La indigencia, el dolor de cabeza en las casas colectivas
Los portales de las viviendas han sido invadidos. Los vecinos dicen estar hartos de la presencia de estas personas que han hecho dormitorios al aire libre
“El olor es insoportable”, “estos espacios generan terror”, “no podemos vivir en paz”, “las autoridades no hacen nada para devolvernos la tranquilidad”. Estas son algunas de las quejas de los residentes de los cinco bloques habitacionales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, también conocidos como condominios Forestal o casas colectivas.
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Leer másEl malestar se origina por la presencia de indigentes en los exteriores de sus viviendas ubicadas en la avenida Quito entre Bolivia y Venezuela, centro-sur de la ciudad.
Desde hace más de cinco años, un grupo de mendigos utiliza los portales de los condominios donde habitan 160 familias, para dormir, realizar sus necesidades biológicas y consumir drogas.
Los residentes cuentan que este problema se acentuó en el 2020, cuando empezó la pandemia por la COVID-19. “Desde entonces no hay nada ni nadie que pueda sacar a estas personas de este sitio que tiene una imagen deprimente”, dice Manuel García, quien habita en el bloque cinco y a diario se topa con los mendigos al llegar o salir de su casa.
Luego de deambular por la ciudad para pedir limosnas o comida en los restaurantes, los indigentes llegan en la noche con saquillos y periódicos que utilizan como sábanas, así como cartones que usan como colchón para recostarse en los portales.
Como cualquier otro ciudadano queremos vivir tranquilos en nuestras casas; pero el desorden que provoca la presencia de los indigentes, cada día es más insostenible.
En la mañana, algunos recogen sus cachivaches y se los colocan en el hombro para perderse entre las calles transitadas de la zona. En cambio, otros continúan dormidos hasta que algún vecino utiliza un balde y con una escoba comienza a limpiar el pórtico.
Las rejas de las casas y hasta las jardineras han sido convertidas en improvisados cordeles, donde tienden la ropa que lavan en los charcos de agua que por estos días de invierno originan las lluvias. Algunas prendas quedan colgadas hasta que ellos regresan.
No puedo asegurar que todos los indigentes que están en los exteriores de nuestras casas son delincuentes. Pero estoy convencida de que los hampones se clamuflan entre ellos.
“Ya estoy cansado de esta situación que perturba la paz del vecindario. Todos los días tengo que limpiar el portal porque aquí hacen sus necesidades y dejan restos de comida. Mi esposa y yo tuvimos problemas con dos indigentes, se portaron mal y se resistían a dejar el lugar”, manifiesta Marcelo Estupiñán, habitante del bloque 2, quien pide a la Policía o al Municipio que se den una vuelta por el sector para que trasladen a los mendigos a un refugio o albergue.
Las personas sin hogar se adueñan de puentes, portales y diversos puntos de la ciudad. Se desconoce el número de hombres, mujeres y niños en esta situación.
— Diario Expreso (@Expresoec) January 30, 2022
La insalubridad, producto de la actividad diaria de ellos, ha originado una ola de indignación entre los residentes de los condominios, quienes tras años de quejas y decenas de denuncias han terminado resignándose ante un conflicto del que no ven una salida a la vista, según indican.
“No estamos en contra de ellos, solo queremos que busquen otro lugar para pernoctar y nos dejen vivir tranquilos”, exclama Guillermo Estrella, uno de los vecinos más implicado en la lucha por conseguir un cambio en esta área.
Resalta que el problema se vuelve más grande porque entre los indigentes se camuflan personas de dudosa procedencia que aprovechan la noche para amedrentar y pedir dinero a los transeúntes o para arrebatarles sus pertenencias.
“Hace dos semanas, una vecina fue asaltada a la entrada del condominio. Mientras buscaba en su cartera la llave para abrir la puerta, dos sujetos se acercaron a ella y le arrancharon el celular y unas fundas con las compras que había hecho en el mercado. Ya es el colmo”, deplora, al aclarar que la perjudicada no alcanzó a ver de dónde salieron esas personas.
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Leer másCarlos Mantilla, otro residente, considera que la falta de iluminación en el sector hace que la inseguridad persista.
“El problema se vuelve preocupante porque a pocos metros tenemos una estación de la Metrovía y decenas de personas deben caminar por esta zona con poca luz, para hacer uso de este servicio de transporte”, añade, al reiterar en la necesidad de que alguna institución pública o de carácter social de la ciudad, acoja a este grupo de indigentes.