El futuro soñado de Guayaquil: una ciudad viva, verde y con un río que inspire
Ciudadanos relatan a EXPRESO qué anhelan para este 2025. Quieren inclusión, servicios dignos y autoridades que escuchen
Hace apenas unos días, EXPRESO publicó un reportaje en el que quedó evidenciado que el pesimismo guayaquileño tiñe el futuro de la urbe. La ciudadanía dijo estar decepcionada de la forma en que se la ha venido administrando y la manera en la que se está desarrollando: “sin planificación”.
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Leer másSegún el colectivo Guayaquil Cómo Vamos, que realizó una encuesta a 1.708 personas de la localidad, apenas el 26 % de ese total ve con optimismo el futuro que le depara a la ciudad. La mayoría, según los resultados del sondeo, que tuvo el respaldo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), de la Espol, de la Fundación Ciudadana y de Seguridad Vial Movidana, entre otros, reconoció vivir en zozobra, sentirse preocupada y hasta triste o frustrada, que fue el común denominador entre los adultos mayores.
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Perspectivas ciudadanas para un año nuevo
Frente a esa situación y teniendo en cuenta que empieza un nuevo año, EXPRESO les preguntó a los ciudadanos qué acciones, proyectos o medidas ayudarían a subirles no solo el ánimo, sino a ver con otros ojos a Guayaquil.
Que haya seguridad fue la respuesta que sonó al unísono sin importar la edad de los consultados. Y en este punto, hicieron énfasis en la necesidad de que los alcaldes del Gran Guayaquil, sumados a los concejales, la Gobernación y los asambleístas, trabajen “de una vez por todas y por primera vez” en conjunto para devolverle la paz al Puerto Principal de manera integral y en cada barrio.
Testimonios locales destacan necesidad de cambio
Sueño con que haya orden en la ciudad. Urge, por ejemplo, hacer de la Bahía un lugar turístico y seguro, que atraiga y se pueda redescubrir. Eso es vital para aportar al crecimiento económico.
“Yo cambiaría la percepción que tengo de la ciudad que me vio nacer solo si noto que en el 2025 los asambleístas, como lo hicieron y hacen en tiempo de campaña, nos visitan y dialogan con nosotros para prometernos ‘oro’. Aquí nadie viene, ni se hacen obras. Vivo en la Alborada y cada vez más la gente se está yendo. Los adultos mayores son excluidos del espacio público porque el vecindario no es inclusivo. Pasa lo mismo con los parques, los malos olores que llegan hasta mi hogar y provienen de las alcantarillas o las lagunas de oxidación… En fin, yo sueño con una ciudad segura e inclusiva. Solo eso me hará volver a creer en el futuro de mi hogar urbano”, reconoce a EXPRESO Virgilio Macías, ingeniero comercial que ha vivido 35 de sus 47 años en el lugar.
Para este 2025, sueño con tener el centro vivo. Con gente caminando, con tiendas y restaurantes abiertos hasta la madrugada. Quiero ver mi ciudad con arte y orgullosa de destacar su patrimonio.
Carlos Valencia, catedrático de 51 años y residente de la ciudadela Kennedy Norte, pone, como el resto de entrevistados, a la seguridad en primer lugar, pero hace énfasis en recuperarla sobre todo en sitios como el centro y destinos que son turísticos o tienen potencial para serlo, como el barrio del Astillero, Centenario u Orellana, “con una historia invaluable” y que nadie puede visitar porque su patrimonio está afectado, sus áreas verdes son escasas y sus vías reflejan solo penumbra.
“Realmente, como guayaquileño, me entristece que las embajadas, en reiteradas ocasiones, lancen alertas de prevención para recorrer Guayaquil. Por eso me gustaría ver activos a los concejales para conocer qué iniciativas están llevando a cabo para mejorar la calidad de vida en los barrios más afectados por la violencia. Lo que ha pasado con los niños desaparecidos en Las Malvinas es otro ejemplo de que todo está mal, de que todo falla en el sistema. Por eso sueño con autoridades que no sean más quemeimportistas, y allí entra también el presidente Daniel Noboa, que poca importancia le da a Guayaquil”, piensa.
Para Noé Lizardo, habitante del norte de la ciudad, llegó la hora de que se intervengan zonas como Monte Sinaí, Mucho Lote 1, Los Vergeles y Socio Vivienda. El también arquitecto dice estar cansado de ver cómo pasan los años y las administraciones municipales y “nadie hace nada por restaurar Socio Vivienda 2, que es el sitio más problemático”.
