Hombres aprenden costura y mujeres mecánica en el aula
Estas actividades técnicas forman parte de la formación académica de los jóvenes. En el colegio fiscal Febres Cordero se practica la inclusión
Las clases de Matemáticas, Lenguaje o Sociales no son las únicas que recibe Eduardo Zambrano (18), estudiante de tercero de bachillerato del colegio técnico fiscal Febres Cordero, ubicado en el suburbio de Guayaquil. También aprende costura en los talleres de la industria de la confección, donde es el único varón entre 20 compañeras mujeres.
El bachillerato técnico añora la práctica
Leer másLejos de cohibirse, acomplejarse o incomodarse, el joven se siente contento de poder desarrollar esta actividad que, generalmente, está encasillada para las damas.
Con la cinta métrica en el contorno de su cuello y sentado frente a una máquina de coser industrial, Eduardo se apresta a confeccionar un sencillo vestido que minutos antes había cortado, previo al diseño que elaboró con el apoyo de sus compañeras.
“Ahora esto se me hace divertido y le he tomado mucho amor”, dice el joven, quien hace tres años escogió esta especialidad por las facilidades de horarios. No obstante, con el paso de los meses le fue tomando gusto y actualmente es diestro a la hora de pasar el hilo por el ojo de una aguja y de confeccionar ropa simple que a lo mejor no se venderán en grandes boutiques, pero que formarán parte de su portafolio para lo que quiere hacer en el futuro. “Quiero graduarme y levantar mi propio taller de costura”, dice sonriente.
En el taller de al lado están Rosa Ordóñez (19) y Andrea Jiménez (18), quienes se aprestan a reparar las fallas de un carro que utilizan para ejecutar sus prácticas.
Ellas forman parte de la especialización electromecánica automotriz donde, a diferencia del taller anterior, la mayoría de sus miembros son varones.
El que sea hombre o mujer es algo irrelevante. Los estudiantes deben tener aptitudes, actitudes y ciertos conocimientos para seguir una especialidad que ofrece el colegio.
Entre grasa, fierros y tuercas ellas aprenden a realizar mantenimientos periódicos a los vehículos, así como toda reparación para el funcionamiento de los mismos, en áreas específicas como motores, aire acondicionado, frenos, sistema eléctrico, latonería, pintura, etc.
Es gratificante ver la forma en que conviven los chicos y chicas en los talleres. Allí todos son iguales y con ganas de aprender, que es finalmente lo que al maestro le interesa.
A diferencia de Eduardo, a Rosa y Andrea sí les gustaba la mecánica desde que eran niñas. Por coincidencia, ambas se acostumbraron a estos oficios que también eran desarrollados por familiares varones que, ahora que ellas son jóvenes, las apoyan para que puedan seguir con esa tradición, pero de una forma técnica y no empírica como ellos lo hicieron en su tiempo.
“Me encanta lo que estoy aprendiendo y quiero perfeccionarme para montar mi propio taller una vez que me gradúe en el colegio”, dice Rosa, mientras utiliza un elevador hidráulico para levantar un carro, con el fin de tener un panorama completo antes de empezar la revisión desde las ruedas, pasando por la parte eléctrica, electrónica, seguridad y confortabilidad del automotor.
A su lado está Andrea, junto a su maestro y dos compañeros varones. “Esto no es complicado, me divierto haciéndolo. Además, me gusta que mis amigos no me discriminen ni me excluyan pensando que por ser mujer no puedo hacer este tipo de trabajo”, agrega.
Una vez que el colegio técnico Febres Cordero ha retornado a la presencialidad, los estudiantes realizan prácticas dos días a la semana; el resto es dedicado a la teoría que forma parte del pénsum académico.
“Aquí los estudiantes tienen tres perfiles de salida: emprender directamente, trabajar en talleres y complementar sus estudios de tercer nivel. Pero lo más importante es que tanto hombres como mujeres pueden aprender las diferentes especializaciones”, indica Christian Bustos, segundo vocal del consejo ejecutivo del plantel, al asegurar que en la institución no existe discriminación y que se fomenta el compañerismo, el apoyo mutuo, sin distinción de sexo.
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Leer másRoger Alvia, profesor de industria de la confección, coincide con su colega. “En el colegio promovemos el respeto y la libertad para que el estudiante pueda escoger la especialidad que le guste”, concluyó.