó la tragedia. No había nadie cerca de él. Cuando tenía seis años, cayó desde el segundo piso de su casa y no tuvo ni un rasguño. Cuando su hija tenía apenas meses de nacida, junto a su esposa tuvieron una accidente automovilístico pero ninguno nadie salió lastimado. Y así tiene varias anécdotas que desafían al destino, hechos que le han hecho consolidar su fe y convencerlo de que no hay razón para estar inseguro en sus proyectos. Y tras la narración de estos pasajes de su vida surge una pregunta válida. Si esquivó la muerte, ¿por qué no puede esquivar la lógica del mercado?

“Nunca se me ha pasado por la cabeza que voy a quebrar en mi negocio”, enfatiza.

El objetivo de Marcos es expandir su negocio de cybers en el centro de la ciudad, abrir más de estos locales y que con el paso de los años, estos sean un referente de Guayaquil.

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Sus clientes principales son personas mayores que requieren de ayuda en el computador y personas que necesitan realizar trámites para las Fiscalías, universidad y en diferentes instituciones que hay en ese sector. La hora en una máquina cuesta $1.

“Tenemos clientes que son fieles a nosotros desde que iniciamos con el primer cyber en 2001”, cuenta. Hace 8 años abrió su segundo local. Los cyber de Marcos, son de los primeros que hubo en la ciudad.

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El tercer cyber de Marcos Alvarado, inaugurado a mediados de septiembre pasado.Gerardo Menoscal/EXPRESO

  • ¿CÓMO ABRIÓ EL PRIMER CYBER?

Abrió su primer cyber de la mano de su esposa. En esa época trabajaba en una empresa de seguros, donde era analista de sistemas. Hubo una remodelación de computadoras en esa compañía y él aprovechó para comprar cuatro de las que pasaron a archivarse. En esa época cada una costaba alrededor de $800. Todo ese dinero lo fue pagando poco a poco.

Marcos sabía que con esas máquinas, marca clon, podía empezar el sueño de tener su propio negocio. Alquiló un local en el centro y montó su minicyber.

“Nunca estuve de acuerdo con depender de una sola fuente de ingresos. Es una incertidumbre vivir del sueldo mes a mes y no saber si me botarán al siguiente”, menciona.

Y así fue. Su negocio cayó como anillo al dedo en una época donde la tecnología tomaba empuje, pues la migración a Europa, en esa época (2000), por el Feriado Bancario y la Dolarización de Ecuador, que trajo una de las más terribles crisis económicas del país, obligaba a las personas a buscar una forma de comunicarse con sus seres queridos al otro lado del mundo.

“En ese tiempo más que los cyber, eran más populares las cabinas telefónicas. Al inicio pensé en montar un negocio de cabinas, pero analicé y supe que los que seguirían viviendo por más años, serían los cybers. Cuando abrí el primer local, yo llegaba en la mañana a abrir la puerta y ya había unas diez personas haciendo fila para entrar”, recuerda.

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Entre estos 20 años, entre todos sus locales, le ha dado empleo a decenas de jóvenes, a los mismos que ha visto estudiar gracias a su salario de medio tiempo en su negocio, y graduarse como ingenieros, doctores y de otras profesiones. Ahora tiene 50 computadoras, tres empleados, y tres miembros de su familia a cargo de la administración: su esposa, padre y su hermana.

“Sí pensé en abrir el tercero o no hacerlo, en medio de la pandemia. Pero no me gusta quedarme en mi zona de comfort, con la duda de cómo hubiera sido si no lo hubiera hecho. Prefiero decir 'lo hice y me fue mal'. Pero hasta ahora todo ha sido beneficioso”, concluye con una sonrisa. Se levanta de la silla. Tiene clientes que atender.

​Si sabes de un personaje de tu barrio que todo el mundo debería conocer, escribe a lopezk@granasa.com.ec