La huella de las aves, difícil de ignorar para el turismo en Puerto Santa Ana
Visitantes son afectados por la sobrepoblación de garzas. Son conscientes de que ocurre por invadir su hábitat
Cubriéndose la cabeza para evitar ser sorprendidos por heces de aves y tapándose la nariz por el insoportable mal olor de los excrementos: así deben caminar cada día los habitantes, trabajadores y visitantes de Puerto Santa Ana, un sector turístico y de recreación en el centro de Guayaquil.
La causa de este malestar es la sobrepoblación de garzas. Tal como lo contó este Diario en un reportaje en 2021, tanto ciudadanos como turistas se quejan de que constantemente las heces de los animales caen sobre sus cabezas. En la actualidad, la situación se ha complicado todavía más y a la Redacción de este Diario han llegado una serie de quejas por parte de visitantes, que relatan su malestar; aunque la mayoría está consciente de que el espacio es su hábitat.
En el sitio se logran observar decenas de pájaros de diferentes especies que se han tomado los árboles a lo largo de la zona más turística del Puerto Santa Ana, construyendo nidos y procreando, lo que ha provocado un crecimiento desmesurado de su población y, por ende, la contaminación en el área.
“Huele a chiquero, apesta todo el día. Los turistas salen corriendo porque, imagínense, vas caminando y de repente te ensucia no uno, sino dos o tres pájaros al mismo tiempo. Se van asqueados”, afirmó Armando Vintimilla, quien ha residido en el centro porteño durante 26 de sus 36 años de vida.
Vintimilla, quien camina frecuentemente por la zona, agregó: “Durante la mañana, los pájaros adultos se van a buscar comida, dejan los nidos vacíos y ahí vienen otros pájaros que, por tener espacio, les tumban los nidos o matan a las crías para apoderarse del sitio. Esos pajaritos caen al suelo y están llenos de moscas y apestando hasta que los recogen”.
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EXPRESO corroboró las constantes peleas entre aves por conquistar una rama donde posarse, hasta que llegaba otra especie más grande o agresiva a quedarse con el lugar. Además, se observaron en el suelo dos polluelos, desgarrados y recién lanzados de un nido.
Personal de limpieza realiza tareas de lavado en la zona dos veces al día (por la mañana y por la tarde), pero los esfuerzos parecen ser en vano, ya que en minutos la zona vuelve a estar cubierta de heces.
Durante el ocaso, el problema alcanza su punto más álgido. Entre las 17:30 y las 19:00, las aves comienzan a regresar a los nidos, lo que desata una pelea por una rama para pasar la noche.
Pese a las quejas ciudadanas, también hay otros visitantes que entienden la situación y prefieren tratar de ser comprensivos con la naturaleza. “Lo único que podemos y debemos hacer es adaptarnos. Es su espacio, nosotros se lo estamos quitando”, dijo Gabriel Silva, visitante del sitio.
Su padre, quien reside en Lima, la capital de Perú, y estaba de paso por Guayaquil, mencionó: “Deben respetar la naturaleza. No les vaya a pasar lo que ocurrió en Miraflores (sede del gobierno peruano), donde, para eliminar a las palomas, llevaron gatos. Los gatos mataron a las palomas, pero cuando ya no tenían qué comer comenzaron a atacar para quitarte lo que tenías”.
El criterio de los especialistas
Sobre este criterio concuerda Luis Peralta, ambientalista, quien recalca que esto suele ocurrir cada vez que una ciudad crece en zonas que antes no eran tan concurridas, lo que termina afectando a la fauna.
“Este hábitat realmente es de ellos y por eso les cuesta dejarla. No deben sacarlos del sitio, hay que tratar de convivir o nosotros dejar de transitar esa zona”, comentó el profesional. Mientras que la especialista Andreína Sabando opinó que la única opción viable sería no llenar más de concreto el lugar y permitir que estas garzas sean parte de la atracción.
Luis Peralta
“Con tanto proyecto inmobiliario estamos invadiendo esos y otros espacios de Guayaquil. Ya es suficiente. Hay que preservar las especies, las pocas que nos quedan, para evitar su desaparición”, sentenció.
Para Maxim Colodov, un ruso que reside en Guayaquil desde hace 11 años y a diario se ejercita en Puerto Santa Ana, la presencia de las aves causa molestias debido al desaseo constante. Sin embargo, también es consciente de que “nosotros somos los invasores, no ellas (las aves). Debemos buscar una solución, pero sin causarles daño a ellas ni a los árboles, que han intentado talar. Dañar la naturaleza no es una solución”.
Las principales consecuencias de la acumulación de excremento, que contiene algunos elementos tóxicos, son la proliferación de bacterias y otros microorganismos dañinos que pueden causar enfermedades. Además, afecta a los bienes públicos, incrementa el costo de la limpieza y pintura del mobiliario, y complica el tránsito de los turistas.
El viernes 31 de enero se solicitó información al Municipio de Guayaquil sobre las acciones que se están tomando para abordar este problema ambiental, que ha sido reportado al menos desde 2021. Sin embargo, la solicitud no fue respondida hasta el cierre de esta edición.