“Es como si las autoridades hubieran aceptado vivir con una favela. Eso me entristece. Allí la Alcaldía debería hacer megaparques, clubes, bibliotecas, pistas para distintos deportes… Hay que creer en el potencial de la gente. No basta con regalar kits o hacer promesas que jamás se cumplen. A las zonas más necesitadas hay que darles más sitios culturales, deportivos y de entrenamiento, porque solo eso evitará que se refugien en la calle”, alega.
Guayaquil es linda, pero genera pánico. Sus pocas áreas verdes y miradores son inseguros, su Bahía es insegura. Tiene potencial turístico y senderos, un río, que nadie se atreve a explotar.
Paola Zevallos, que habita en la urbanización Belo Horizonte, en vía a la costa, considera indispensable que las calles de Guayaquil no sean más “ese infierno vial en el que se han convertido”. Pide soluciones para mejorar el tránsito que no incluyan más concreto.
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“No queremos ver más puentes ni cemento, sino ciclovías, transporte público seguro y libre de robos y de esmog. Queremos usar el río, ver en ellos vida, gente haciendo turismo o transportándose sobre él. Se puede. Con voluntad política se puede lograr todo. Merecemos ser ya una ciudad ordenada. Llegó la hora de hacer borrón y cuenta nueva y empezar de cero”, sentencia la residente, quien incluye en su lista de anhelos que haya más malecones en los barrios o senderos que se conecten con la naturaleza.
“Tenemos una flora y fauna escondida que estamos dejando morir y desaprovechando. Guayaquil tiene tantos espacios naturales y urbanos por redescubrir. Que el 2025 sea el año de las sorpresas”, anhela.
Urge darle voz y participación a los gremios
Para Marlon Cabrera, presidente del Observatorio Ciudadano de Servicios Públicos, en Guayaquil las autoridades deben trabajar de la mano de la academia y de los gremios para, en conjunto, solucionar el sinfín de problemas que tiene la urbe, entre ellos las falencias de los servicios básicos, “en su mayoría deficientes”.
Hay que mejorar como ciudad y, desde los gremios, no hay que perder la motivación de reclamar nuestros derechos, en especial por los servicios públicos, aún deficientes.
“La dirigencia gremial desde hace algunos años ha sido olvidada y las autoridades han trabajado por intereses particulares, especialmente en época de campaña política, y eso ha desmotivado no solo a los gremios sino al ciudadano, que nota ese desinterés por parte de la Alcaldía. Por ello para este 2025, lo que espero es que los gremios de profesionales, los integrados por la sociedad civil, sean escuchados y a la vez nos activemos. Que hagamos notar nuestra participación y en masa, que es para lo que existimos: para dar ideas, orientar, ser una voz. No hay que perder la motivación de reclamar nuestros derechos, en especial por los servicios públicos como el agua potable, saneamiento, salud, transporte y energía, que tanto urge en gran parte del territorio local”, sentenció.
Para Cabrera, que haya tantos cortes de agua y reparaciones que no surgen efecto, por citar solo un caso, refleja que las cosas no están por buen camino, ni se las está tomando en serio.
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Para el activista social Fernando Alburquerque, uno de los grandes problemas que enfrenta la ciudad y que alimenta el pesimismo radica en el hecho de que no se resuelven los problemas más apremiantes. Esto, dice, puede deberse a varios factores interrelacionados en tres áreas claves: seguridad, obra pública y generación de empleo, que deben ser abordadas a través de proyectos y obras que realmente cubran las necesidades de la población.
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Alburquerque cuestiona que las oportunidades laborales se concentren en ciertos sectores, dejando a muchos guayaquileños marginados. “Hay una brecha entre las habilidades que requieren las empresas y lo que la educación local ofrece. Eso afecta la empleabilidad de los jóvenes. Las autoridades deben analizar esto para preparar a todos los guayaquileños de forma equitativa y brindándoles las herramientas que requieren”.
Los proyectos suelen centrarse en obras visibles y de corto plazo, como regeneraciones urbanas, en lugar de infraestructura sostenible que solucione problemas estructurales como movilidad, agua potable o drenaje; y eso debe cambiar.
Además, considera que el enfoque de los proyectos municipales, centrados en obras a corto plazo, ha alimentado la frustración.
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“Aunque hay avances, la ciudadanía no los percibe debido a una comunicación ineficaz y desconexión con las autoridades. El 2025 debe ser el año en el que la gente se ponga en primer lugar, y en el que las promesas dejen de ser vacías”, sostiene.
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